IXOS MONS
Lúsera - Ibirque - Lúsera (1330 m)
Lunes, 16 de diciembre de 2019
El silencio
cruje entre los caxicos. Las aguas
bajan bravías buscando sosiego. El viento espabila el rostro. Los barrancos,
las sierras olvidadas, observan nuestro deambular leyendo en nuestros corazones
la paz que queremos dar, la paz que queremos recibir, un intercambio absurdo en
apariencia, pero vital, necesario, entre los seres que se buscan, entre los
seres que se encuentran.
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Vista de Lúsera desde el camino |
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Caminos vacíos a la entrada de Ibirque, con Guara al fondo |
En la zona más
oriental de la sierra de Belarra, en
el extremo más meridional del municipio de Sabiñánigo,
también de la comarca del Alto Gállego,
en el punto más alto de la Guarguera,
una de sus subcomarcas, encontramos un pueblo… o mejor dicho, lo que queda de él.
Ibirque, pueblo medieval al que se
le conocían ya en el siglo XVI una veintena de habitantes, llegando a tener hasta
74 según los escritos, en el censo de 1842, cuando desapareció como municipio. Lo
que queda de él hoy, desolación, casas espaldadas,
ruina también en la iglesia, que rezaba a San Martín de Tours, eras con sus
hierberos, y campos, muchos campos, fagocitados por las barzas, y que criaban
afamadas patatas de siembra cuyos nativos ofrecían en franco trueque por
aceite. Todo ello ha dejado unas heridas en el paisaje, pero mayores en el paisanaje
que tuvo que abandonarlo.
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Uno de los generosos saltos de agua del barranco l'Alaña |
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Vestidos de bosque |
Unas tierras
con los ojos cerrados, sí… pero no del todo, que bien se ve cómo te miran de
reojo cuando con sumo respeto las visitas, saboreando sus caminos, cruzando sus
barrancos, respirando su aire, gozando de su luz. Y todo eso es lo que nos
hemos encontrado. De todo eso hemos disfrutado, llevando un inmenso cargamento
de esperanza porque, muy probablemente ya no será lo que fue, pero sabiendo que
a esas tierras, y otras como esas, no les hace falta el ser humano, pero sí a
la viceversa, y ellas lo saben… ¿… y nosotros?
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Uno de los hitos del camino. Al fondo, Ibirque |
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Rincón urbano de Lúsera |
Desde la boca
túnel sur de la Manzanera, en la
antigua carretera del Monrepós, poco
antes de llegar a Nocito, la población
más viva del valle homónimo, nos encontramos con Lúsera en un alto, que hay que alcanzar en un desvío a la
izquierda. Se trata de un antiguo asentamiento, con pinta de haber servido de
fortaleza, que fue pasto de la epidemia demográfica de los años 60 del siglo
pasado, y que conserva esa vocación y esas ganas por seguir siendo útil, de hecho hay
alguna chaminera que sigue criando hollín.
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Momento de la partida |
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Calzada empedrada, caminos de viejo |
Estamos en la
parte más nororiental de la comarca de la Hoya
de Huesca, municipio de Nueno, para
dirigirnos a la más meridional del Alto Gállego, mencionado anteriormente, municipio
de Sabiñánigo, su capital. Tomamos el sendero que señala a Ibirque, y nuestros
pasos se encaminan por esos caminos de viejo, mimetizándonos con el bosque del barranco
de l'Alaña. Al cabo de tres cuartos de
hora, dejamos a la izquierda el desvío para la pardina de Usieto. Y en cosa de media hora más divisamos ya la torre, o lo que
queda de ella, de Ibirque, situado en un altozano, a más de 1300 metros de
altitud, lo que le confiere unas vistas extraordinarias sobre Guara y sus convecinos, Cubilás, Cabezo,
Fragineto, Borón…
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Las tosqueras son frecuentes en la zona |
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GR 16, en su extremo meridional |
Tras cruzar
con una cierta dificultad otro de los varios barrancos que nos toca hoy,
entramos ya en terreno “urbano” de Ibirque. Unos cuidados senderos flanqueados
por tapiales nos conducen hasta el casco. Nos reciben las ruinas de la iglesia,
con su torre en franco equilibrio. A continuación más ruinas, las de la media docena
de casas, y el frío. Frío en el tiempo. Frío en los huesos, frío hasta la médula,
transmitido por la herencia que por aquí quedó de sus últimos moradores. Y no,
no conseguimos quitarnos ese frío, en una mañana desapacible en la que el
anunciado frente sureño va haciendo su aparición. Bocado rápido, de pie, junto
al letrero del GR 16, un sendero que
recorre el Serrablo, otra de las
subcomarcas de la extensa del Alto Gállego, y que llega a internarse en la Guarguera.
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Equilibrista del tiempo |
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También nos toca hacer equilibrios |
Como decimos, Ibirque
está situado en un emplazamiento privilegiado, y muy cercano al dolmen que
lleva su nombre, como también el de Lasaosa
o Caseta de las Brujas, por razones
evidentes. Recorremos de vuelta las decenas de metros para arrancar el descenso
desde la misma iglesia. Tomamos dirección Lúsera, para dejándonos engullir por el
barranco de Orlato, que baja también pletórico. Seguimos vestidos de bosque, y
a los cincuenta minutos llegamos a tratar de tú a este barranco, que no
cruzamos, dejando a la izquierda el desvío a la pardina que lleva su nombre, a
pie de carretera de Nocito. Dejamos el GR
16 y tomamos el GR 1, o Camino Histórico, coincidente con el Camino Natural de la Hoyade Huesca.
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Desde Ibirque, Tozal de Guara, Gragineto y Borón |
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Tapiales de tosca |
Hasta Lúsera nos
queda como hora y media, que empleamos en subir y bajar dos pequeñas sierras, a
través del collado Barbero primero y del de Santa Coloma después, ambos en
torno a los 1240 metros. Tras atravesar el barranco de l'Alaña ya solo nos queda subir
hasta esta pequeña aldea que lucha por resurgir de sus cenizas. Y lo hacemos,
visitando la iglesia de San Miguel, que se avergüenza de su nuevo techado, pero
que le permitirá sobrevivir a las inclemencias del tiempo meteorológico y a las
del otro tiempo, quizá más destructivo.
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Iglesia de San Miguel, en Lúsera |
La llegada al vehículo es inmediata, tras haber recorrido una distancia
de 11,8 km, en un tiempo total de 4h 40’, del que 3h 40’ han sido en
movimiento, salvando un desnivel acumulado total de en torno a 560 m D+/-. Un
bonito paseo por los pueblos olvidados de las sierras olvidadas, y que de vez
en cuando tratamos de paliar ese olvido, cabalgando por su lomo.
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