domingo, 26 de julio de 2020

Pico Garganta de Aísa, Sombrero y Garganta de Borau, la vuelta a los Lecherines

AQUERAS MONTAÑAS
Pico Garganta de Aísa (2504 m)
El Sombrero (2562 m)
Pico Garganta de Borau (2570m)
Sábado, 25 de julio de 2020




            Para ambientar nuestra crónica de hoy, acudimos a Kurt Diemberger, gran alpinista y escritor austriaco, que tiene en su haber la mitad de las cumbres que superan los ocho mil metros del planeta, dos de ellas por primera vez: Broad Peak y Dhaulagiri, en 1957 y 1960 respectivamente, y único superviviente de tener dos primeras en ochomiles. Tiene varios libros escritos con sus experiencias, con muchas frases célebres, entre las que destacamos esa de: “Las montañas se suben dos veces. Una con el piolet y otra con la pluma.”. Dios nos libre de pretender corregirle, porque si le hubiera dado una vueltecica más se habría parado a pensar, y seguro que lo hacía, pero hay que decirlo, que antes de subir las montañas hay que pensar en ellas, en esa planificación para acometerlas con las máximas garantías. De modo que nos quedamos con que son tres veces las que subes cada montaña, la primera planificando, la segunda subiéndolas, y la tercera recordando para contarlo. Es al menos, nuestra experiencia. De cualquier modo, nosotros jugamos en distinta liga, mientras él lo hacía en la de élite mundial, nosotros agradecidísimos de hacerlo en tercera regional… y en el caso de hoy, en la local.

Pliegues en Rigüelo

Lirios, subiendo al paso de la Garganta
            Una liga que no hay que desdeñar, porque a pesar de ver los mismos paisajes y que se nos hagan familiares, sigue habiendo rincones sin visitar, sigue habiendo montañas dispuestas a conquistarnos, como las de hoy. Desde la base de Rioseta, subiendo a Candanchú se abre en las alturas un grandioso circo rocoso, que da su cara, la salvaje, la norte, hacia ese mundo Tortiellas -como Muralla de Borau se le conoce coloquialmente- y la espalda, la otra cara, la suave, a otro mundo, al de la solana del circo de Aísa y el de Lecherines. Tras esa planificación, viene la etapa central, la realización… y la del cuento, y en ella estamos.

En la Cleta, dispuestos para salir

            Siete amigos, más otro con el que coincidimos en la Cleta, y al que le cambiamos el paso, somos los componentes de esta nueva incursión a la montaña pirenaica, a las montañas pirenaicas, para hacer una cresta que une tres cimas, el pico de la Garganta de Aísa, el Sombrero, y el pico de la Garganta de Borau, o Lecherín.

Primeros compases


LA ASCENSIÓN AL PASO DE LA GARGANTA
Tomando el desvío hacia el paso de la Garganta, con el Rigüelo enfrente
            Salimos, pues, de buena mañana, con la sombrica, como debe ser para evitarnos el sol en el ascenso por ese tubo bicolor. Los primeros compases son para el recorrido común para varios de los destinos. A los veinte minutos dejamos atrás el cruce de “El Chorrotal”, esa surgencia que se considera el nacimiento del río Estarrún. Dejamos el sendero del Aspe, y vamos al encuentro del GR 11.1 por un sendero anterior al del cruce. Seguimos las marcas rojiblancas hasta donde vemos más oportuno dejarlas para enfocar ya el caos de ese pequeño circo que forma la subida a la Garganta de Aísa con el bajante de los mundos que vamos a visitar por las alturas. Y decimos donde vemos más oportuno porque son varias las opciones que se pueden tomar.

Los mallos de Lecherines

Sur del Aspe, con la vía Subterránea,
que parte por el interior de la cueva
            A lo largo de la primera parte del tránsito, el piso herboso deja paso al pétreo, del que no nos vamos a librar ya hasta pasada una buena parte de la bajada, pero esto es así, las montañas están hechas de piedras… y de todas las formas y tamaños. Dejamos atrás esos corros de lirios en pleno apogeo y nos armamos de paciencia para acometer la subida a ese paso de la Garganta de Aísa, que da vista al mundo Tortiellas. Como dos horas desde el arranque. Estamos en un gran tajo, entre los espacios occidentales, Llenas y Aspe, con su desafiante arista de los Murciélagos, y los orientales, que nos van a acoger.


En el paso de la Garganta de Aísa

LA TRAVESÍA Y EL ASCENSO
Fajas imposibles
            Una vez recuperado el resuello, tomamos el sendero, ya por la vertiente norte, trazado bajo los paredones y por el que hay que discurrir con precaución. Dejamos a nuestra derecha una chimenea, en otro momento subida sin mucho éxito. Se nos va abriendo a la derecha un gran circo, que todavía mantiene alguna mancha de nieve que, afortunadamente no dificulta el sendero, aunque nos haga perder altura. Una mancha de nieve muy inclinada, pero que no ofrece ningún problema a unos cuantos sarrios. Enfrente, el enorme paredón del Sombrero alberga una faja que afortunadamente no es la nuestra, aunque si tuviera buen acceso tampoco estaría mal. Otra pechugada, aunque menos que la anterior, para llegar al collado, donde se nos abren buenas vistas hacia el sur, vertiente por la que empezábamos a andar, y situarnos ya en la cresta a recorrer.

Aspe, con su arista de los Murciélagos

Buen ambiente para subir al siguiente collado
            Nos enfilamos hacia poniente, para alcanzar el primer objetivo, el pico de la Garganta de Aísa. Dejamos las mochilas al pie de un roquedo, en el que en un corto tramo hay que echar manos para superar, y llegar finalmente hacia nuestra primera cima, que con sus 2504 metros, aunque los mapas no se ponen de acuerdo en eso, es la más baja de las tres de hoy. Como en todas ellas ocurre, y más cuanto más aisladas estén, las vistas son extraordinarias.

En el pico de la Garganta de Aísa

Última trepada para el pico de la Garganta de Aísa
            Bajamos de este promontorio rocoso, dejamos atrás ese pequeño collado por el que hemos accedido, y seguimos cresteando, en un ejercicio de puro disfrute sensorial. Se puede decir que andamos sobre el ala del sombrero, y ahora hay que alzarse a la copa. Y lo hacemos echando las manos también, continuando con ese mismo disfrute sensorial, que complementamos con un bocado y trago, contemplando el siguiente y último objetivo, al que accederemos por debajo de una formación rocosa en forma de visera –hoy va de gorros la cosa-, donde da comienzo la faja, esta sí, que hemos de tomar. Pero de momento eso, alimentar el cuerpo y el espíritu.

Sombrero y pico de la Garganta de Borau, o Lecherín, nuestros próximos objetivos

Entrada a la faja
            Si veinte minutos nos ha costado llegar del primer monte a este, diez hasta esa entrada de la faja, que nos da vistas al abismo que se abre a nuestros pies. Cinco minutos más de recorrido por la faja, que no es mucho, pero se hace intenso, porque el patio es grandioso. Llegamos al final para asomarnos a la solana, y retrocedemos unos metros para dejarnos engullir por una chimenea por la que vamos a ascender continuando con ese tremendo disfrute que es el 4x4. Quince minutos de tracción total y llegamos justo a la cima de este tercer monte de hoy, que en forma de diente, es el más juguetón, el más alto, el más visible desde ambas vertientes.

Transitando por la faja

Pico del Águila y Borreguil de la Cuca
            Hacia levante, y a más baja cota ya, tenemos la sierra que alberga al pico Lecherines, Tortiellas, y que finaliza con la Peña Blanca, pero que a la altura del segundo se abre otro cordal con el Borreguil de la Cuca y el pico del Águila. No podemos terminar de describir este sector sin nombrar los mallos de Lecherines y el Rigüelo. Y lo hacemos con la esperanza de poder visitar lo que nos queda, que ya no es mucho. Lo que sí es mucho es lo que vemos si levantamos la mirada, hasta el Moncayo destaca en el horizonte, por encima de una estela de calima que se dibuja por el valle del Ebro, abarcando todo lo que nuestra vista es capaz.

Echando la vista atrás


EL DESCENSO
Progresando en la chimenea hacia el Lecherín
            Los ascensos a las montañas tienen su dureza, pero los descensos, aunque no tanto física como emocionalmente también la tienen. Ha llegado el momento de bajar, y lo hacemos por la vía normal, la que da al mundo Lecherines y Rigüelo. En un cuarto de hora llegamos al collado que hacen los mallos con la montaña que descendemos, un cuarto de hora de pendiente descenso, incluso de algún pequeño destrepe. Y a partir de aquí, tres cuartos de hora hasta la pista del refugio López Huici y otro más hasta el collado de la Magdalena, desde donde retomamos el GR 11.1 para bajar ya hasta el inicio de la ruta, algo que hacemos en una hora, la última.

Mallos de Lecherines y Rigüelo

            Bueno, pues con esa hora han sido 6 y 40 minutos de tiempo total, del que 4h 10’ ha sido en movimiento, para recorrer 12 km y salvar un desnivel acumulado total de 1255 metros D+/-, en otra jornada 10 por nuestras montañas… y muy cerca de casa, y en buena compañía.

En la cumbre del pico Garganta de Borau o Lecherín

Las fotos y el track

2 comentarios:

  1. Hola Chema.

    Un buen triplete el que os llevasteis del valle de Aisa. Es un recorrido que sin mucha dificultad permite coronar tres cimas a cada cuál más bonita y con unas vistas impresionantes.

    No conocía esa ascensión por la cara sur del Aspe, pasando por la cueva, otro itinerario más que apuntar al lista de pendientes.

    Un saludo

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