Gruta Helada Lecherines (2060 m)
Domingo, 23 de abril de 2017
De nuevo en acción. Nueve
mayencos nos ponemos en marcha para hacer un recorrido clásico del Valle del
Aragón, la Gruta Helada de Lecherines. En el límite oriental del Parque Natural
de los Valles Occidentales, Borau tiene estrangulado un trozo de su término,
entre Aísa, Canfranc y Villanúa. Es el puerto de Borau, un extraordinario
terreno de pastos, cerrado al norte por una elevada muralla rocosa caliza,
donde destacan los mallos de Lecherines y el pico Tortiellas. Y lo calcáreo, como material blando que es, con el paso del tiempo no se resiste a la acción del agua, que crea en su interior todo tipo de recovecos, simas, grutas... Pues allí, allí
vamos, a la más representativa de todas ellas.
Arranque en Canfranc pueblo |
Por los antiguos viveros forestales |
Se puede acceder por varios
itinerarios. Nosotros elegimos el que sale de Canfranc pueblo, por el GR 11.1
recién convertido a Sendero Turístico de Aragón. El camino comienza encima de
la parada del autobús del valle, metiéndose enseguida al barranco de los meses,
desde las instalaciones de un antiguo vivero forestal. Se cruza el barranco, y
unas zetas nos van llevando hasta arrimarnos a la pared, singularizada por un
orificio al que llaman la fuente de la Pajeta, porque de ese modo puedes beber
el agua que pasa por su interior.
Cruzando el barranco de los Meses |
En la fuente de la Pajeta |
Una pequeña rampa nos sitúa en el
pinar, que en poco nos deja en la pista que viene desde Villanúa. La tomamos
hacia arriba. Se pasa por otra fuente, la de los Abetazos, que nunca defrauda.
Tres cuartos de hora hasta aquí. En veinte minutos más se llega a Gabardito una
gran extensión de pastos poco pastados, que se han dejado colonizar por cantidad de
arbustos. Pasamos por el refugio y seguimos para bajar a cruzar uno de los
barrancos que alimenta al de Aguaré, el de la Añaza. Se sube al prado, y en
cuatro pasos ya al pinar, que tras pasar varios barrancos más, unos más grandes
que otros, el sendero nos saca a esa otra gran extensión de terreno de Lecherín
bajo, donde se encuentra el refugio y un abrevadero, que aprovechamos para
echar un bocado y tomar aliento para lo que nos espera, toda la empinada canal,
cuya primera parte vemos ya sin nieve.
Majada de Lecherín bajo |
Progresando por la nieve |
Pues manos a la obra. Nos
arrimamos a la entrada de la canal para fundirnos con sus zetas e ir tomando
altura, encontrando nieve a eso de los dos mil metros. Está dura, pero hay
huella. Quien lleva crampones se los pone, y los que no, pueden progresar sin
mayor dificultad. Una rampa y se llega a una pequeña explanada con dos
itinerarios. El de la derecha nos llevaría al paso del Sarrio. Tomamos el de la
izquierda, que es empinado y aconseja subirlo en diagonal. A su término se abre
ya el anfiteatro donde se encuentra la gruta que venimos a visitar.
En el anfiteatro de la gruta |
Llegando |
Todavía se encuentra con hielo
colgado del techo, que le da ese ambiente atractivo, y que en poco tiempo va a
terminar de caer. Es un espectáculo oculto en las entrañas calizas de estas
montañas, y que todos los años procuramos no perdernos. Descendemos hasta abajo
para posar con semejante telón de fondo. Y sin perder mucho tiempo vamos
saliendo para comenzar el descenso. Un descenso que se hace más cómodo porque
poco o mucho, la nieve se ha transformado en este rato. Llegada a la majada de
Lecherines y vuelta por el mismo itinerario hasta Gabardito.
Interior de la gruta |
Para el regreso al valle del Aragón,
optamos por descender por el barranco de Aguaré. Hasta llegar a su fondo, hay
unas gradas, que para superarlas te puedes ayudar de unas escalas y cadenas.
Luego otro tramo vertiginoso te lleva al cauce, que se cruza sin mayores
problemas, metiéndonos de nuevo en el bosque, que en media hora más nos saca a
la carretera a la altura de la gasolinera. Sólo resta acercarse hasta los
vehículos.
Tramo de escalas y cadena, en el barranco de Aguaré |
Una ruta ésta de las clásicas del
valle, que hay que hacer con regularidad. Hoy le hemos metido poco más de 6 horas
de tiempo total, del que 4 y media han sido en movimiento, para recorrer 15,6
km y salvar un desnivel acumulado +/- de 1250 metros. Una mañana diez, con
buena compañía en buen ambiente de montaña.
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