La Gabardiella (1.696 m)
Domingo, 19 de abril de 2015
De largos y bellos cabellos
dorados al sol de estas montañas, había una de ellas, que enamoraba a todo el
que por allí se acercaba. Esos cabellos, convertidos hoy en extraño magnetismo
nos atraen hasta su presencia. La llamada de una fémina siempre despierta
curiosidad. Enclavada en un lugar de vastos paisajes, de montes hace décadas
deshumanizados, cuya fuerza se guardan para sí, vamos a visitar a esta mujer de
sonoro y redondo nombre que encajamos el mes pasado en el calendario de Montaña
de Mayencos, que no se pudo hacer, y que no nos hemos querido perder. Humilde,
callada, de poca altura, pero indispensable, como todas. Hoy vamos a La
Gabardiella.
Con Sara, Marisa, Javier, Paco y
Toño, sin olvidarnos de Chiqui, partimos del puente de Lúsera, hasta el que
hemos llegado desde la boca sur del túnel de La Manzanera, en la vieja
carretera del puerto de Monrepós, y pasando por Belsué, una de las pocas
poblaciones aún escasamente habitadas de la redolada. La idea es hacer cumbre y
volver por la circular de Cienfuens. Y es lo que hacemos.
Restos de la granizada de la víspera |
Comenzamos por bosque de pino y
boj, a cuyos pies se van manteniendo restos del granizo que azotó estos montes
ayer por la tarde. Cuanto más altos, más cubierto el suelo está. En hora y
cuarto, muy próximos ya al collado, en previsión de que azote más el viento,
hacemos parada y fonda, para proseguir seguidamente. Finalmente llegamos a ese
collado, que nos da vista a la cuenca del Guatizalema, que va presuroso a
embalsar sus aguas a Vadiello. Fragineto, Montidinera, Borón, todos quieren
asomarse a él. También nosotros, sin conseguirlo a pesar de ver un poco de esa
lámina de agua.
La primavera va empujando al invierno |
Por este punto se pasa para hacer
la circular, pero no le vamos a hacer un feo, y la hacemos esperar para visitar
la cumbre de esta arista. Es algo que hacemos en poco más de media hora. Una
breve estancia para mostrarle nuestros respetos y contemplar esa cuenca de
Nocito, a los pies del Tozal de Guara, y de regreso hasta el collado, para
proseguir con la vuelta por esa circular que nos va a llevar al acantilado de
Cienfuens, que pronto se va ya dejando ver, y que luego es el monte que
rodeamos el que nos lo impide. Bajada a Las Paúles, unos puertos con las
solanas hacia el Salto de Roldán, y los pacos hacia la cuenca de Belsué, que es
hacia donde nos dirigimos. De momento, otra parada y fonda junto a lo muy poco
que queda en pie de unas viejas parideras.
Un alto en el camino |
Puertos otrora humanizados,
ramoneados, pastados, y que hoy son lenta y tristemente fagocitados por los
erizones. El medio toma lo que es suyo, pero las tradicionales labores
pastoriles también lo fueron. Con el pico del Águila enfrente, vamos bajando
poco a poco, hasta que el camino se hace sendero y la suavidad pendiente.
Entramos en el barranco de Las Paúles, que en un cuarto de hora de ojos cerrados
de bosque nos abre sus párpados para mostrarnos ya esos acantilados que
inhiestos se yerguen sobre el escuálido lecho del Flumen, en un embalse que
comparte el nombre de Cienfuens, y que fue construido para mayor
aprovechamiento del de Belsué, justo encima de él, y que una vez hecho se les
descubrió a sus hacedores que tenía filtraciones… y fíjese Vd., había que hacer
otro.
Bajando del puerto de Las Paúles |
Que me pierdo. Estábamos con las paredes, con esas
impresionantes paredes que dejan con la boca abierta, y que esta circular te muestra
en todo su esplendor. Por debajo de ellas, muchos son los pequeños senderos que
acceden a la base de esas vías de escalada, y que parten todos de ese camino
que bordea el embalse por esa otra orilla. Vamos llegando ya a la presa del
embalse de Belsué, y vemos justo debajo las ruinas de lo que suponemos fue un
pueblo abandonado, otra muestra más del fatídico binomio abandono-pantano. Pero
no, resultan ser las ruinas de las casas y barracones empleados durante la
construcción de ambos embalses.
Y en menos de media hora llegamos
ya al puente de Lúsera, de donde arrancamos hace 6h 40’, de las que 4h 40’ han
sido en movimiento, para recorrer los 17,4 km, con 1.180 m de D+ y los mismos
de descenso. El regreso a Jaca lo hacemos por Nocito y la Guarguera, y lo aprovechamos para entrar a ver el dolmen de Ibirque. Una mayenca jornada con suave y agradable ascenso a los cabellos
de esta bella mujer y sorprendente retorno por unos acantilados que rompen el
paisaje. Pa’ repetir, vamos.
Las fotos, en: https://picasaweb.google.com/chematapia/LaGabardiella
El track, en: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=9441786
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