IXOS MONS
La Peña - Santo Román - La Peña
Miércoles, 4 de diciembre de 2019
“La belleza del mundo natural radica en los
detalles”
Hoy nos
permitimos comenzar con estas palabras de Natalie Angier, periodista y
escritora neoyorquina porque sí, porque tiene razón, y aún añadiríamos más, no
solo la belleza, sino la grandeza, ya que es la suma de lo pequeño lo que hace admirable
a un paisaje, lo que hace grande a un ser vivo, lo que hace grande al propio
ser humano.
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Lo pequeño es hermoso |
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Junto a las vías para pasar el puente |
Hoy hemos querido engrandecer lo aparentemente, y
solo aparentemente, pequeño, la tierra callada, que también merece nuestra
atención. Quizá más por ello. Una tierra en la
que los jueves, sábados y domingos no está tan callada, que motores, ladridos, tiros
y gemidos pueden oírse, y más vale no encontrarse en medio. Por eso hay que
aprovechar los días en los que los que gimen están tranquilos, en los que las
escopetas callan, en los que no se oyen ladridos ni motores que alteren la paz
de estos montes que tanta actividad han vivido, y que ahora, en los días
tranquilos, también están tranquilos. Y esa paz, esa calma es la que hemos ido
a buscar, dando una vuelta por esas sierras calladas en los dominios del Gállego
medio.
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Tranquilidad y calma al comienzo de la ruta |
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Listos para la faena |
Partimos del apeadero de tren de Santa María y La
Peña, un poblado centenario, no mucho más, que surgió del agua y del tren, de
los carburos y de la madera. Milagrosamente sobrevive gracias a esto último, porque
cuenta con la empresa EIFORSA, fundada en 1946 y que se dedica, entre otras
cosas, al tratamiento de la madera con creosota, un derivado del carbón de
hulla, que mantiene a 25 trabajadores en la planta, en una población de en torno
a 40, y que exporta sus productos a decenas de países en varios continentes.
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El terreno se despereza poco a poco bajo las nieblas y la helada |
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Foz de Escalete |
Dejamos atrás
todo ese mundillo maderero para abrazarnos a la vía del tren, que nos permite
cruzar una parte del pantano de La Peña, que hasta aquí llega. Nada más pasarlo
tomamos un camino que nos baja al canto de un campo en el que despunta ya el
cereal. Todo es para acortar terreno y salir a la pista que nos lleva ya,
cruzando el canal de Carcavilla, a la Foz de Escalete, un gran tajo en la roca,
ampliado para el trajín del carburo, y que encajona el barranco de Forcallo. Nos
dirigimos hacia el sur, y al poco abrimos la circular, dejando algo apartada a
nuestra derecha las ruinas de la pardina de Escalete, por donde volveremos.
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Paredones con vías de escalada deportiva |
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El sol va caldeando poco a poco el ambiente |
Seguimos por
la pista de la izquierda, cambiando nuestro rumbo inicialmente hacia el este,
pero enderezando de nuevo hacia el sur, de cualquier modo vamos acompañando a
dicho barranco, aunque sea en altura. Y lo hacemos hasta un lugar próximo al
collado de Santo Román, extremo de nuestra circular, a partir de donde toca
volver. Este collado es un cruce de caminos. Si siguiéramos hacia el sur llegaríamos
hasta Linás de Marcuello, Sarsamarcuello, Loarre… De frente nos adentraríamos
en el barranco de la Mota, ese que separa la Peña de Don Justo y la Pared de
los Buitres, y a le derecha, dirección que tomamos, nos devolverá al punto de
partida. Pero no tan deprisa, que hay que seguir disfrutando.
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Peña de Don Justo a la izquierda, desde algo pasado el collado de Santo Román |
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Desvío en el collado bajo el Firé |
La mañana se
va estorbando, las nubes y el viento van haciendo su aparición, pero es ideal para andar. La pista comienza a empinarse, y al poco dejamos a la
izquierda el arranque del sendero que daría continuidad a la Vuelta al Solano, y que
abraza los mallos grandes y pequeños, de Riglos. Pero nosotros seguimos por
la pista. Al cabo de media hora desde ese cruce, sale un ramal a la izquierda,
que si no se toma se haría más corta esta vuelta, pero como se va bien de
tiempo sí que tomamos, para llegar a la Roseta, un refugio de pastores situado
en una planicie bajo el mirador de Ventuso,
que da vista al circo de Verano de Riglos. Seguimos por sendero en franco
descenso, para llegar al collado del Firé, con una impresionante vista
sobre ese circo, con el discurrir de abultado Gállego al fondo, que va en busca
ya de la tierra llana.
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Extraordinaria vista sobre Peña Rueba y el cauce del Gállego |
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Tramo emboscado en el descenso |
Tras un breve
bocado en el collado, continuamos hacia el norte dejando atrás esas
extraordinarias masas ingentes de conglomerados que, junto a Peña Rueba y Agüero,
protagonizan el Monumento Natural que lleva el nombre de las tres formaciones. Cambiamos
la vista de río abajo por la de río arriba, con unas aguas que salen del
remanso del pantano de La Peña. El sendero se empina y se embosca, para luego
ir coqueteando con la pista hasta que se integra del todo en ella, y pasa por
esas ruinas de la pardina de Escalete, en un lugar muy próximo al cierre de la
circular.
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Restos de la pardina de Escalete |
Ya solo queda
desandar lo andado, y al cabo de 40 minutos llegar al punto de partida,
habiendo pasado por esa Foz de Escalete, la vía del tren y alcanzar el
apeadero de Santa María y La Peña, a donde llegamos tras algo más de cinco
horas de tiempo total, del que 4h 20’ han sido en movimiento, habiendo recorrido
17,5 km y salvado un desnivel acumulado total de 830 m D+/-.
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