Seguimos por los Valles Occidentales, en concreto por el mundo Gamueta, cuyo nombre parece derivar del de la planta del género Asphodelus, más conocida como gamón. Y hoy nos llama la atención una
cita del escritor y filósofo estadounidense del siglo XIX, Ralph Waldo Emerson, esa de Adopta
el ritmo de la Naturaleza: su secreto es la paciencia. Y la traemos porque
es lo que hemos tenido que poner en práctica hoy. Seguro que los ritmos de la
naturaleza son mucho más lentos que los nuestros, pero si hacemos un verdadero
gesto de imitación seguro que convergeremos en alguno de sus micro ciclos.
Es algo que, como decimos, hemos
comprobado hoy mismo. Tras un par de días de borrascas y drástico descenso de
las temperaturas, hoy teníamos un buen pronóstico del tiempo, pero como que la
nubosidad en la divisoria no se ha enterado muy bien del parte meteorológico, y
nos recibe con muy mala cara. Nieblas, viento y algo de lluvia parece que
quisieran empañar una buena jornada de montaña al llegar a la fuente de los Clérigos, en el camino de
Zuriza a Linza, Y es algo que nos hace dudar al salir del coche, pero
confiados en que mejore, comenzamos la ruta, por el camino que a los veinte
minutos nos adentra en el bosque de
Gamueta, un bosque visitado en alguna otra ocasión, y que en otoño luce sus
mejores galas. Salimos de él y dejamos que el sendero marcado llegue a su punto
más lejano para realizar su circular. Mientras, nosotros, seguimos por las
indicaciones de las Foyas de Gamueta,
es decir, hacia adentro del valle, cuyo circo se va abriendo hacia el norte,
mostrando que el marrón sigue ahí.
Como a hora y media del arranque,
y dejando a la derecha la tablilla que te dirige al paso de Anzotiello, continuamos
con nuestra dirección para comenzar la ascensión por la incómoda glera,
asistidos por una tímida traza debido a la gran inclinación del terreno. En
cuarenta minutos alcanzamos la Brecha de
Gamueta, que encontramos envuelta en niebla, y más por la vertiente por la
que tenemos que adentrarnos en el Mallo Gorreta, nuestro primer
objetivo. Solo podemos hacer dos cosas, desesperarnos y rebajar lo certero de
cualquier decisión que se tome, o mantenernos esperanzados y pacientes, a ver
qué dice el tiempo. Planteado así, la respuesta es fácil. Cuarenta minutos de
bocado y charrada son suficientes para que veamos con mayor nitidez la
entrada a la chimenea que nos va a permitir introducirnos en las entrañas del mallo. Un pequeño descenso y ya estamos
subiendo. En esta primera chimenea, un gran bloque incrustado dificulta la
progresión, lo que se soluciona con el clásico “paso de hombros”. Se sucede
otro par de chimeneas, la segunda por la derecha, aunque no parezca la mejor
opción, es la menos expuesta.
Se sale a una inclinada ladera, y
tras remontarla se alcanza ya sin ninguna dificultad la cima del Mallo
Gorreta, desde donde hay que desplazarse un poco hacia el norte para
encontrar el anclaje del rápel, que se puede descender con una cuerda de 40m.
Lo montamos y vamos bajando. El tiempo ha mejorado bastante, sigue haciendo
fresco, pero ya se puede gozar de buenas vistas por aquí arriba. El tránsito
por esta cresta te permite abandonarla en el descenso de cualquiera de sus
cotas. La mejoría del tiempo nos va
animando a hacer más. Con sumo cuidado, descendemos por el inclinado y descompuesto
terreno hasta llegar a un collado, desde el que acometemos la subida a la Gorreta de los Gabachos Sur. Seguimos
empoderados y repetimos la historia para la Norte, ambas colgadas sobre los abismos de la fachada oriental de estos
macizos, y que cae hacia el gran circo que forma el barranco de Acherito. Entre ambas, el collado de Gamueta.
Hasta aquí se había hablado de la
posibilidad de llegar, pero claro, las fuerzas siguen intactas… bueno, casi,
las ganas a más y el tiempo a mejor… Así que… seguimos. Y lo hacemos volviendo
a bajar a un pequeño collado para ascender a las cotas de la conocida como Foya de Gamueta, que son tres. La
perspectiva no cambia mucho, únicamente que nos vamos acercando al Mallo de Acherito, y va reivindicando
su presencia. Tras este rompe piernas, viene el último, el descenso a otro
collado para acometer el remate final de la cresta, el Chinebral de Gamueta, la quinta y última, y techo de hoy. De nuevo
para arriba. A las seis horas desde el comienzo llegamos a lo alto de esta
montaña, donde nos permitimos un poco de tranquilidad y disfrute de la cima, que no hemos tenido
tanto en las anteriores, y de las que desde aquí se tiene una perspectiva
magnífica.
Hay que pensar en bajar. Se puede
hacer por la pedrera que nos baje al circo para confluir con el camino de
subida, opción que no tomamos al estar ya saturados de tanta piedra. La otra
posibilidad es mucho más cómoda, aunque nos deja alejados del punto de partida,
pero no importa. Continuamos por la loma en dirección oeste y vamos bajando por
la ladera herbosa durante más de una hora hasta entrar en el bosque, que siendo
fieles al sendero nos lleva hasta el paso del Caballo que, sin cruzarlo,
dejamos a la derecha, para tomar decidida dirección sur y salir a un lugar muy
próximo a esa fuente de los Clérigos,
que alcanzamos ya en un cuarto de hora de amable tránsito por el bosque.
Una jornada un tanto atípica, en
la que la primera impresión del tiempo hacía que rebajáramos las expectativas, pero que aferrándonos a la cita de Ralph
Waldo Emerson, hemos querido imitar a la naturaleza en su infinita
paciencia, consiguiendo no solo lo planificado, sino bastante más, hasta cinco
cotas, más alguna menor, resultando una extraordinaria ruta de 12,5 km, que no
es mucho, pero que nos ha entretenido durante 8 horas debido a los tramos más técnicos,
salvando un desnivel acumulado total de 1210 m D+/-.
Total... unos jovenzanos
ResponderEliminarSí, pues, casi doscientos años tienes ahí...
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