martes, 24 de septiembre de 2019

Tendeñera, la fascinante reina de la fiesta

AQUERAS MONTAÑAS
Tendeñera (2845 m)
Lunes 23 de septiembre de 2019



            El metro, como unidad de medida, se creó, se definió en París, concretamente en la Academia de Ciencias de Francia, en los tiempos de Napoleón. Es fácil deducir, por tanto, que cuando los movimientos orogénicos alzaron estas cumbres hacia el infinito no entraba en sus planes lo de tenerlo en cuenta. La Tierra es un ser vivo, es decir, en constante movimiento, por lo que es fácil de deducir también que, aunque nos sea imperceptible, no ha terminado de asentarse el sustento de nuestro planeta. Son reflexiones que convergen en el hecho de que hoy en día cada montaña tiene su altura, y en los Pirineos unas pocas superan los tres mil metros. Las hay que están orgullosas de ello, y con razón, otras que no se lo merecen tanto, y otras por el contrario que no llegan aun mereciéndoselo, pero ahí están, dispuestas a enseñar sus encantos, que los tienen. Es el caso de Tendeñera, la reina de la fiesta.

La Ripera, una de las damas de honor de la reina

El forau del Diaple, en las catacumbas del reino
          La reina de la fiesta, sí. Se lo cree. Se lo hacemos creer. Aunque sabe que en el fondo lo compartimos. Porque sabe que en definitiva, los reyes nos sentimos nosotros al permitirnos acceder a su reino. Un reino en el que nos complace sumamente entrar, porque hoy estamos de estreno. Estrenamos mes, Libra; estrenamos estación, otoño; estrenamos reino, sierra, montaña: Tendeñera. Y estrenamos ilusión por echarnos, una vez más, al monte, porque cada día es distinto, cada montaña es distinta, aunque sea la misma, porque aunque lo fuere sería en día distinto. Pero hoy, hoy nos acercamos a una larga y sanamente codiciada. Codiciada también por los que se reparten el territorio, porque es una montaña grande, es una montaña que da juego a tres municipios: Panticosa, Yésero y Torla y a dos comarcas; los dos primeros del Alto Gállego, y el último de Sobrarbe. Tres municipios y dos comarcas hermanados en los 2845 metros del punto más alto de esta montaña y de esta sierra. Como para no ser la reina de la fiesta.

Punta de la Ripera y Mallo las Blancas, más damas de honor

El Midi d'Ossau acariciado por los primeros rayos de sol
            Tendeñera es una de esas montañas lejana, altiva, pero que se hace querer. Preside la sierra a la que le aporta el nombre. Una de las llamadas Sierras Interiores de los Pirineos, que no participa de su eje, pero que pudiéndoselo tomar a mal, le ha dado la vuelta y lo ha convertido en virtud, porque ofrece unas vistas sobre él, y no solo sobre el, que sobrecoge. Es su gran valor, y de él hemos tenido el privilegio de participar con su ascenso…. También con su descenso, del que hemos vuelto más curtidos, más sabios, más gozados.

En el arranque de una bonita jornada de Alta Montaña


APROXIMACIÓN
Bella estampa, de las que escasean
            Montaña esta que se muestra altiva sobre los cuatro costados. Montaña esta, que se ofrece a ser ascendida por varios sitios, todos de enorme belleza. Hemos elegido hacerlo desde un lugar próximo al ibón de Sabocos, al que accedemos por pista forestal desde Hoz de Jaca. Con Toño, un par de Carlos, y 5º C, salimos para conectar estos bellos rincones con otro que no le va a la zaga, el Rincón del Verde, para lo que hemos de ascender hasta el collado de Sabocos, o del Verde, según mapas, acariciado por las sureñas faldas del pico del mismo nombre. No cabe duda de que estamos en ese dominio, en el del Verde, porque aquí todo lo es.   

Ibón de Sabocos bajo su peña

Refugio del Verde
            En menos de tres cuartos de hora el sendero se convierte en pista, que seguimos, pasando por el refugio, también del Verde, asombrados por los enormes paredones de las estribaciones de esta imponente sierra de Tendeñera, Peña del Verde, Mallo de las Peñas, Peña Forato, con su Forato de los Diaples, o de los diablos, que alberga una de las cavidades mayores de la cordillera, amén de ser origen de leyendas relacionadas con el inframundo. Continuamos nuestro camino hasta dar con el fondo del barranco de la Ripera, desde donde, tras hora y media, comienza realmente nuestra ascensión.

Pico del Verde

ASCENSO
Salto de Tendeñera
            Desde la cabecera de este bellísimo valle de la Ripera, y con la vista ya en el salto de Tendeñera, porque a ese dominio ya nos dirigimos, hay que tomar un sendero que de forma diagonal lo supera, para introducirnos ya en el barranco del Puerto de Tendeñera, un pequeño valle colgado, con su refugio de pastores, y que desde este nos conduce hasta el collado en menos de una hora. Nos vamos encontrando con marcas rojiblancas que suponemos serán del antiguo GR 11. Nuestro objetivo ya nos tiene en su radar, y nos va a ir acompañando visualmente hasta que nos tenga encima. Es una gran pala a la derecha de un promontorio puntiagudo que presume de escudero, pero que es todo fachada.

Valle de Otal

El sol se mece en la hierba, antes de llegar al collado
            Llegados al collado, nuestra recompensa es dar vista al valle de Otal, un magnífico valle de origen glacial que vierte al río Ara por encima de Bujaruelo. En su cabecera encontramos rincones con nombres como Faja Basarán o Rincón de Ainielle, que con el propio de Otal evocan localidades del cercano Sobrepuerto a las que pertenecían. El resto de vistas que se nos ofrecen las dejamos para más arriba, que se irán mostrando con más esplendor. Tomamos camino a la derecha, encontramos una alambrada de la güega con Torla. Poco a poco nos introducimos en un mundo de caos pétreo que vamos atravesando siguiendo los hitos, aunque no es fácil, porque hay varios itinerarios y despistan.

Progresando por el caos de piedras

Cuesta final
            Tras remontar una corta, pero dura cuesta llegamos a superar ese promontorio que veíamos acompañando a Tendeñera, pero que ya se le han bajado los humos y tan solo es el saliente de un extenso plató que hace de ante cima, porque aún nos queda tajo. Bueno, media hora, no es tanto, como unos 140 metros de desnivel, que acometemos seguidamente, para lo que nos dirigimos hacia el sur para asomarnos hacia otro mundo, el de las faldas, enormes faldas, que esta montaña despliega hacia esa vertiente. Barranco de Sorrosal, del Puerto, del Infierno, de Gavín, con los cordales que los configuran. Arco Norte de Sobrepuerto, con Pelopín, Erata, Manchoya; el apacible valle de Broto

Por las alturas, con el Cañón de Ordesa al fondo

Barrancos del Puerto y del Infierno
            La última cuesta se agarra, pero es mitigada con esa ilusión de llegar, y para ello hay que pasar por una cresta, corta, pero valiente, a pie llano, sí, pero que no admite errores, las profundidades a ambos lados son abismales. Finalmente, y tras casi cinco horas entre aproximación y ascenso alcanzamos lo alto de esta montaña y de esta sierra, que comparten nombre, que comparten vistas, que comparten belleza, que comparten sentimiento con nosotros, que hemos visto culminado nuestro esfuerzo… bueno, al menos la mitad, que hay que volver. Pero antes aprovechamos bien este corto momento, porque va a formar parte de otros tantos inenarrables, esos que están en las runas de la memoria con la etiqueta de “momentos plenos”, que son los que pasas encima de una montaña cuando te ha conquistado.

Tres hombres y un destino

DESCENSO
La reina de la fiesta. Fascinante
            El cresterío que se abre hacia la Peña Otal, es francamente tentador, pero tendrá que esperar. Breve ha sido, sí. Breve ha sido la estancia en esta cumbre, una atalaya privilegiada sobre todo nuestro entorno, el cercano y el lejano. Muchas son las montañas que reconocemos, otras que no, y otras que buscamos y no encontramos. Breve, sí, porque el cielo empieza a estar ocupado por nubes de las que desconocemos sus intenciones. No nos paramos ni a echar un bocado, solo abrazos y fotos. Con las mismas, comenzamos el descenso por el mismo sitio, parando en ese amplio plató para, ahora sí, hacer un alto y reponer fuerzas.

Hace duelo bajar

Bello paisaje, presidido por el Vignemale
            Y no mucho más, que aunque largo, es volver por el mismo itinerario, collado, barranco de Tendeñera, cabecera de la Ripera, Rincón del Verde, y lo que peor sienta, subir hasta el collado de Sabocos, que aunque es tendido, no dejan de ser 400 metros de desnivel. Bajar al ibón, refugio, y último repecho para luego bajar al coche, al que llegamos después de 9h 15’ de tiempo total, del que poco más de 7 horas han sido en movimiento, para recorrer 21,2 km, y salvar, según nuestro GPS, un desnivel acumulado de 1930 metros D+/-, concluyendo así una ascensión que, aunque larga en su aproximación, ha merecido la pena, porque ha sido a la fascinante reina de la fiesta.

Las fotos y el track

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