martes, 27 de julio de 2021

Alto de Fetás y Bisaurín, por la vía Edelweiss


AQUERAS MONTAÑAS
Alto de Fetás (2359 m)
Bisaurín (2670 m)
Sábado, 24 de julio de 2021

            El escritor estadounidense, Andy Rooney, nos dejaba esta cita: Todos quieren vivir en la cima de la montaña, pero la felicidad y el crecimiento suceden mientras se sube, y es algo en lo que no podemos estar más de acuerdo. Lo decimos con frecuencia, la felicidad no está en la meta, sino en el camino. 



            Hoy visitamos una montaña, que ya nos conoce de ocho o diez veces, pero si nos ajustamos a esa cita, tenemos que decir que, aun encontrando una gran satisfacción en la cima, lo importante es ilusionarse, anhelarla, desearla, ir a por ella, subirla, en definitiva. Una montaña que hemos rodeado, que hemos ascendido por varios de sus itinerarios, pero todavía no por este, una bonita y solitaria vía con algún puntito picantón que le da su aliciente. Hablamos del Bisaurín, que con sus 2670 msnm es el punto más elevado del Parque Natural de los Valles Occidentales, y hablamos de la vía Edelweiss, con su chimenea de delicado tránsito. Una vía que nos hace pasar primero por el Alto de Fetás. Una vez concluida la ascensión, el descenso por la vía normal cierra una interesante circular con apertura y cierre en el desvío del GR 11 del GR 11.1, en un lugar muy próximo del refugio de Lizara.



            Partimos, pues, del refugio de Lizara, situado en un promontorio sobre la plana del mismo nombre, y donde nace el río Osia, que riega todo el valle de Aragüés del Puerto-Jasa y rinde al Aragón Subordán. Del costado izquierdo sale el empinado sendero, señalizado como GR 11 y GR 11.1 un corto tramo, hasta que nos desviamos a mano derecha para continuar por el primero, para ir subiendo y meternos en el barranco de Bernera camino de la Plana Mistresa, ya que un poco antes de llegar nos topamos con la inconfundible silueta del refugio de Forestales, a cuyo costado sale una tímida traza de sendero. Y decimos tímida por hacerle un favor, porque durante media hora la progresión hay que hacerla un poco por instinto, dejando las Agujas de Balellaza a la izquierda, por cuyos pies discurre la normal para nuestro primer objetivo, pero nuestra opción de hoy es distinta. Siguiendo esa tímida traza por terreno herboso y algún escaso hito en tramos pedregosos, llegamos a la base de una pendiente canal.







            Salimos de ella y continuamos por empinadas laderas hasta dar con el comienzo de la estrecha chimenea que toma el nombre de la flor dominante, nuestra querida Flor de Nieve, Edelweiss, con su nombre grabado en una piedra. Durante veinte tensos minutos hay que progresar por cualquiera de las dos opciones que nos presenta, y hay que hacerlo con sumo cuidado, porque es muy pendiente y está muy rota. Al salir de ella, nos metemos por terreno mixto, de hierba y piedras, hasta que ganan estas últimas conforme nos vamos acercando al objetivo, el Alto de Fetás, que se nos presenta enhiesto a nuestra izquierda, y al que tenemos que dar un pequeño rodeo por el oeste para auparnos y completar de ver la panorámica que veníamos teniendo conforme subíamos, y que ahora podemos contemplar desde los 2539 metros de este hermano pequeño del Bisaurín.












           Tres horas y media largas desde el arranque. Volvemos sobre nuestros pasos para bajar a la collada Bastés, a cuyo inicio llega un ramal de la ruta norte del Bisaurín para hacer este pico que dejamos. Este amplio collado es una larga loma a dos aguas, con unas extraordinarias vistas sobre ambas vertientes. Al sur los amplios espacios de Lizara, y al norte el barranco de los Castillones y las escarpadas crestas que lo conforman. Al otro lado de la divisoria, las acuciantes nieblas ahogan los valles, contrastando con lo soleado del lado sur. En ese tránsito, y ya con nuestro siguiente objetivo a la vista, se pasa junto a una enorme forao que mantiene una gran cantidad de nieve, y que intuimos no se agotará en todo el año. La cara norte conserva algún pequeño nevero que no impide nuestro paso, es más, no es necesario ir hacia esa ruta, con su empinada subida por el zigzagueante sendero por la estrecha pala herbosa, sino que vamos acortando por evidente traza por la izquierda hasta converger con él unos metros antes de la cima.






            Media hora de subida desde el collado, para hacer esos doscientos metros de desnivel hasta la cima, y ya estamos en ella, donde lo primero que nos encontramos es el vértice geodésico por los suelos y una réplica metálica del refugio de Forestales. Es difícil llegar a esta montaña sin aire, y hoy no es una excepción, pero la contención de la gabacha en sus tierras permite unas vistas magníficas sobre el entorno, reconociendo especialmente el terreno más próximo al norte por haber sido el escenario de nuestras recientes andanzas. Media hora de contemplación, bocado y para abajo, a disfrutar del descenso, que lo hacemos ya por la ruta normal, primero hasta el collado del Foratón, donde nos abrazamos al GR 11.1, que lo acompañamos ya hasta el mismísimo refugio, tras haber cerrado un poco antes la circular uniéndonos también al nuevo trazado del GR 11.













            Una bonita circular, para ascender al techo de los Valles Occidentales por una ruta cañera y solitaria, y un plácido descenso más acompañados, habiendo recorrido un total de 10,6 km, en un tiempo total de 5h 40’, con un desnivel acumulado total de entorno a los 1235 m D+/-, en una buena jornada de montaña y con una, también, muy buena compañía.






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