sábado, 12 de septiembre de 2020

Pico Otal, un revoltoso de los Tendeñera


AQUERAS MONTAÑAS
Pico Otal (2701 m)
Miércoles, 9 de septiembre de 2020


El pico Fenés y su imponente pared
            Peter Habeler es un gran montañero austríaco, que entre otras proezas consiguió inscribir su nombre en la historia del alpinismo como el primer escalador europeo en ascender la Gran Pared del Parque Nacional de Yosemite. Posteriormente, en su época himalayista, alcanzó la cumbre de varios ochomiles, entre otros el Everest, acompañando al gran Reinhold Messner en su carrera de consecución sin oxígeno de las catorce cumbres más altas de la Tierra. Fue precisamente al llegar al Campo Base de esta última cuando Peter dijo eso de “Yo no he conquistado el Everest, simplemente él me ha dejado estar ahí”. Y es algo que repetimos con cierta frecuencia porque lo compartimos plenamente, y que nos hace mantenernos a raya en ese estado de humildad frente a lo más grande, frente a las montañas y su profundo significado. Las montañas nos apasionan, las montañas nos enamoran, las montañas nos encandilan. Las montañas… las montañas nos conquistan.

Su majestad el Vignemale, Comachibosa por este lado

A la izquierda, los Gabietos, antes de ser invadidos
por las nieblas. A la derecha, Peña Blanca
            Sí. También la de hoy, y esta con más razón, porque es una montaña especial. Lejana por un sitio, empinada, muy empinada por otro, y llegados a sus faldas te obliga a echar las manos, como si de un acto reverencial se tratara. Solo tienes que entrar en su juego y dejarte querer, porque es eso lo que quiere, y si superas las dificultades, te ofrece unas vistas increíbles y unos pasos finales, ya a pie llano, de verdadero placer. La sierra de Tendeñera es infinita, y lo es en sus montañas, en sus valles, en sus contrafuertes, en sus abismos, y una de esas montañas, que no es de las tres más altas, pero sí forma parte de su tridente más característico, junto con la Peña Sabocos y la propia Tendeñera, es el pico Otal, que es la que nos ha conquistado hoy, y está contenta por ello… y nosotros, más. Una montaña mucho más picantona que muchos tresmiles, aun faltándole trescientos metros para ello.

La sierra de Tendeñera y su combinación cromática


Rincón en Otal
            Pero antes de meternos en faena cabe destacar la relación entre el pico y valle de Otal y la localidad, situada en Sobrepuerto, a 1465 metros de altitud que, aunque ya despoblado, es el pueblo más alto del Pirineo Central. Según nuestro informante, el escritor y etnólogo José Mª Satué, “… desde el s. XIV existe la Mancomunidad de Ganaderos del Valle de Broto, según Privilegio de Jaime II (1323), que incluía varios lugares de Sobrepuerto. Hay unos Estatutos en Broto, Casa del Valle. En el fondo de la Ribera de Otal pastaban las reses de Otal; Rincón de Ainielle (ladera del lado oeste); Faja de Basarán, franja alargada de la parte alta de la ladera norte; Montañeta de Bergua, ladera rocosa lado izqdo. barranco de Otal; Ayerbe en Plana Coma; Escartín, en Ordiso. Lo lógico de la relación, es que el nombre del pico derive de la Ribera de Otal, que así se llama, y esta del pastoreo de los vecinos de Otal, pero es difícil asegurarlo. Entre el pico de Otal y Tendeñera hay un paso hacia Soaso de Linás, de allí seguían a Otal”.

Uno de los rincones de la Ribera de Otal, en el que pastaban los vecinos de Sobrepuerto

LA APROXIMACIÓN Y EL ASCENSO
            Tras este baño histórico llevado a cabo por uno de los que más saben de estos pueblos y de estos montes, nos centramos en el nuestro, que destaca como el más oriental de la sierra, aunque hay otros menores conforme se le van bajando los humos y se agacha a beber del río Ara antes de mezclar sus aguas con las del Arazas en Puente los Navarros, y como muchas montañas, por no decir todas, tienes varios accesos. Son dos los que elegimos. Para subir optamos por hacerlo por el barranco del Turbón, y para el descenso por el propio valle homónimo, hasta San Nicolás de Bujaruelo.

Saliendo del bosque ya predomina el mundo mineral


Cruzando el barranco del Turbón
            Indudablemente, el ascenso por el barranco del Turbón es el más corto, pero por ello, el más empinado. Para hacernos una idea, en poco más de 4 kilómetros se ascienden casi 1500 metros, lo que da una ¡pendiente media superior al 35%! Para ello, se deja el vehículo en un apartadero de la pista de Bujaruelo, por encima del camping y junto a una torre de tendido eléctrico de las que afean el valle. Con Toño y Juan, emprendemos la marcha, e inmediatamente nos engulle el bosque, privándonos de vistas, y hasta casi de oxígeno, de lo frondoso y empinado del camino, pero a cambio nos ofrece su magia.


El panorama no está muy claro

            Poco a poco vamos alcanzando el nivel del barranco, hasta que al cabo de tres cuartos de hora lo cruzamos a su margen derecha. Continuamos por el sendero, con paso cansino pero decidido. Los bellos Gabietos, que se van abriendo a nuestra espalda, se van cubriendo de amenazantes nubes que los hacen más bellos todavía, una belleza que esperamos no se nos venga encima… aunque ganas tiene.

Impresionante la pared lisa de Fenés

Una de las varias entradas al sistema subterráneo
            Es inevitable asomarse a las grandes dolinas, foraus, foratos, se llaman por aquí, y que son entradas del gran sistema Arañonera, con galerías como la C-7 Surgencia de Santa Elena, con un recorrido cercano a los 10 kilómetros y sus más de 1300 metros de desnivel, que está considerada como la segunda travesía mundial con mayor desnivel, después de la austríaca Lampechstofen. Pero bueno, sigamos con lo nuestro, que es adentrarnos en el tirano mundo mineral mientras contemplamos la impresionante pared bajo el pico Fenés, a cuyos pies hay otra de esas entradas a los mundos subterráneos. Atravesamos una árida zona kárstica que, tras una última zona de tasca, nos acerca al collado, desde donde damos vista al característico valle glaciar de Otal, por cuyo seno discurre el río homónimo y la rectilínea pista. Dos horas, cuarenta minutos hasta aquí.

Valle glaciar de Otal

Al pie de las viras que ascienden a cima
            Continuamos por karst, y en tres cuartos de hora más, nos acercamos hasta la base de la montaña, una montaña que se nos venía echando encima, y que finalmente lo ha conseguido. Damos comienzo a la trepada, que vamos haciendo con sumo cuidado, dado lo descompuesto de la roca y lo empinada de la pendiente. Y en otros cuarenta minutos de reverenciales maniobras alcanzamos la cima, que nos recibe un tanto desapacible, y en la que no llegamos a estar más de veinte minutos. Más nos hubiera gustado, pero suficiente para dar el correspondiente repaso al territorio, con sus elevaciones, entre las que destacan las cercanas Tendeñera y Sabocos, en corto, y su majestad el Vignemale, algo más retirado; elevaciones y valles que median entre ellas, como por ejemplo el de Ordesa, que se nos muestra ya con ganas de otoño. Pero lo que sí llama poderosamente la atención son los vívidos colores que rodean estas montañas, las blancas calizas y las rojas areniscas, que destacan entre los pastos verdes.

Toño en el collado



















Juan, absorto por el paisaje



















En la cumbre del Otal, con Tendeñera y Sabocos al fondo
Ya estamos cerca

EL LARGO DESCENSO
Barranco de Sorrosal hacia el sur
            El regreso lo hacemos, como decíamos, por el valle de Otal, pero para ello hemos de desandar el tramo hasta el collado, y con sumo cuidado hacemos el destrepe, más expuesto si cabe que la trepada. En algo más de una hora nos presentamos en el collado, para disponernos a realizar el largo, larguísimo descenso, que comienza con un empinado y pedregoso sendero, incómodo, pero bien marcado, algo que no tiene continuidad y que provoca que con Juan nos embarquemos por entre los barranquizos, en un arriesgado descenso hasta alcanzar el fondo del valle, lo que conseguimos en más de dos agónicas horas.

El empinado comienzo del descenso

Enormes paredones que cierran el circo de Otal
            

            La paz se cierne sobre el valle al formar parte del apacible tránsito por la pista. Vamos dejando atrás el refugio, y con él este extraordinario circo, custodiado por abruptas montañas, mientras nuestros pasos nos van sacando ya hacia el principal, al del Ara, al que llegamos tras burlar algunas lazadas de la pista. Una vez en San Nicolás de Bujaruelo, nos espera Toño, que ha acertado más que nosotros con el no camino.



El río Otal nos ofrece sus brillos

            Como era impresentable ofrecer el track tal y como se grabó en el descenso, se han corregido los puntos, ajustándolos al camino que ofrece el TopoPirineos 8 de Base Camp, en la confianza de que sea más practicable que lo que nosotros hicimos. De cualquier modo, nos salieron efectivos 13,9 km, transitados en 9h 25', lo que se podría haber hecho bien en menos de 8, con un desnivel acumulado total de 1475 m D+ y 1400 m D-, en una súper jornada montañera, por una súper montaña, con una súper buena compañía.






Las fotos y el track


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