Hacer cumbre es la meta de un montañero, pero también lo es la de discurrir por las montañas, en un permanente subir y bajar, auparse a los collados, atravesar pasos, bajar a los valles, y volver a hacerlo una y otra vez. El escritor escocés Robert L. Stevenson, nos dejó dicho: No pido otra cosa: el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies. Él no hablaba de cumbres, como hoy vamos a hacer nosotros, no hablar de cumbres, pero sí de cielo y de camino.
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Camino del puerto de Bernera |
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Bisaurín y Puntal de Secús |
Hoy nos proponemos, y al final lo conseguimos, trazar un amplio anillo alrededor del macizo del Bisaurín y de toda la amplia sierra de Secús/Portaza. Muchas cimas entre todo ello, pero ninguna a alcanzar hoy, simplemente darles la vuelta, contemplarlas desde abajo, observar sus diferentes accesos, sus diferentes caras y cómo refleja la luz en cada una de ellas a lo largo del día. Y lo hacemos pasando por tres ibones, el Biello, en el puerto de Bernera, el de Estanés, en esa encrucijada de caminos, y el de Orna, una triste caricatura de lo que debió ser. Una larga ruta con el contraste de pasar por lugares, unos muy transitados (Lizara – Estanés y collado Foratón – Lizara), y otros muy solitarios (Estanés – collado del Foratón). Hoy, pues, damos un homenaje a estos últimos lugares, y a nosotros a su paso.
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Ibón Biello |
Partimos del refugio de Lizara para, de la mano del nuevo trazado del GR 11 introducirnos en el barranco de Bernera donde encontramos el refugio de Ordelca y más arriba el de Forestales, alumbrado por los primeros rayos de sol, que le confieren ese plus de embrujo añadido a su singular porte. Está muy cerca de la plana Mistresa, un lugar con encanto, base de otras ascensiones, y donde confluyen los barrancos de los Castillones, el que baja de la norte del Bisaurín y el que viene del puerto de Bernera, que es el que seguimos hasta ese mismo alto, que con sus 2115 metros de altitud separa las aguas mediterráneas de las cantábricas. Este punto no se puede pasar de largo sin visitar el primero de nuestros ibones de hoy, el Biello, en el circo d’Olivón, un pequeño resquicio de lo que debió ser este lugar, la cabecera de un enorme glaciar que ocupara el valle de los Sarrios, y que con enorme respeto atravesamos.
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En el ibón Biello |
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Valle de los Sarrios |
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Valle de los Sarrios |
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Huerto de Estanés |
Bajamos a otro de los lugares que siempre nos llaman la atención, el Huerto de Estanés, un pequeño valle de complicado desagüe, y que encontramos en nuestro camino hacia el siguiente ibón, el más grande y venerado de los tres, el de Estanés. Situado en una encrucijada de caminos, puede ser visitado a través de media docena de itinerarios, al menos. Podríamos decir que el nuevo trazado del GR 11 da paso al tradicional, que se dirige a Agua Tuerta, Guarrinza, La Mina…, pero es poco lo que lo seguimos, porque tomamos un desvío a la izquierda para comenzar a disfrutar de un solitario itinerario hasta el collado del Foratón. Pero vamos por partes, que aún queda un mundo hasta llegar a él, y es el mundo de la gran sierra de Secús y la Portaza, con sus enhiestas punteras que se alzan desafiantes, y bajo las que tenemos que discurrir.
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Hacia la collada d'Acher |
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Eledweiss |
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Siemprevivas |
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Ibón de Orna |
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Valle de Agua Tuerta |
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Por el Rincón de la Roya |
En ese tránsito le metemos más de dos horas y media, tiempo en el que vamos cruzando pedreras y amables lugares de tasca, puertos de alta montaña ocupados en este tiempo por ganado vacuno. Entre todos ellos, y debido a que es un itinerario muy poco frecuentado, se van intercalando tramos con sendero bien definido y otros en los que hay que estar bien atento a no desparramarte por otros que parecen más bien de animales. Se pasa por un alto que ofrece una vista longitudinal sobre el Agua Tuerta. Al rato, por encima del ibón de Orna, la tercera joya glaciar de la jornada, y que agoniza en el rincón de una gran cubeta que se ha ido colmatando con el paso del tiempo. El aproximarnos al Rincón de la Roya lo indican esas grandes rocas de conglomerado rojizo por donde ya pasamos hace unos días en la ruta que converge por este lugar, y con la que subimos al Secús.
Una vez alcanzada esa
collada d’Acher, nos da vista a ese gran macizo que domina el lugar, el
Castillo d’Acher, destacando también los grandes paredones de la
cara norte de la Costatiza. Echamos un bocado, pero sin entretenernos mucho, ya que los nubarrones de tormenta se están fortaleciendo y amenazan con descargar. Se sube al portillo que, con sus 2255 msnm se puede decir que es nuestra cima de hoy, y que da paso a un pequeño, pero muy bonito puerto, desde el que se ve el
Secús y las cuevas bajo el roquedo cimero, y que debieron de servir de apoyo a la
Línea P. Una vez recorrido el corto, pero muy amable, tramo de tasca, comienza un largo descenso por el canchal para adentrarnos, acompañados por señales verdes y amarillas, en el
mundo Taxeras, que si recorriéramos hasta el fondo nos llevaría a
Gabardito, pero que tenemos que estar muy atentos a no dejarnos llevar por ellas, porque hay que tirarse a la izquierda para cruzar el
barranco de Taxeras e ir subiendo por unas fajas de las faldas de la
fachada oeste del Bisaurín y dirigirse hacia el
collado del Foratón en una larga travesía de hora y cuarto desde el arroyo.
En el collado se termina nuestro tránsito por solitarios lugares, ya que estamos en un punto neurálgico de paso del GR 11.1 y Senda de Camille, sin olvidar la subida por la normal del Bisaurín. Siete horas y media desde el arranque del refugio de Lizara, que ya lo tenemos a la vista y al que le vamos a echar casi otra hora más en llegar, de modo que, como parece que el marrón se ha quedado por arriba y aquí están los cielos más despejados, nos permitimos echar otro tentempié disfrutando de las vistas que nos ofrece este alto.
Volvemos a terreno concurrido, aunque no mucho hoy, por cierto. Ya solo queda llegarnos al refugio habiendo cerrado un poco antes la circular. Potente ruta que, sin hacer cumbres, ha tenido el mismo sabor de alta montaña, visitando bellos, y solitarios algunos, lugares, bajo majestuosas sierras y altos pasos que nos han permitido tomarles la medida a estas montañas, con el cielo sobre nosotros y el camino bajo nuestros pies, como decía Stevenson, a lo largo de 8h 45’, para recorrer 21,9 km y salvar un desnivel acumulado total en torno a 1330 m D+/-.
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