viernes, 28 de septiembre de 2012

Circo de Soaso

IXOS MONS
Circo de Soaso (1.750 m)
Jueves, 27 de septiembre de 2012



               Jueves. Desde el domingo por la tarde llueve con ganas en el Pirineo. Unos ratos más que otros. Por unos lugares más que por otros. Pero llueve, que es lo importante. Y eso se nota en los árboles, se nota en los pastos, se nota en el aire, se nota en la luz. Todo te mira de forma diferente. Tras un verano que se ha metido bien en su papel, nos llega un otoño puntual a su cita, y que todos, todos, esperamos que no defraude.

          Vamos, pues, a su encuentro, y lo que vemos es que está anunciando su llegada, comenzando a transformar la paleta cromática visual. Muy incipiente todavía, pero merece la pena, estas aguas han conferido un ambiente especial, un ambiente de belleza tras el inclemente estío. Y de belleza vamos a hablar, porque encontramos el siguiente fragmento:

            “La belleza ejerce un poder tal de fascinación sobre los humanos, que están siempre tentados de acercarse a ella para tocarla, alcanzarla, poseerla. Pero la belleza no puede ser poseída porque por esencia no pertenece al mundo físico. Es por ello que aunque solamente se intente rozarla, se escapa. La belleza es un mundo hecho exclusivamente para la vista, no está destinada ni para la boca, ni para las manos. Le gusta ser observada, pero no soporta que la toquen. Ante seres bellos, ante paisajes bellos, es preciso estar muy atentos para disfrutar de ellos, pero no robarlos. Nuestra felicidad, nuestra inspiración, dependen pues del respeto que manifestemos ante la belleza. Aprendiendo cada día a contemplarla, saboreamos la vida verdadera”.

Pradera de Ordesa
         La composición del paisaje de esta semana es la misma que la de la semana pasada, pero siendo la misma, es distinta, ha renacido, todo está revitalizado. La lluvia ha trabajado sobre las formas, ha cambiado el color, pero su vitalidad lo ha hecho con los elementos que mantienen las formas, que mantienen el color, que mantienen el paisaje, convirtiendo escasez en generosidad, convirtiendo agonía en belleza.

            La vuelta que nos damos por el Cañón de Ordesa eso nos inspira. Desde el principio hasta el fin. Desde la pradera hasta el mismo circo de Soaso. Desde una pradera que evapora su agradecimiento por las vueltas de agua de estos días, hasta un circo que se ve favorecido por la llegada de agua, por esa Cola de Caballo que llena de gozo un entorno agostado en estos últimos meses.

Vamos dejando atrás el Tozal del Mallo, el portero de la finca, ese guardián de este espacio tan singular, y nos vamos adentrando en el bosque para ir subiendo poco a poco por ese camino entre hayas, pinos, abetos, arces, abedules, tilos, serbales, fresnos, tejos, bojes… cada uno a su aire, pero formando todos juntos una enorme armonía. Una vieja imagen de la Virgen del Pilar pivota con el camino que se adentra en Cotatuero.

Paredes del Gallinero
          El río Arazas sigue erosionando el fondo del valle, recorriendo los 450 metros de desnivel desde el circo (1.750 m) hasta la pradera (1.300 m), haciendo precipitar sus aguas por continuos saltos de agua que no nos queremos perder. Arripas, Cueva, Estrecho, Gradas de Soaso… Los contemplamos, los admiramos, queremos ser receptivos ante tanta vitalidad, ante tanta generosidad. Aguas que vienen de lo alto de las montañas y que se entregan al resto de los seres vivientes a través de este estrecho cañón, excavado durante las últimas glaciaciones, tan sólo hace varias decenas de miles de años.

            Enormes paredes del Gallinero, de la Fraucata, con ese mordisco glacial de Cotatuero entre ambas. Faja de Pelay, con el privilegio de ser a quien antes visita este incipiente otoño con sus cambios cromáticos que nos invitan al recogimiento. Y agua, agua por todas partes, en un derroche de generosidad que viene a paliar la situación. La pista se hace sendero a los pies de las Gradas de Soaso, y que hay que superar en unas breves lazadas.

Gradas de Soaso
            Tras superarlas, se abre ante nosotros una singular postal. Son las faldas nevadas de Monte Perdido y el Sum de Ramond, que viene a contrastar con un paisaje veraniego en plena transformación. El camino que nos queda hasta el fondo del circo está plagado pequeños cursos de agua de una pureza indescriptible, que vierten al principal, y que no hace más que nos sintamos dichosos y agradecidos por participar de semejante belleza y riqueza. Conforme nos vamos acercando la montaña se nos va echando encima.

            Finalmente llegamos a los pies de la Cola de Caballo, una cola de caballo desatada, alegre, jubilosa, que se precipita inconmensurable hacia nosotros, y que nos invita a contemplarla. No nos marcharíamos de aquí, pero…

            De regreso, nos recreamos en las Gradas de Soaso, como queriendo atrapar esa enorme vitalidad de la que hacen gala. El escalonado sendero se ensancha en pista, en la que hemos de seguir descendiendo hasta la entrada a los primeros miradores de las cascadas, donde tomamos un desvío para pasar a la margen izquierda del Arazas, a través del puente de Arripas., por donde continúa la pista, hasta alcanzar un punto enfrente a la entrada del barranco de Cotatuero, que se convierte en camino adaptado para discapacitados, y que nos entrega de nuevo a la pradera.

            Siete horas nos ha llevado este extraordinario paseo, para recorrer sus en torno a quince kilómetros. Un tiempo muy dilatado que nos ha permitido disfrutar del entorno, y que nos invita a volver. Y lo haremos. Seguro.



El reportaje completo de fotos, en:




6 comentarios:

  1. Recuperando,paisaje y naturaleza.

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  2. Muy bonitas las fotos, que día más bueno para salir al monte.

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    1. Gracias, David. Sí, la verdad es que hizo un buen día, y un poco improvisado todo, pero muy bien.

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  3. ah, y muy chulo también el reportaje fotográfico!!!

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    1. ... bueno, lo cierto es que el ambiente se prestaba a ello... el agua da mucho de sí. Gracias.

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