AQUERAS MONTAÑAS
Mgoun Oeste (3978 m)
Ighil Mgoun (4071 m)
Sábado 24 a sábado 31
de agosto de 2019
“Le sentiment de la
nature c’est l'expression de la civilisation. Le corps est nettoyé et restauré
avec l'air subtil des hauteurs et l'âme est nettoyée et restaurée avec le
silence des cimes”.
Palabras
de Miguel de Unamuno, uno de los
máximos exponentes de la generación del 98, y las citamos en francés por ser
una de las lenguas no oficiales de Marruecos, país con el que estuvo vinculado al oponerse públicamente a la campaña española
contra ese país en los años 20 del siglo pasado, algo que le valió, por parte
del dictador Primo de Rivera, el
destierro a la isla canaria de Fuerteventura
en febrero del 24. Pero centrémonos en las palabras:
“El sentimiento por la
Naturaleza es la expresión de la Civilización. El cuerpo se limpia y restaura
con el aire sutil de las alturas, y el alma se limpia y restaura con el
silencio de las cumbres”.
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Cielos del Atlas, en Azib Ikkis |
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De camino a las montañas |
Centrémonos,
decimos, porque es ahí donde queremos ir a parar, es ahí en donde queremos
estar, en la naturaleza, concretamente en las montañas, como una de sus máximas
expresiones. Porque son ellas las que nos aportan esa limpieza de la que
siempre andamos deficitarios debido al alejamiento voluntario, a ese destierro
voluntario que hace el ser humano de su existencia. Quizá el resto de seres
vivos, animales, vegetales, minerales, no tengan conciencia de ello, porque no
lo necesitan, pero el ser humano sí, el ser humano sí que necesita tener
conciencia y consciencia, porque cuanto más se aleja de la fuente más se
debilita. Es por eso que siempre que podemos nos dirigimos a las montañas, nos
dejamos conquistar por ellas, porque sabemos que solo acercando nuestro
diapasón al de ellas podremos vibrar al unísono. Es por eso que siempre que
podemos nos acercamos a las montañas, porque queremos participar de su belleza,
de su austeridad, de su generosidad, de sus altas cimas que como antenas se
dirigen hacia el infinito.
Es
por eso.
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Montaña humanizada, en Aït Said |
Es
por eso que en esta ocasión, como en otras anteriores, hemos querido comprobar
que no tienen fronteras, que cambian las gentes, las culturas, pero no el
sentimiento. Es el ser humano y las montañas. El ser humano frente a las
montañas. El ser humano entre las montañas. En esta ocasión, hemos sido ocho los
participantes en esta incursión a otra cordillera, la del Atlas, que se
extiende por todo el norte de África a lo largo de 2400 km. Ocho mayencos que
han puesto su punto de mira en ella, concretamente en la zona marroquí del
Mgoun.
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En Barajas, antes de completar el grupo |
Sábado, 24
de agosto. Jornada de llegada. Jaca – Marrakech.
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Mezquita de Koutoubía |
De unas y otras procedencias vamos llegando a Marrakech, que con más de un millón de
habitantes, es una de las mayores capitales del reino alauí, y que junto a Rabat, Mequinez y Fez, forma la Red de Ciudades Imperiales de Marruecos.
A partir de ese momento estamos en manos de Mohamed, el guía que Atlas Aventura y Trekking por Marruecos pone a nuestra disposición para los días venideros. Nos recogen en
el aeropuerto, y directos al hotel Alí,
en plena plaza de Yamaa el Fna, no
solo una de las más concurridas del continente, sino del mundo entero. Junto a
ella se encuentra el zoco más grande del estado, y la mezquita Koutoubía, del siglo XII y la mayor de la ciudad, que sirvió
de inspiración para la construcción de
la Giralda de Sevilla.
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Calesas a la espera de clientes |
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Encantadores de serpientes... literal |
Justo tiempo para dejar los pertrechos en el hotel y
darse una vuelta por allí, a unas horas que rebosa actividad, donde se mezclan
los olores miccionales humanos, con las defecaciones de los caballos de las
calesas, con hombres tirados por los jardines, con cobras haciendo abdominales
al son de la música, con monos enjaulados, con aguadores y con cientos de
puestos y gente deambulando que te venden de todo. Hay quien dice que hay que
conocer estas cosas, personalmente no necesitamos más de diez minutos para ello.
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Comienza la aventura... de momento con rodante |
Domingo, 25
de agosto. Jornada previa: Marrakech
– Aït Said.
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Cargando el material |
Jornada de tránsito carretero para internarnos en las
montañas. Desayuno en el bar de abajo y al filo de las ocho y media viene el
microbús que nos va a hacer ese tránsito. Viene cargado con todo el material de
campaña más la comida para estos días, a lo que hay que añadir nuestros petates
y mochilas. Hacemos alguna parada por el camino, para comprar vino, tabú en
estos sitios, y para descansar.
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Todo listo |
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Cascadas de Ouzoud |
Como a unos 150 km, en ruta paramos para visitar las cascadas Ouzoud, que toman el nombre
del río, y que en bereber significa “oliva”,
haciendo alusión a la gran cantidad de olivos en la zona. Con más de 100 metros
de altura, están consideradas como las más altas y bellas del país. Desde
luego, dignas de ver, pero el que piense que va a ir allí a fundirse con un
fenómeno de la naturaleza, está aviado porque con lo que se va a fundir es con
una auténtica peregrinación de gente subiendo y bajando cientos de escaleras
para llegar a la base de las mismas, donde se baña otro tropel de gente y se
dan unas vueltas en unas barcazas. También con puestos de venta en todo el
recorrido, principalmente de comida.
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El CP Mayencos en las cascadas de Ouzoud |
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En el Essaada |
De nuevo al microbús para acercarnos a Azilal, que con más de treinta mil
habitantes es la capital de la región homónima. La comida se realiza en el
restaurante Essaada, donde tomamos el primer contacto con la típica comida
local, cocinada en el Tajín, que consiste en un plato de barro barnizado, en el que
se depositan los ingredientes, que pueden ser vegetales, animales, o una
combinación de ambos, con un tape cónico que impide que se desaproveche el
vapor que exhalan al estar sobre otro plato metálico con brasas. Bueno, pues no
es mal comienzo.
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Descargando en Aït Said |
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Gite d'etape Tamazirt |
Damos una vuelta por los alrededores de la mezquita y
al bus. Al cabo de otra hora y media, y ya en pleno Valle de Bougamés, paramos en Agouti para aprovisionarnos de agua
embotellada que, mucho pesa en nuestras conciencias tanto derroche polimérico,
pero más abajo pesaría el ir ligero de vientre. Finalmente, algo pasadas
las cinco de la tarde, y tras más de ocho horas y media, llegamos a nuestro
destino de hoy, Aït Said,
a más de 1900 metros de altitud, donde nos alojamos en el gite d’etape Tamazirt. Vaciamos el bus de nuestros pertrechos y
los comunes. Primer contacto también con la hospitalidad local, de merecida
fama. Con el té de media tarde y con los catres.
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El té de media tarde |
Lunes 26 de agosto – Primera Jornada: Aït Said –
Tarkeddit.
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Listos para salir |
Amanecemos con ganas de andar, con ganas de recorrer
esos caminos que nos van a llevar hasta nuestro objetivo, el Mgoun, y el
regreso. Es al filo de las siete cuando, sin haber llegado las mulas y sus
muleros, nos ponemos a andar. Y lo hacemos por las callejuelas de esta aldea,
sintiéndonos como protagonistas de una película ambientada en la Edad Media,
con sus calles sin asfaltar, sus casas de adobe, sus animales… Finalmente
salimos y tomamos un camino junto al río
Arous, que riega una exigua huerta por el entorno de Azib Ikkis, un núcleo diseminado de casas pastoriles a 2250 metros
de altitud.
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Callejeando por Aït Said |
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Ascendiendo hacia el primer collado |
Abandonamos el valle principal para tomar otro a la
derecha, que dejando a uno y otro lado más corrales con vida pecuaria local,
nos sube al collado de Oumchiyk, para seguir ascendiendo hasta el de Tarkeddit, que con sus 3390 metros es
nuestro techo de hoy. En la subida adelantamos a un grupo de holandeses con
pocas pintas de montañeros, y que va a dar mucho juego a lo largo de los
próximos días. El viento es fuerte, y ya nos hemos puesto ropa de agua en el
ascenso, pero no es óbice para que busquemos un abrigo y echemos un bocado.
Llevamos más de cuatro horas y media, y no es mucho lo que nos queda para los
prados del mismo nombre, donde ya vislumbramos el refugio.
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Superado el collado de Oumchiyk, bajo el Ighil-n Ikkis |
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El grupo a la llegada al refugio de Tarkeddit |
Solo queda ya el bajar
hasta ese lugar, de apariencia plácida, aunque esté la tarde estorbada. Nos
lleva algo más de una hora. Llegamos lloviendo, y se agradece entrar en el
refugio, donde nos sirven el té de media tarde, aunque sea mediodía. Al poco
llegan nuestras mulas, lo que significa montaje del campamento, algo de lo que
se ocupan los muleros, el guía y el cocinero, y que consiste, de momento, en el
montaje de dos jaimas, una para la
cocina y otra multiusos, cuarto de estar, comedor y dormitorio para nosotros, aunque se prestan a montar tiendas si queremos. Al filo de las tres de la tarde
nos acercamos por allí, y la pasamos familiarizándonos con esta forma nómada de
vida, en una tarde desapacible y con rachas de agua.
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El té en el interior de la jaima |
Se monta una tienda, que
desahoga la población de la jaima. A
las 7 cena, y a ver poco a poco caer la noche sobre este espectacular valle
habitado en este punto por el refugio, nuestras jaimas y las de los holandeses. Tras darle un repaso al firmamento,
que fulgurante se presta a ello, a las 9 a dormir… bueno, a pasar la noche.
Resumen técnico primera jornada: Aït Said – Tarkeddit:
Distancia:
13,5 Km.
Tiempo
total: 6h 10’. En movimiento: 5h 15'.
D+:
1705 m. D-: 680 m.
Altura
Máx: 3390 m. (Collado Tarkeddit).
Altura
Mín: 1908 m. (Aït Said).
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La noche a la luz de la luna |
Martes 27
de agosto – 2ª Jornada: Tarkeddit –
Fuentes de Oulilimt.
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Así comienza esta segunda jornada |
Ha llegado el gran día. El día central del tour. El
día de la ascensión al Mgoun. Y comienza temprano, antes del alba, que nos
pilla a una hora ya del comienzo. Un alba que nos descubre un paisaje con
tintes lunares, y un sendero a lo lejos que se va empinando, tomando altura
para alcanzar uno de los bordes de la olla por la que vamos dejando nuestros
pasos. Es un collado, sin nombre localizado en los mapas, y que a 3900 metros
nos da visibilidad sobre este espectacular circo del Mgoun y su cresta para
alcanzarlo.
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Hacia el alba |
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Ascendiendo el Mgoun Oeste |
Estamos bajo uno de los picos que lo conforman, el Mgoun Oeste, que se aúpa para alcanzar
los cuatro mil metros, sin terminar de conseguirlo. Mientras unos continúan
para llegar a la cresta, otros subimos la dura, pero corta rampa, para
alcanzarlo entre muy fuertes rachas de viento, que nos van a acompañar ya
mientras estemos por estas alturas. Foto de rigor y comienzo del cresteo, que
visibiliza la vertiente sur de este imponente macizo, con apariencia más
humanizada a juzgar por los corros verdes que ponen de manifiesto un
aprovechamiento de la tierra.
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El grupo cimero del Mgoun Oeste |
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Por la cresta hacia el Mgoun |
Hora y veinte minutos para recorrerla en su totalidad.
Hora y veinte minutos soportando infernales rachas de viento que azota cuerpos y almas y
que viene a complementar el silencio al que se refería Unamuno en su frase de cabecera.
Pasamos bajo una cima intermedia agraciada con esa mítica cota del cuatro mil,
y llegamos por fin a nuestro techo de hoy, techo del macizo y cuarta altura de
la cordillera y del país, el Mgoun, con sus 4071 metros, habitado por una
pequeña estructura metálica, junto a la que vamos posando unos y otros para
inmortalizar el momento. Un momento polarizado entre el frío del exterior y el
calor interno que produce el compartir la sensación de habernos dejado
conquistar por esta montaña.
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Un circo de grandes proporciones |
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El grupo llega a la cumbre |
No queríamos creerlo, pero ahora se nos hace presente
en toda su crudeza. El sendero de bajada que íbamos viendo desde la cresta, por
un infinito canchal, nos va engullendo sin piedad. Más de hora y media le
metemos, con una parada intermedia para echar un bocado, y llegar al fondo del
barranco, por el que un exiguo caudal de agua contrasta con el entorno, y donde
aprovechamos para otro descanso y bocado. La salida se hace sobre una loma
volcánica, que acrecienta el aspecto lunar del recorrido. Nos vamos situando a
distancia sobre el lecho seco del río Mgoun, que de chicorrón lleva el nombre de Oulilimt, al que llegamos para
recorrerlo durante más de otra hora, y alcanzar finalmente el emplazamiento del
campamento, situado en las Fuentes de
Oulilimt, donde afloran las aguas que ocultan estos grandes macizos. ¿Y qué
tenemos enfrente?, el de los holandeses. A lo largo del descenso hemos ido
encontrando pastores con sus ganados, que pasan por aquí el verano en un
ambiente de completa desolación.
Resumen
técnico segunda jornada: Tarkeddit – Fuentes de Oulilimt:
Distancia:
20,5 Km.
Tiempo total: 8h 35'. En
movimiento: 6h 30'.
D+:
1360 m. D-: 1645 m.
Altura
Máx: 4071 m. (Mgoun).
Altura Mín: 2655 m. (Fuentes de Oulilimt).
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Los penitentes de Oulilimt sobre el lecho seco del río |
Miércoles
28 de agosto – 3ª Jornada: Fuentes de Oulilimt – Taghreft.
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Campamento de las Fuentes de Oulilimt |
Un pequeño oasis donde
nos encontramos. En medio de la desolación, unas surgencias de agua hacen más agradable la estancia. Bajo unas
imponentes paredes que dejan al descubierto un tortuoso pasado orogénico nos
disponemos a comenzar esta nuestra tercera jornada de montaña, que se espera
también larga, pero de puro descenso. Ayer ya se nos mostró una pequeña muestra
de lo que hoy vemos ya en abundancia, y son esos penitentes, esas formaciones
rocosas que enhiestas surgen de la ladera como demostrando al mundo que han
sido capaces de resistir la más rabiosa erosión que, lenta pero inexorable,
sacude a estas montañas.
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A por la tercera... |
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Penitentes por encima del cauce |
Es algo que vamos viendo
conforme descendemos, bien por la ladera de la montaña, bien por el lecho del
río, que ya va tomando el nombre del entorno, Mgoun. Poco a poco se va
humanizando más el territorio, y abundan los corrales habitados por rebaños y
familias de bereberes, cuyos hijos se apresuran a salir a nuestro encuentro
para ofrecernos sus baratijas. Como a tres horas del arranque llegamos a un
paraje con lo que queda del abandonado refugio de Aflafal, desde donde se abre un pequeño valle con buen asentamiento
para campamento, y ¿para quién?, para los holandeses. Nosotros seguimos camino,
que es un sendero que va coqueteando con el río, echando manos en algún paso, y por el que ya vamos viendo
rodadas de vehículos.
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Un tramo divertido |
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La Casa del Sabio, llegando a Tighremt-n Aït Ahmed |
En media hora más,
alcanzamos la abandonada Casa del Sabio, una construcción típica con
apariencia fortificada. En poco ya, Tighremt-n
Aït Ahmed, a pie de carretera, aunque no nuestro concepto de ellas. Tras
hacer gasto en la tienda local, cruzamos el río para dirigirnos a una chopera
donde nos están preparando un comedor de campaña y la comida, que ya es
mediodía. La hacemos al compás de los primeros truenos, que presagian una tarde
movidita.
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Comida de campaña |
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La atracción de la chavalería |
De vuelta al sendero para
recorrer lo que nos queda de camino hasta el destino final de hoy. Los truenos
van jugando con nuestro destino, y conforme va pasando el tiempo se hacen más
patentes, lo que obliga a pertrecharte con las prendas de agua. La sucesión de
aldeas es infinita en las dos horas que nos cuesta llegar hasta Taghreft, recalando en la gite d’etape Chez Jamal. La tarde se
pasa entre secado de ropa y descanso. El horario de la cena, programada para
las ocho, se ve trastocado por un acontecimiento social de primerísima
magnitud: una boda. Sí, teníamos la ocasión de asistir a no sabíamos muy bien
qué, de modo que lo hicimos.
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La hora de té |
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Espacio para alguna imagen de la boda,
pero son reacios a las fotos |
Y lo que nos encontramos es con decenas, cientos, de personas, suponemos que todo el pueblo y los de al
lado, vestidos con sus mejores galas, que se arremolinaban en torno a la casa a
la que iban a venir los novios… bueno, entendemos que los casados ya, porque a
pesar de la gran influencia que ejerce la religión por estos lares, las
mezquitas solo son para rezar, no existen los sacramentos tal y como los
conocemos, cada vez menos, sí, pero presentes todavía en nuestra tradición
católica, de modo que la boda por estas tierras es tan solo la firma de un
papel. La noche llega antes que el cortejo nupcial, que finalmente hace su aparición,
y que consiste en una caballería sobre la que va la pareja, en la que se ve
claramente al hombre, pero no a la mujer, que va inmersa en un traje que la
oculta de pies a cabeza.
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Hora de cenar |
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Tiempo para el aseo |
Pasado el morbo, volvemos
a nuestra gite para, ahora sí, cenar
y acostarnos, con la desagradable noticia de que las lluvias de esta tarde, que
no suponen gran cosa para los anchos lechos de los ríos hasta aquí, sí que son
un grave inconveniente para las gargantas que estaba programado pasar mañana,
pasando del agua por debajo de la rodilla a posiblemente hasta la cintura, por
lo que se aborta ese plan, optando por uno de los que nos presenta Mohamed, y
que es regresar hasta donde comimos ayer para continuar por la carretera y
llegar a otra aldea. Dolor de corazón, pero esperanzas para volver.
Resumen
técnico tercera jornada: Fuentes de
Oulilimt – Taghreft:
Distancia: 19,2 Km.
Tiempo
total: 6h 40'. En movimiento: 5 h.
D+:
495m. D-: 1010m.
Altura
Máxima: 2685 m. (Sobre el río Mgoun).
Altura Mínima: 2125 m. (Llegando a Taghreft).
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Patio interior de la gite d'etape Chez Jamal |
Jueves
29 de agosto – 4ª Jornada: Taghreft – Aït Imi.
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Listos para el último día en ruta |
Cuarta y última jornada
de esta vuelta al Mgoun, y que se ve trastocada por las lluvias de ayer. El
riego que pasa por delante de la casa se ve normalizado. Hasta el último
momento intentamos no desviarnos del programa inicial, pero es en vano, ya
que las aguas tardarán dos o tres días en menguar por las gargantas. En fin,
ante lo irremediable, buen talante, y es el que seguimos mostrando en este
peregrinar por senderos que conectan aldeas, pobres en apariencia, pero con
ricas vegas.
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En marcha por las vegas |
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Al paso por una y mil aldeas |
Lo que ayer nos costó dos
horas bajando, hoy lo hacemos en dos horas y cuarto subiendo, hasta Aït Ahmed,
donde comimos. Tomamos la carretera, que cambia de valle, para dirigirnos al
collado, y lo hacemos durante unos tres o cuatro kilómetros, al cabo de los
cuales vamos viendo un microbús a lo lejos, que se nos antoja de Obras
Públicas, ya que está descargando un montón de grava junto a una señal de
obras. Aquí las distancias son enormes, y lo que parece cercano puede tardarse
horas en alcanzar. Julio ya venía con el run-run de enseñar un billete, no
dando mucho crédito entre el resto del grupo, pero al llegar, se lo comenta a
nuestro Mohamed, que lo ve tan natural. En definitiva, que como todo tiene su
precio, aquí también. Cuando nadie recordaba ya a los holandeses, hete aquí,
que nos los encontramos ya instalados en el interior, y la grava era que la
habían bajado para quitarse peso, de modo que los paisanos habían abandonado
momentáneamente su trabajo para hacer el servicio. Un servicio que gustosos
aceptan a ampliar con nuestro grupo... total, por 180 dírham... 2€ cada uno.
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Momentazo... |
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En la baca, con alguno de los paisanos |
Al ver los anteriores
inquilinos que subimos al techo del vehículo, baja uno del mismo a protestar al
chófer esgrimiendo seguridad. Personalmente desconozco la conversación, pero
nada cambia. Los unos dentro, y los otros arriba vamos recorriendo los 9,5 km
que nos separan del collado, salvando más de 600 metros de desnivel, en más de
media hora de auténtico placer, aunque contenido en alguna de las empinadas curvas, en
las que el rugir del motor parecía tener fin. Finalmente llegamos al collado y
nos bajamos todos. Mientras los holandeses, con sus chancletas, tienen que
seguir por la pista, nosotros lo hacemos por el sendero. Estamos en la cabecera
de otro extenso valle que se abre ante nosotros, a cuyo término vemos una
enorme extensión verde con unas aldeas. Estamos en el llamado Valle Feliz, y a esas aldeas nos
encaminamos.
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Llegados al collado, a punto de ir bajando |
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Comenzando el descenso, con Aït Imi en la mancha verde |
Como ya decimos, las
distancias aquí son enormes, no hacen justicia a la visual. Nos cuesta llegar
al pueblo más de dos horas, y parecía que estaba ahí. Hacemos un pequeño alto
bajo una sabina, con aires de jota. Nos dirigimos a Aït Imi, regado por un río seco, pero que debe hacer bien su
trabajo con corrientes freáticas muy próximas a la superficie, a juzgar por los
extensos campos de generosos frutales. Poco antes de llegar, unas fuentes ya
dan fe de ello. También está dotado de una pequeña central que le provee de
electricidad, y un poco más adelante se ve otra aldea con mayor
infraestructura, que los mapas delatan como Tabant, que aloja el Centre de Formation aux Métiers de la
Montagne, entendemos que un centro de formación de guías de montaña.
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Haciendo adobes, de la serie Oficios Perdidos |
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Llegada al gite d'etape Chez Moha |
Bueno, el tránsito en bus, que hace la tercera parte de distancia, si no nos hubiéramos ido a los 27 km, hace
que lleguemos a la gite d’etape Chez Moha
antes de la una, por lo que tenemos una larga tarde para aprovechar en
descansar y darnos buenas vueltas por la aldea, tiempo que algunos emplean para
ofrecer espectáculo futbolístico con chavalería del pueblo, que no se sabe muy
bien si es solteros contra casados, autóctonos contra alóctonos, mayores contra
pequeños… desde luego, no hombres contra mujeres.
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La última cena en la montaña |
Fin del partido y vuelta
a casa para cenar y descansar, que mañana va a ser el día más duro de todos, ya
que va a durar cerca de 30 horas… y eso sin caminar.
Resumen técnico cuarta jornada: Taghreft – Aït Imi:
Distancia:
27,0 Km. (9,5 en bus).
Tiempo
total: 5h 45'. En movimiento: 4h 50'.
D+:
1050 m. D-: 1315 m.
Altura
Máxima: 2945 m. (Collado Aït Imi).
Altura Mínima: 1890 m. (Aït Imi).
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Guareciéndonos de la lluvia justo antes de salir |
Viernes 30 y
sábado 31 de agosto. Jornada de regreso. Aït Imi – Jaca.
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Cargando la furgona |
El día amanece lloviendo. El microbús no puede llegar
hasta la casa. Entre nuestros lomos y los de una mula llevamos el cargamento
hasta la explanada de la mezquita, que es donde está. Llevamos lo mismo que se
cargó en Marrakech para venir, excepto la comida, que la hemos ido dejando, ya
elaborada por esos caminos, y que junto al alimento de los sentidos han ido
nutriendo nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, y más cosas menos
dignas de mención.
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Las mulas a lo suyo |
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Bandera bereber |
El agua nos da tregua para ese traslado, pero como si
tuviera prisa por echarnos, se acrecienta al tiempo de marchar, impidiendo el
placentero posado de la foto de partida, debiéndose hacer bajo el porche de una
mezquita que, suponemos al ser viernes, ha ido llamando a oración desde
tempranas horas de la mañana. Bueno, ocho y media de la mañana. Con los ánimos
contagiados por la melancolía que transmite la lluvia comenzamos nuestro
peregrinar en rodantes hasta Marrakech.
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Atlas, la cordillera del Magreb |
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Homenaje en el Riad Omar |
El valle de Bougamés nos vuelve a acoger cerrando el círculo.
Hora y media hasta el cruce de Azilal. Hora y media de infinitas curvas
pudiendo contemplar entre la lluvia este gran valle con también infinitas
aldeas. Otra media hora más hasta esa gran población, ya por mejor carretera. Y
otras dos horas para recorrer los 160 km que restan hasta destino, al que
llegamos a eso del mediodía, justo para dejar nuestras pertenencias en el hotel
e ir a comer a un restaurante cercano, el Riad
Omar, no apto para la inmensa mayoría de autóctonos.
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De compras por el zoco |
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De paseo por la plaza |
Por la tarde paseo por esa plaza y su zoco, ya
descritos antes. Acudimos a esa habitación del camarote de los hermanos Marx,
ducha y a las once acudir al bus, que nos acerca al aeropuerto. La jornada
revienta el calendario. Son la una menos diez cuando despega el avión, y dos
horas más tarde, tres del reloj, aterriza en Barajas. La llegada del comando de
Jaca, a las diez de la mañana, tras 27 horas de duro tránsito desde aldeas
remotas del Atlas marroquí hasta casa.
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Por fin encontramos birras |
En el total de las cuatro jornadas caminando, han sido
80 km, con más de 4600 metros de desnivel acumulado D+/-. Y en tiempo, las coincidentes
27 horas las que hemos disfrutado por estas montañas, con su luz, su agua, y su
aire, su paz y su silencio, también lo hemos hecho de la compañía, de la
conversación, de la convivencia, en este tránsito bajo los cielos diurnos y
nocturnos del Atlas, que nos han proporcionado esa limpieza y restauración a la
que hacía referencia Unamuno, y que procuraremos conservar... y si se agota, volver.
As-Salaam
alei-kum La paz esté contigo
Wa-Alaikum-Salaam Y también esté contigo
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