jueves, 6 de abril de 2023

Circular Seira - Barbaruens, por la Cazanía

                                                            Año XII. Entrega nº 808


IXOS MONS
Seira - la Cazanía - Barbaruens - Seira
Viernes, 31 de marzo de 2023

            El pastor protestante norteamericano Lyman Abbott, que vivió a caballo entre los siglos XIX y el XX, aportó su punto de vista evangélico protestante al cristianismo de la época, tratando de armonizar la teoría de la evolución con la propia religión. Entre sus muchas reflexiones, nos dejó esta: “Un milagro constantemente repetido se convierte en un proceso de la naturaleza”.



            Una frase sin duda muy jugosa, pero que se puede exprimir todavía un poco más volviéndola por pasiva, es decir, mirando, viendo, contemplando, analizando, los procesos de la naturaleza, para concluir que son un milagro constante y repetido. Y qué mayor proceso que el que se desarrolla anualmente con esos ciclos biológicos de ida y pingala que se producen en el medio natural. Y precisamente ahora estamos en el tiempo del comienzo de uno de esos grandes ciclos, la primavera, en la que todo se renueva gracias al impulso irrefrenable de la vida allí afuera, gracias a la tierra, al agua, al aire y a la luz, depositarios de los influjos de las energías cósmicas que gratuitamente recibimos constantemente y que debemos agradecer y aprovechar. Y en busca de ello, el escenario elegido para la jornada de hoy ha sido una ruta no muy frecuentada en el municipio de Seira. 


            Acompañados por Joaquín, gran conocedor de estos caminos, nos ponemos en marcha desde el citado pueblo, cuya primera mención la refiere Antonio Ubieto en la Colección Diplomática de Obarra, nº 166, en 1218, donde se cita a “Dominicus de Seira”. En 1834 figura con ayuntamiento, que se une al de Abi en 1845, y posteriormente a Barbaruens. Y como la vida da tantas vueltas, vuelve la capitalidad a Seira en 1860, que incluía también el caserío de Lacuadra, también vinculado a Chía. Actualmente, el núcleo principal, el llamado la Colonia, donde se ubica el ayuntamiento, es un asentamiento reciente, en la propia carretera N-260, que vertebra el valle, llevado a cabo con motivo de la construcción de la central hidroeléctrica que realizó la compañía Catalana de Gas y Electricidad en 1914. Pues desde ese pequeño núcleo, el de arriba, situado a 860 msnm en la margen derecha sobre el río Ésera es de donde partimos hoy para hacer una inmersión en ese gran milagro constantemente repetido.


            El GR 15, o Senda Prepirenaica, hermana menor del GR 11, y que recorre la cordillera a media altura, en su etapa 3 (Seira – Saravillo), nos sirve de hilo conductor los primeros compases, y a ella volveremos para el regreso desde Barbaruens, pero vayamos por partes. El inicio lo efectuamos saliendo hacia el norte por ancha pista cementada, hasta llegar, en poco, a la Cruz, donde abandonamos momentáneamente el balizado camino para seguir por la derecha con el fin de visitar la ermita de la Piedad, sin gran valor arquitectónico, pero con buenas vistas sobre el valle. Volvemos a la Cruz para reincorporarnos al GR 15, haciéndolo hasta las margas de la Capilleta, un pequeño collado en el que abrimos la circular, para volver a él a nuestro regreso.


            Nos adentramos propiamente en el sendero de la Cazanía, dejándonos mecer en ese ambiente de bosque mixto, en el que predominan los cajicos y buxos, entre los que se intercalan pinos y algún haya, con algún claro, que nos permite ir viendo el monasterio de San Pedro de Tabernas, entre la carretera local de Barbaruens y la Aigüeta, el barranco que recorre el valle, así como los restos de bordas de las pardinas de Cercadero. Vamos entrando y saliendo de los pliegues de la montaña a merced de los distintos barrancos que vamos cruzando, prestos para acoger las ansiadas lluvias. El ascenso se hace cómodo mientras se disfruta de ese milagro que es el resurgir anual de las fuerzas de la naturaleza. Tres horas, incluido el bucle de la Piedad, nos lleva el llegar a las ruinas de las casas de la Cazanía, en pleno valle, y con unas impresionantes vistas sobre la fachada occidental de la sierra de Chía. Emplazamiento este del que no encontramos documentación, pero que guarda relación con la extracción de madera.

 











            Considerado como el techo de nuestra ruta de hoy (1460 msnm), nos aprovechamos de ello disfrutando de sus vistas y de una recreación mental de la actividad que hubiera por aquí en sus mejores tiempos, y que actualmente se va comiendo la soledad y los artos. Seguimos las balizas y comenzamos el descenso siguiendo el zigzagueante sendero por el bosque, algo más incómodo que el que traíamos, hasta que en media hora alcanzamos la pista de la Aigüeta, por la que plácidamente bajamos acompañados del murmullo del barranco, como otra media hora, hasta llegar al puente de Saca (topónimo fácilmente relacionado también con el oficio forestal). Tras asombrarnos por el juego y el impacto que el agua ha ejercido sobre el lecho calizo a lo largo de los últimos miles, millones, de años, continuamos la bajada, como cinco minutos, hasta un punto en el que hay que decidir si continuamos o tomamos el sendero que nos subiría a Barbaruens y, claro, cómo le vamos a hacer el feo… Allá que vamos.








            Un sendero, delicioso sendero, como todos en los que la presión humana es incipiente y, en consecuencia, los seres que allí habitan se muestran en todo su esplendor. En menos de media hora llegamos al pueblo, entrando por la parte baja, junto al cementerio. El tránsito por sus calles tiene el sabor de hacerlo por siglos de historia. La parroquial, que reza a san Félix Mártir, nos saluda al paso, como también la casa Pedro, datada en 1585, como presume el dintel de la puerta de entrada. Volvemos a incorporarnos a nuestro viejo amigo GR 15, que no se deja mucho transitar justo a la salida del pueblo, cubierto por un vestido que no nos conviene, teniendo que buscar una alternativa por la izquierda en un corto tramo. Se alcanza la pista, que se convierte en camino, pendiente a tramos, hasta cruzar la Aigüeta por la palanca Cercadero.










            En tres cuartos de hora bajamos a la carretera y, tras recorrerla unas decenas de metros, llegamos al antiguo monasterio de san Pedro de Tabernas, o lo que queda de este legendario emplazamiento, porque mucho ha tenido que sufrir este lugar, del que se data su fundación en el siglo IX, llegando a ser uno de los más importantes del condado de Ribagorza, hasta lo que hoy en día vemos, un edificio fechado en el siglo XVI, y sus aledaños, convertidos en explotación agropecuaria. Continuamos cinco minutos más por carretera, para abandonarla siguiendo nuestro GR 15, que sube a la Capilleta en otros 10 minutos más, donde cerramos la circular. Solo nos queda, pasar de nuevo por la Cruz y llegar al pueblo, que nos acoge como nos dejó marchar, sereno, felizmente cautivo de sus vistas y de su ambiente rural, cerrando la ruta donde la comenzamos, junto a la parroquial de la Inmaculada, del siglo XVII, pero que conserva un crismón del XII o XIII, según el maestro Omedes.




            Y así fue y así lo hemos contado. Un verdadero placer el caminar por viejos senderos, otrora más transitados sirviendo de comunicación y desarrollo de los oficios tradicionales, que han pasado a formar parte del recuerdo. Un verdadero placer, decimos, al que le hemos dedicado 6 horas y 50 minutos, para recorrer 17,8 km y salvar un desnivel acumulado en torno a los 980 m D+/-, uniendo dos núcleos de este municipio y pasando por otros dos puntos de interés, como son las casas de la Cazanía y el monasterio de san Pedro de Tabernas.


Bibliografía:

Por el Pirineo aragonés (rutas del Sobrarbe y la Ribagorza). Cayetano Enríquez de Salamanca. Autoeditado (1974)

Los pueblos y los despoblados, III. Antonio Ubieto Arteta. Anubar (1984)

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