sábado, 27 de febrero de 2021

Pte. Zabalcoch - Zuriza, por las viejas sendas de Ansó

 


IXOS MONS
Puente Zabalcoch - Zuriza
Viernes, 26 de febrero de 2021

            A cada especie, dependiendo de las funciones a realizar, la Inteligencia Cósmica le ha dado unas facultades. Hay animales que brincan, saltan, corren, reptan, nadan, incluso vuelan. También el ser humano lo puede hacer con su imaginación. Los otros seres, vegetales y minerales, también poseen sus particularidades, que les facultan para el desarrollo de su vida, y aunque sean inferiores en la escala evolutiva, no significa que no podamos aprender de ellos. Eckhart Tolle, reconocido escritor alemán, nos dejó esta perla: Mira un árbol, una flor, una planta. Deja que tu conciencia descanse sobre eso. Qué tan quietos están, qué tan enraizados están en el Ser. Los árboles, las flores, las plantas en general, aunque puedan moverse como especie, no pueden hacerlo como individuos, pero son felices, porque poseen, entre otras virtudes, la de la paciencia, tan escasa en nuestras sociedades. Verla en ellos, admirarla, hacer esfuerzos para captarla, hacerla nuestra, enriquecerá nuestra conciencia para ser, para estar más en el Ser.



            Malos tiempos para la lírica, lo sabemos. Los ya de por sí solitarios caminos llevan meses siendo, sintiéndose, más solitarios todavía, y hoy lo hemos comprobado acudiendo de nuevo al valle de Ansó, para recorrer uno de ellos, preguntándonos la vida que llevarían antaño. El puente de Zabalcoch, a unos 8/9 km en la carretera de Zuriza es el punto de partida de esta ruta, que nos llevará a ese destino, subiendo lo que bajamos en la ruta de la borda Chimena, hasta la loma Paulín. De momento, vamos abrazados al río por su margen izquierda, derecha nuestra, por un bosque que rezuma humedad y frescura por todos sus poros, que unido a la cercanía del río y al solitario grado de temperatura, hace avivar el paso… claro está hasta que dejamos el río y cogemos el monte, que a base de zetas nos va subiendo hasta esa loma Paulín que tanto nos sorprendió ya en la otra ocasión. Pero aún hay algo que nos sorprende más, y es que la vemos con un habitante de lujo, un espléndido ejemplar de narciso amarillo que, o se ha despistado o ya anuncia la llegada de la primavera, y lo hace antes de que esos grandes almacenes nos bombardeen todos los años con esa cantinela, como acostumbran. Cuarenta minutos hasta aquí.







            En la parte alta, hay un poste con unas tablillas, en las que indican de dónde venimos, la dirección a Chimena y a Zuriza, y al llegar aquí la otra vez, nos quedamos pillados con ese itinerario, así que… aquí estamos, dispuestos a llegar a ese extraordinario paraje bajo los impresionantes paredones de los Tresverales, Espelungas y demás vástagos de la familia Alano. Tomamos, pues, el sendero hacia Zuriza, y enseguida nos engulle de nuevo el hayedo. A la media hora de Paulín, y justo antes de salir a otro praderío muy inclinado, hay que estar atentos para seguir por la derecha, porque los pies te llevan recto. Una vez en el descampado se nos ofrece una verdadera explosión de esos narcisos amarillos. Justo en lo más alto encontramos otro poste con tablillas indicando el itinerario que llevamos, y otro desvío nuevo, hacia el este, al mallo Espelunga. Tomamos nota y seguimos a lo nuestro.






            De nuevo al hayedo, que alguna ventana nos deja para ir admirando los paredones a cuya base nos dirigimos. Continuos subibajas, pero especialmente un brusco descenso, nos conducen al barranco de Tresveral, que rápidas baja las aguas de sus dominios. Si baja mayenco hay que tener cuidado al pasarlo, pero no es el único peligro, ya que después de hacerlo, los pies te llevan por un sendero evidente a la izquierda, pero no hay que seguirlo, ya que te lleva al propio barranco. Si costoso es bajar ese tramo, también lo es rectificar, y como intuimos que el bueno irá por arriba acortamos lo que podemos, llegando hasta la misma roca, que retrocediendo unos metros vemos claramente el sendero que sube desde el cruce del barranco, algo que desde él no habíamos visto.


            Reincorporados ya al sendero señalizado con las marcas verdiamarillas, tratamos de no dejarlas, aunque bien es cierto que algo escasas en algunos tramos hace que volvamos a despistarnos en el hayedo, lo que nos hace perder bastante tiempo, junto con la permanente retirada de ramas en el sendero, fruto de la nieve, los vientos y el no transitar el camino. Se va intercalando algún tramo próximo a la base de la pared, con sus vías de escalada, donde hace 3 años y 8 meses se estaba librando una batalla encarnizada, de la que aún se oyen los ecos, tras oírse un grito en el vacío que estremeció el alma del valle, y que gracias a una inquebrantable fuerza de voluntad se consiguió una segunda oportunidad.


            Se van viendo hitos de entrada a senderos casi imposibles, de acceso a esas vías de escalada. Otros tramos de pedrera vamos pasando, hasta tratar ya de tú al río. Finalmente, y al cabo de hora y tres cuartos desde el barranco vamos viendo la luz al final del túnel. Pasarela en el río y un panel informativo sobre el búnker de al lado, que pertenece a la “Línea P”, una serie de bunkers que conformaban un sistema defensivo a lo largo de todos los Pirineos, una obra megalómana que, de los 8000 proyectados, “solo” se construyeron la mitad y que, afortunadamente, nunca llegaron a emplearse.



            Bueno, pues queríamos venir a Zuriza y ya lo hemos hecho. Lo que no hacemos, a pesar de haberlo indicado en el track, es llegarnos hasta el camping, centro neurálgico de la zona, y es que hemos disfrutado más de la cuenta del camino, empleando como una hora de más entre pérdidas y limpiezas, y nos quedan como 5,5 km aún hasta el coche, al que tenemos que llegar ya por carretera, a no ser que algún alma caritativa nos recoja... como así fue, evitándonos como la mitad del recorrido. En definitiva, la ruta como tal, serían unos 6,9 km, pudiéndose recorrer en 3h 15’ / 3h 30’, con un desnivel acumulado total, aproximado, de 525 m D+ y 290 m D-, aunque le echamos del orden de 5 horas entre el entretenimiento del camino y el tramo de carretera.




            Contamos las cosas como son, y sin pretender desanimar a nadie. No todo el que venga se va a entretener ni en limpiezas ni en pérdidas, son caminos sin transitar, que la hojarasca en el hayedo se presta a cubrir la traza. Las vistas son espectaculares, merece la pena hacerlo, entre otras cosas porque, ya sabéis… se hace camino al andar.







Más fotos y el track, que intuyo no es fiel reflejo, ya que el tránsito bajo las paredes desvirtúa el relieve

















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