AQUERAS MONTAÑASTendeñera (2845 m)Lunes 23 de septiembre de 2019
El metro, como unidad de medida,
se creó, se definió en París, concretamente en la Academia de Ciencias de
Francia, en los tiempos de Napoleón. Es fácil deducir, por tanto, que cuando
los movimientos orogénicos alzaron estas cumbres hacia el infinito no entraba
en sus planes lo de tenerlo en cuenta. La Tierra es un ser vivo, es decir, en
constante movimiento, por lo que es fácil de deducir también que, aunque
nos sea imperceptible, no ha terminado de asentarse el sustento de nuestro
planeta. Son reflexiones que convergen en el hecho de que hoy en día cada
montaña tiene su altura, y en los Pirineos unas pocas superan los tres mil
metros. Las hay que están orgullosas de ello, y con razón, otras que no se lo
merecen tanto, y otras por el contrario que no llegan aun mereciéndoselo, pero
ahí están, dispuestas a enseñar sus encantos, que los tienen. Es el caso de Tendeñera, la reina de la fiesta.
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La Ripera, una de las damas de honor de la reina |
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El forau del Diaple, en las catacumbas del reino |
La reina de la fiesta, sí. Se lo
cree. Se lo hacemos creer. Aunque sabe que en el fondo lo compartimos. Porque
sabe que en definitiva, los reyes nos sentimos nosotros al permitirnos acceder a su reino. Un reino en el que nos complace sumamente entrar, porque hoy
estamos de estreno. Estrenamos mes, Libra; estrenamos estación, otoño;
estrenamos reino, sierra, montaña: Tendeñera. Y estrenamos ilusión por echarnos,
una vez más, al monte, porque cada día es distinto, cada montaña es distinta,
aunque sea la misma, porque aunque lo fuere sería en día distinto. Pero hoy, hoy nos
acercamos a una larga y sanamente codiciada. Codiciada también por los que se
reparten el territorio, porque es una montaña grande, es una montaña que da
juego a tres municipios: Panticosa, Yésero y Torla y a dos comarcas; los dos
primeros del Alto Gállego, y el último de Sobrarbe. Tres municipios y dos
comarcas hermanados en los 2845 metros del punto más alto de esta montaña y de
esta sierra. Como para no ser la reina de la fiesta.
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Punta de la Ripera y Mallo las Blancas, más damas de honor |
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El Midi d'Ossau acariciado por los primeros rayos de sol |
Tendeñera es una de esas montañas
lejana, altiva, pero que se hace querer. Preside la sierra a la que le aporta
el nombre. Una de las llamadas Sierras Interiores de los Pirineos, que no
participa de su eje, pero que pudiéndoselo tomar a mal, le ha dado la vuelta y
lo ha convertido en virtud, porque ofrece unas vistas sobre él, y no solo sobre
el, que sobrecoge. Es su gran valor, y de él hemos tenido el privilegio de
participar con su ascenso…. También con su descenso, del que hemos vuelto más
curtidos, más sabios, más gozados.
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En el arranque de una bonita jornada de Alta Montaña |
APROXIMACIÓN
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Bella estampa, de las que escasean |
Montaña esta que se muestra
altiva sobre los cuatro costados. Montaña esta, que se ofrece a ser ascendida
por varios sitios, todos de enorme belleza. Hemos elegido hacerlo desde un
lugar próximo al ibón de Sabocos, al que accedemos por pista forestal desde Hoz
de Jaca. Con Toño, un par de Carlos, y 5º C, salimos para conectar estos bellos
rincones con otro que no le va a la zaga, el Rincón del Verde, para lo que
hemos de ascender hasta el collado de Sabocos, o del Verde, según mapas,
acariciado por las sureñas faldas del pico del mismo nombre. No cabe duda de
que estamos en ese dominio, en el del Verde, porque aquí todo lo es.
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Ibón de Sabocos bajo su peña |
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Refugio del Verde |
En menos de tres cuartos de hora
el sendero se convierte en pista, que seguimos, pasando por el refugio, también
del Verde, asombrados por los enormes paredones de las estribaciones de esta
imponente sierra de Tendeñera, Peña del Verde, Mallo de las Peñas, Peña Forato,
con su Forato de los Diaples, o de los diablos, que alberga una de las
cavidades mayores de la cordillera, amén de ser origen de leyendas relacionadas
con el inframundo. Continuamos nuestro camino hasta dar con el fondo del
barranco de la Ripera, desde donde, tras hora y media, comienza realmente nuestra
ascensión.
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Pico del Verde |
ASCENSO
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Salto de Tendeñera |
Desde la cabecera de este
bellísimo valle de la Ripera, y con la vista ya en el salto de Tendeñera,
porque a ese dominio ya nos dirigimos, hay que tomar un sendero que de forma
diagonal lo supera, para introducirnos ya en el barranco del Puerto de
Tendeñera, un pequeño valle colgado, con su refugio de pastores, y que desde
este nos conduce hasta el collado en menos de una hora. Nos vamos encontrando
con marcas rojiblancas que suponemos serán del antiguo GR 11. Nuestro objetivo
ya nos tiene en su radar, y nos va a ir acompañando visualmente hasta que nos
tenga encima. Es una gran pala a la derecha de un promontorio puntiagudo que
presume de escudero, pero que es todo fachada.
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Valle de Otal |
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El sol se mece en la hierba, antes de llegar al collado |
Llegados al collado, nuestra
recompensa es dar vista al valle de Otal, un magnífico valle de origen glacial
que vierte al río Ara por encima de Bujaruelo. En su cabecera encontramos
rincones con nombres como Faja Basarán o Rincón de Ainielle, que con el propio
de Otal evocan localidades del cercano Sobrepuerto a las que pertenecían. El
resto de vistas que se nos ofrecen las dejamos para más arriba, que se irán
mostrando con más esplendor. Tomamos camino a la derecha, encontramos una
alambrada de la güega con Torla. Poco a poco nos introducimos en un mundo de
caos pétreo que vamos atravesando siguiendo los hitos, aunque no es fácil,
porque hay varios itinerarios y despistan.
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Progresando por el caos de piedras |
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Cuesta final |
Tras remontar una corta, pero
dura cuesta llegamos a superar ese promontorio que veíamos acompañando a
Tendeñera, pero que ya se le han bajado los humos y tan solo es el saliente de
un extenso plató que hace de ante cima, porque aún nos queda tajo. Bueno, media
hora, no es tanto, como unos 140 metros de desnivel, que acometemos
seguidamente, para lo que nos dirigimos hacia el sur para asomarnos hacia otro
mundo, el de las faldas, enormes faldas, que esta montaña despliega hacia esa
vertiente. Barranco de Sorrosal, del Puerto, del Infierno, de Gavín, con los cordales que
los configuran. Arco Norte de Sobrepuerto, con Pelopín, Erata, Manchoya; el
apacible valle de Broto…
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Por las alturas, con el Cañón de Ordesa al fondo |
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Barrancos del Puerto y del Infierno |
La última cuesta se agarra, pero
es mitigada con esa ilusión de llegar, y para ello hay que pasar por una
cresta, corta, pero valiente, a pie llano, sí, pero que no admite errores, las
profundidades a ambos lados son abismales. Finalmente, y tras casi cinco horas
entre aproximación y ascenso alcanzamos lo alto de esta montaña y de esta
sierra, que comparten nombre, que comparten vistas, que comparten belleza, que
comparten sentimiento con nosotros, que hemos visto culminado nuestro esfuerzo…
bueno, al menos la mitad, que hay que volver. Pero antes aprovechamos bien este
corto momento, porque va a formar parte de otros tantos inenarrables, esos que
están en las runas de la memoria con la etiqueta de “momentos plenos”, que son
los que pasas encima de una montaña cuando te ha conquistado.
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Tres hombres y un destino |
DESCENSO
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La reina de la fiesta. Fascinante |
El cresterío que se abre hacia la
Peña Otal, es francamente tentador, pero tendrá que esperar. Breve ha sido, sí.
Breve ha sido la estancia en esta cumbre, una atalaya privilegiada sobre todo
nuestro entorno, el cercano y el lejano. Muchas son las montañas que
reconocemos, otras que no, y otras que buscamos y no encontramos. Breve, sí,
porque el cielo empieza a estar ocupado por nubes de las que desconocemos sus
intenciones. No nos paramos ni a echar un bocado, solo abrazos y fotos. Con las
mismas, comenzamos el descenso por el mismo sitio, parando en ese amplio plató
para, ahora sí, hacer un alto y reponer fuerzas.
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Hace duelo bajar |
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Bello paisaje, presidido por el Vignemale |
Y no mucho más, que aunque largo,
es volver por el mismo itinerario, collado, barranco de Tendeñera, cabecera de
la Ripera, Rincón del Verde, y lo que peor sienta, subir hasta el collado de
Sabocos, que aunque es tendido, no dejan de ser 400 metros de desnivel. Bajar
al ibón, refugio, y último repecho para luego bajar al coche, al que llegamos
después de 9h 15’ de tiempo total, del que poco más de 7 horas han sido en
movimiento, para recorrer 21,2 km, y salvar, según nuestro GPS, un desnivel
acumulado de 1930 metros D+/-, concluyendo así una ascensión que, aunque larga
en su aproximación, ha merecido la pena, porque ha sido a la fascinante reina
de la fiesta.
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