sábado, 27 de octubre de 2018

Camino del Solano, un anillo por los Mallos de Riglos

IXOS MONS
Camino del Solano
Jueves, 25 de octubre de 2018



            “Las tierras pertenecen a sus dueños, pero el paisaje es de quien sabe apreciarlo”.

            Hoy comenzamos con esta reflexión de Upton Sinclair, un escritor estadounidense ya fallecido, cuya vida y obra no tenía mucho que ver con nuestro mundo de las montañas, pero que con esta frase dio en el clavo, y no solo se la compramos, sino que la hacemos nuestra, porque ¿quién no se ha entusiasmado con un buen paisaje?, ¿quién no se ha enamorado de él?, ¿quién no se ha alimentado de él?, porque, es cierto, es de uno mismo si lo sabes apreciar, si lo sabes reconocer, si lo sabes agradecer, si lo sabes compartir, si sabes formar parte de él… si te fundes con él. ¿Qué tienen las montañas que tanto nos atraen? A ellas acudimos y de ellas somos, con veneración, con humildad. Participamos de sus silencios. Montañas, paisajes con alma… la nuestra.

Parte de los llamados Mallos Pequeños

Impresionante Mallo Pisón, con el Puro
            A estas alturas no vamos a descubrir nada nuevo de Riglos, no vamos a contar nada nuevo de esas desproporcionadas formaciones rocosas que se saben protagonistas de la historia, que se saben protagonistas del espacio, que se saben protagonistas de ese Reino de los Mallos, que brevemente lo fue, pero que dejó su impronta. Esos mallos, rojizos como la sangre de Aragón, esos mallos, bravos y orgullosos como la gente de esta tierra, con rasmia, con carácter, con nobleza. Esos mallos, que enhiestos surgen hacia las alturas, erigiéndose como una de las mayores verticalidades que se conocen. Descomunales monumentos naturales fruto de la desecación de ese gigantesco mar que existió en lugar de los actuales Pirineos, cuyo fondo se elevó en la Orogenia Alpina cuando sus cantos rodados se dirigieron hacia el Valle del Ebro… pero no todos, que algunos se quedaron en este lugar para admiración del visitante, y para reto de escaladores.

Peña Rueba y Mallos de Riglos, desde el Mirador de los Buitres

Caminando hacia el barranco de la Mota,
bajo el Paredón de los Buitres
            Unas peñas que, junto con sus vecinas más occidentales, se han integrado en el Espacio Natural Protegido del Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba, cuyo decreto de declaración se aprobó el 24 de noviembre de 2016, con 188,43 hectáreas, aunque solo se incluyen, y esperamos que de momento, sus espacios verticales, quedando inconexos. Habrá que seguir peleando para que dejen de ser tres lagunas independientes y pasen a ser un espacio único, contemplando del mismo modo parte del territorio anexo, porque no solo hay caminos verticales, también los hay horizontales.

Desvío para la Peña Don Justo, y su ferrata de Os Fils
Llegada al cruce de caminos
Los anillos de Riglos
            Un buen ejemplo de ello es el Camino del Cielo, que da la vuelta a los Mallos Grandes. ¿Pero puede haber algo más alto, más grande y más bonito que el cielo? ¿Sí? ¿Dónde? También en Riglos, porque hay otro sendero, otro anillo que no sólo abarca los Mallos Grandes, sino también los Pequeños, incluso el Paredón de los Buitres. Un sendero señalizado como GR 1 en el arranque del pueblo, y que discurre abrazado al barranco de la Mota, dejando atrás el desvío a la izquierda para ese Camino del Cielo, y más adelante a la derecha el que nos conduce al corazón de Os Fills, a ese otro pequeño mallo de la Peña de Don Justo. Entre ésta y el enorme Paredón de los Buitres mencionado se abre camino ese barranco de la Mota, por el que vamos tomando altura hasta salir a una pequeña pista que nos conduce a un cruce. Estamos en el Camino del Solano.

Peña Don Justo

Señales del Camino Natural de la Hoya de Huesca
            Al cabo de una hora llegamos a esta encrucijada de caminos. Dejamos que el GR 1 y el Camino Natural de la Hoya de Huesca se dirijan hacia el sur, camino de Linás de Marcuello, en el somontano de estas espectaculares peñas. De frente sale otro ramal que va en busca del barranco del Forcallo hacia Escalete. Pues ninguno de ellos hay que tomar. Hay que bajar hacia una explanada bien visible a la izquierda, para continuar por la pista en pendiente como un cuarto de hora, hasta tomar un desvío y meternos en el sendero cuyo arranque está señalizado con nuestra ruta.

Surcando caminos

Buen ambiente
            Una vez en él, lo vamos siguiendo sin temor a equivocarnos. En pocos minutos se nos presenta a la izquierda como una proa en dirección a esa Peña Don Justo, al otro lado del barranco, y no resistimos la tentación de ir hasta su misma cornisa para ver lo que poco más alto que nosotros unos buitres, sin el menor esfuerzo ven, nada menos que una vertical sobre el barranco de unos cientos de metros. Volvemos sobre nuestros pasos en busca del sendero. Lo seguimos, hasta que damos con un segundo asome, más cercano al camino, y que también gustamos.

La luz nos pone en comunicación con las montañas,
en este caso con el Moncayo

En la cornisa del primer asome, con Peña Rueba al fondo
            Hora y cuarto desde que la pista se convierte en sendero, para llegar al anillo menor, al Camino del Cielo, tras un tramo de bajada. Dos horas y media desde el arranque, por el seno del barranco de la Mota primero para recorrer el Camino del Solano y confluir con el del Cielo, por el que seguimos, parando de nuevo en un tercer mirador. Casi cien metros de desnivel hay que salvar para subir a las campas de Roseta, donde nos aguarda otro de estos impresionantes asomes sobre la trastienda de los mallos.

Arte y Naturaleza

Parte de los Mallos Pequeños
            Continuamos ya en franco descenso en busca de un collado que parte aguas hacia ecirco y la zona de El Forniello, camino también a Escalete. Pero antes, hay que culminar el paso por esa serie de miradores, uno sobre el propio circo, a media altura de los mallos grandes, entre el Pisón y el Firé que enmarcan un auténtico óleo protagonizado por el Gállego, cuyas aguas recién reposadas en el pantano de La Peña van buscando mansamente la tierra llana.

El río Gállego y la tierra llana, encuadrados por el Pisón y el Firé

El Mallo Firé y sus cinco puntas. Al fondo la Peña Rueba
            Y ya en poco está. Terminar de bajar el camino por el circo dejándote engullir por esos enormes paredones de enfrente, y el mallo Firé y sus apabullantes cinco puntas. Y ya a pie llano acercarnos al pueblo pasando por la base del Puro, muy hospitalario él, que raro es el día que no alberga visitas. Una vez ya en Riglos, habremos completado una magnífica circular, ésta del Camino del Solano, de 11,4 km, en 4 h 20’ de tiempo total, del que 3 h 10’ han sido en movimiento, para salvar un desnivel acumulado de en torno a 830 metros D+/-, habiendo disfrutado de una jornada extraordinaria en lo meteorológico, al lado de unos gigantes, y en una compañía también de gigantes.


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