Ipas (1.120 m) - Bergosa (1.118 m)
Claraco (1.000 m) - Ipas (1.120 m)
Rapitán (1.160 m)
Viernes, 31 de agosto de 2012
Otro día echando la
mañana en el monte, al trotín trotando. Esta vez por sitios otras veces
recorridos unos, y muy recorridos otros, pero nunca unidos en el mismo
circuito.
Saliendo de Jaca en dirección norte, hay tres montes que nos podemos
encontrar a la izquierda hidrográfica del río Aragón (derecha visual). Son el
Monte Rapitán, el de Claraco y el de Bergosa. Se trata de unirlos los tres
haciendo algunos bucles por collados y fondos de valle.
Afortunadamente, ya se ha
retirado esa ola infernal de calor que nos asolaba estos últimos días. Tenemos
viento de norte, y fresco, lo que va a aliviar la ruta. Amanecemos en Jaca en
torno a 12 grados. Ideal.
Subida al Centro
Comercial, luego a Ipas, superando esa pendiente y áspera zona de margas.
Primer avituallamiento líquido. Continuamos pista arriba.
– Buenos días.
– Buenos días.
– A sacar las ovejas al
monte, no?
– Sí. Con esta mañana tan
fresca no sudarás, no.
– Bueno, ya llevamos un
rato sudando, sí.
– Claro, corriendo…
Conversación con un
pastor. Eso es lo que dice, lo que no sabemos es lo que piensa. Suponemos que
algo parecido a: “miá pa qué tanto correr, habiendo tol día por delante…”. Y
tendría razón, claro, si fuera así, pero cada uno “gasta” el día como le
parece, ¿no?
Ruinas de la ermita de la Virgen de Ipas |
Bueno, una fuerte subida,
en la que el trotar es una mera ilusión, cuatro pasos haciéndolo, y cuarenta
no. Se pasa por el barranco que aún deja al descubierto lo que queda de la
ermita de la Virgen de Ipas, cuyo templo original, del llamado románico rural,
data del S XI. Luego, llegada al collado, al que fluye por la izquierda de
nuestra marcha la pista por la que deberemos salir al venir de Claraco, pero
para eso todavía falta lo suyo.
Una hora desde casa.
Seguimos. Estamos en las faldas de poniente del monte Albarún (1.551 m). Un
tramo de descenso, en el que sí aprovechamos para correr sin parar. Se pasa una
valla, y a los diez minutos del collado, y señalizado por un hito de piedras,
sale una discreta senda a mano izquierda, que en otros veinte minutos más nos
deja en Bergosa, con las piernas llenas de arañazos de las aliagas, que campan
a sus anchas. Hay que estar atentos para pillarla, porque si se te pasa, la
pista va ganando y ganando altura camino de otro collado que te aúpa, dando
vista al norte, hacia el Albarún, que ya hubiera estado bien haberlo incluido
hoy, pero nos han parecido ya muchas guindas para tan poco pastel. Igual lo
intentamos otro día.
Mudos testigos en Bergosa |
Bergosa (1.118 m),
decimos, pueblo deshabitado desde 1966, con la mayor parte de casas hundidas,
pero sus antiguos moradores han tenido el detalle de poner en la fachada, en un
lugar muy próximo a la puerta, el nombre de la misma. Así, podemos ver,
Isidoro, Abadía, y unas cuantas más. Desde 1998, sus antiguos vecinos, vuelven
a celebrar el 29 de noviembre la festividad de San Saturnino. La iglesia se le
ha apoderado al santo, y sólo ha conseguido mantener en pie, del conjunto
original del S XII, las paredes, la torre y el ábside, que no es poco. Junto a este
último, que como todos los románicos, mira al este, hay un pequeño corro de
tierra que abraza los restos mortales de los cuerpos allí depositados; y en los
muros campan algunos huecos que como ojos vacios y resecos, muestran el
arrebato y traslado de otros restos humanos. No queda ni el lacrimal. En otros
puntos del pueblo, se ve algún rincón arreglado, especialmente una pardina
llamada el Fraginal de Iguácel, en las eras bajas, donde aprovechamos para retrotraernos
a aquellos tiempos en los que hubiera gentes en sus quehaceres cotidianos, en
los que saliera humo de las chimeneas, en los que se vieran mantillas los
domingos, en los que hubiera niños llenando de alboroto las calles, en los que,
en definitiva, hubiera vida.
Chaminera al viento del norte |
Algo parecido pasa ahora,
estorban, molestan las minorías, los corpúsculos aislados. Hay una tendencia
brutal y despiadada a alinear, y a alienar también, las conciencias. No gustan
los personalismos, no gustan las peculiaridades, no gusta el libre pensamiento,
no gustan las cabras, con su individualidad, se prefieren ovejas, rebaño, uniformidad,
estamos más controlados en un único redil. Estos pensamientos nos hielan el
alma; y el viento del norte, el cuerpo. Hay que marchar.
Hay que marchar, decimos,
y lo hacemos tomando el sendero que, dando vista al Campo de Jaca, nos deja en
el canal de abastecimiento de agua de boca, y en cuatro patadas a Puente
Torrijos, Camino de Santiago, que tomamos en dirección a Jaca. Dos horas y
cuarto, y en diez minutos más tomamos la pista que nos sube a Claraco (1.000 m)
a través de duras rampas de nuevo. Hoy en día, Claraco no es ni la sombra de lo
que fue; bueno, no es ni sombra. Hoy en día sólo son montones de piedras, resecas
piedras, que no tienen ni qué llorar, lo han llorado todo; parideras arruinadas
de un enclave medieval, a la espera de su puesta en valor.
Ruinas de Claraco |
Abandonamos este lugar, y
sus piedras, para seguir por la loma, con unas fuertes pendientes, hacia el
collado de Ipas, por el que ya habíamos pasado hace dos horas. Bajada hacia
Ipas, hacia el barranco de Ipas, para encaramarnos al Monte Rapitán (1.160 m) por
su loma este, también por un sendero muy pedregoso y cuesta arriba, muy cuesta
arriba en algún tramo, pero que al llegar al carrascal, el camino se suaviza y
nos ofrece un agradable trote, que se nos hace un poco largo, pues las ganas de
terminar este circuito empiezan a pesar en las piernas.
Antenas de telefonía y
monstruoso edificio de apartamentos, es lo que rodea la amplia explanada que
sirvió de llegada el jueves pasado para una etapa de la Vuelta Ciclista a
España, en la que ganó el Purito Rodríguez. Todo ello es lo que nos recibe.
Fuerte Rapitán, y descenso por el camino que han habilitado, eludiendo de ese
modo las lazadas de la carretera y su asfalto, claro.
Y poco
más. Hospital. Estación de RENFE y a casa. Otra mañana de caco, más ca que co, claro,
en la que hemos invertido cuatro horas en hacer en torno a 26 km, con unos 800 metros de desnivel positivo, 1.600
acumulados, en un continuo rompe piernas. Pero bien, disfrutando.
El reportaje completo de fotos, en:
Muy majas las fotos, estas tienen buen color, has retocado algo?
ResponderEliminarGracias, David. No, no he retocado nada, es porque está la atmósfera más limpia que estos días pasados de calimas. Pero los colores siguen saliendo lánguidos, y es ni más ni menos que lo que transmite el paisaje, el entorno, que está seco y languidece. La atmósfera necesita agua, la tierra necesita agua, el paisaje necesita agua... y nosotros, también. A ver si este otoño... Gracias de nuevo.
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