sábado, 16 de enero de 2021

Agüero - San Esteban - San Felices, en torno a los mallos pequeños

 


IXOS MONS
Agüero - San Esteban - San Felices
Viernes, 15 de enero de 2021

            En ocasiones acudimos a esa frase tan famosa de Schumacher, que daba título a un hermoso libro: “Lo pequeño es hermoso”. Porque sí, porque pensamos que tiene buen gusto el que se dedica a ver lo pequeño, a explorar lo pequeño, a disfrutar de lo pequeño… porque, aunque lo sea en su dimensión, es la mejor forma de hacerlo grande en su capacidad de hacernos vibrar, y que el conocimiento y la comprensión de lo pequeño proporciona el mejor acceso a lo grande.



            Agüero, topónimo que, según la Gran Enciclopedia Aragonesa, proviene del latín aquariu, y que tras varias derivaciones ha llegado a su nombre actual, significa “lugar de agua”, y de eso hay evidencias, especialmente en el tránsito por alto del barranco de la Rabosera, por debajo de la fachada oeste de los imponentes conglomerados de los mallos grandes, pero aunque pasemos a sus pies, es a los pequeños a los que vamos a rodear, y ampliamente, visitando, además, la ermita de San Esteban y la aldea de San Felices, por unas sierras calladas que siempre agradecen la visita con respeto de los caminantes.



            Estamos en una zona que se precia de ser territorio regio. Sí, Agüero, Murillo de Gállego y Riglos, Marcuello, Ayerbe y los más oscenses Sangarrén y Callén, conformaron el Reino de los Mallos, que lo fue durante 14 años, a caballo entre los siglos XI y XII, por ser la dote del rey Pedro I de Aragón a su segunda esposa, Berta, en sus esponsales, que se celebraron el 16 de agosto de 1097, en la recién consagrada catedral de Huesca, según informa la propia web del Reino de los Mallos, pero eso es historia… otra historia. La actual es que es un lugar amparado por varias figuras de protección: Lugar de Importancia Comunitaria (LIC ES2410064) “Sierra de Santo Domingo y Caballera”; Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA ES0000287) “Sierras de Santo Domingo, y Caballera y río Onsella”; formando parte del Ámbito del Plan de Recuperación del Quebrantahuesos en Aragón, así como del también Ámbito del Plan de Conservación del Águila-Azor Perdicera en Aragón, pero el espaldarazo ha sido la declaración de Monumento Natural de las Peñas de Riglos, Agüero y Peña Rueba en Decreto 174/2016 del 22 de noviembre. Todos estos reconocimientos han llegado cuando estas sierras ya estaban calladas, demasiado calladas, de todas maneras, bienvenidos sean, porque sirven para proteger fauna, flora y geología, aunque no hayan llegado a tiempo para proteger a las gentes, a sus usos y a sus costumbres.


            Por eso hay que visitarlas de vez en cuando, para disfrutar de ellas, para saborear sus encantos, para rendirles homenaje, porque… lo pequeño es hermoso. Y aquí hemos llegado, a la localidad más occidental de las tres que viven desde hace cientos de años bajo esas extraordinarias formaciones de conglomerados más longevas, mucho más longevas que ellas. Estamos en Agüero, con Marisa y Toño, y con ellos emprendemos la marcha en una mañana ventosa, muy ventosa. Comenzamos tomando el camino a Villalangua, según indica el primer indicador que nos encontramos. Vamos tomando altura poco a poco sobre la margen izquierda (derecha de la marcha) del barranco de la Rabosera a los mismos pies de los mallos grandes. Un sendero en el que nos vamos encontrando esa conducción de agua en forma de media caña, colmatada ya, y que seguramente tendrá mucho que ver con el topónimo del pueblo. 


            Al cabo de veinte minutos llegamos a un punto de interés. Por un lado, pinta que fuera el lugar de la captación del agua que se canalizaba por esa pequeña acequia, de hecho, nos encontramos un montón de elementos arrancados de su lugar y de su historia, todos amontonados; y por otro, desde aquí parte una pronunciada cuesta a la derecha, a tomar si quisiéramos rodear los mallos grandes, como ya hicimos en alguna ocasión, a cuyo comienzo se anuncia la entrada al Espacio Natural Protegido. Pero hoy nos vamos a lo pequeño, que es más grande, más largo el rodeo, queremos decir, y más con los añadidos de San Esteban y San Felices. Bueno, sin más dilación continuamos la indicación en dirección a Villalangua, para a los diez minutos detenernos de nuevo para visitar la cueva Al-Foraz, una enorme cavidad, aunque con poca profundidad, donde aprovechamos para tomar algunas imágenes.


            Continuamos el trabajado sendero, ya amortizado para el uso para el que fue concebido, el estado de las tablas de campos en las laderas de los montes circundantes es lo que nos dice. Se pasa por un curioso estrecho entre la pared y una gran aguja, también de conglomerado, y en cinco minutos abandonamos el sendero para tomar otro más estrecho, con la indicación de San Esteban a 1 hora, que nos baja al seno del barranco, que cruzamos y continuamos por él. En poco más de media hora alcanzamos la pista, collada Abadía según los mapas. La tomamos a la derecha, y la seguimos durante un cuarto de hora, para abandonarla y tomar el desvío, último ya, a la ermita de San Esteban, a la que llegamos enseguida. Situada bajo una enorme rallera, de nombre cerro Castellazo, cuyo orónimo ya dice bastante. Nos encontramos un pequeño edificio recuperado de la historia, cuyos orígenes, según Antonio Gª Omedes, pueden datar de comienzos del siglo XII. Es muy curioso, porque a lo largo de los años ha ido siendo objeto de reconstrucciones, quedando hoy en día el supuesto primer altar en el exterior, y orientado al este, como mandan los cánones románicos, no como el postizo del interior, que está en dirección contraria.



            Bocado y trago, en un lugar, se puede decir que con sus 1000 metros de altitud es la cima de hoy, y desde el que se ve nuestro siguiente hito, la aldea de San Felices, a la que nos dirigimos. Y para ello, volvemos sobre nuestros pasos hasta esa collada Abadía, para continuar por la pista, no sin antes admirar la vista que se nos abre al sur, con el embalse de la Sotonera brillando a lo lejos, entre los dos grupos de mallos. Nos resulta muy agradable tener que sortear buenos ejemplares de ganado vacuno, verdaderos héroes de estas sierras. Seguimos por la pista, decimos, y aquí viene el momento de confesar que nos hemos venido a estas latitudes huyendo un poco de los pisos nevados, para venir a tierra firma, pero desde este punto, nos metemos en unos pacos en los que se mantiene la nieve y el hielo en las anchas roderas, teniendo que circular entre ambas para mayor seguridad. Casi una hora desde la ermita para, caldeados ya por el sol, alcanzar la pista de San Felices, por la que discurre el GR 1 o Sendero Histórico, que recorre buena parte del norte de la península, cuya etapa 39 está acotada entre Murillo de Gállego y Biel, de 24,3 km. La tomamos, pues, dirección San Felices, y justo debajo, donde se forma el barranco homónimo gracias al caudal del de Artaso y el Villano, bien vigilados por un torreón que, posiblemente, formara parte de los orígenes de este emplazamiento, datados en el siglo XI, la señalización del GR 1 nos mete en un sendero que nos conduce a él, donde destaca, además del citado torreón, una enorme chaminera que más luciría sin remozar. 


          No hay mucho que ver, tan solo esquivar a un perro suelto con gran sentido de la propiedad, y pasar de puntillas por esos casi mil años de historia del lugar. Por no discutir de nuevo con el perro, nos volvemos por la pista, que da más vuelta y que también está cubierta de nieve y hielo, pero es un corto tramo, que está flanqueado por enormes ejemplares de cagicos esmochados, testigos vivientes de otros tiempos en los que eran codiciados por su madera como combustible doméstico. Volvemos sobre nuestros pasos hasta el arranque de la pista que nos ha traído desde San Bartolomé, para continuar por la nuestra y acompañar a ese GR 1 hasta el punto de partida en Agüero.


            Una ventosa, pero muy agradable mañana pasada entre mallos, por caminos de santidad y reconquistas, en la que hemos invertido 4h 35’ para recorrer 15,3 km, y salvar un desnivel acumulado total de 460 metros D+/-, por unas sierras calladas a las que hay que acudir de vez en cuando, porque… lo pequeño es hermoso.





Más fotos y el track

2 comentarios:

  1. Hola Chema.

    Bueno, pequeños, pequeños ... si los comparas con los Mallos de Riglos. Una circular muy bonita, que nosotros hicimos añadiéndole la subida a la Punta Común.

    El sendero que baja a San Felices nos gustó mucho. Lo del perro suelto, en fin, hay gente que se merece una buena denuncia, porque a mi compañero ese perro le mordió, hablamos con el dueño y "no encontraba la cartilla", quedamos en que nos hiciera una foto cuando la encontrará y no tuvimos nunca noticias ...

    Un saludo

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    1. Pequeños, me refería con relación a los que hay junto al pueblo. Lo de la Punta Común lo dejamos para otro día. Ya habrás visto que a la vuelta de San Felices ya no quisimos discutir con el perro y lo hicimos por la pista. Un saludo.

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