lunes, 24 de septiembre de 2012

VIII Puyada Oturia

CARRERAS MONTAÑA
VIII Puyada Oturia
Domingo, 23 de septiembre de 2012



El incesante tintineo nocturno de las gotas de lluvia en mi ventana anuncian la llegada del otoño, de un otoño que esperamos generoso para que el cielo se reconcilie con la tierra, para que esas aguas que traen vida fertilicen el reseco suelo de estos montes un poco olvidados por esos alborotados frentes, como en general toda la atmósfera, debido a esa conducta humana más empeñada en su propia codicia que en ir de la mano de las Leyes Naturales.

Tarde y noche eléctricas, fuera, pero también dentro, en esos músculos que han soportado el esfuerzo de esta prueba, a la que temíamos, y hemos comprobado que con razón. Hay cosas que no pasan el filtro de lo racional, y que sólo el corazón es capaz de llevarte a ellas, y de equilibrio es buscar el concilio, porque en definitiva, el cuerpo, ese machacado cuerpo, que le pilla en medio, es el gran pagano de las disputas.

Salida y meta, con Sta. Orosia al fondo
Siete y media de la mañana. Autopista de Jaca a Sabiñánigo. El sol, antes de su salida, ya anuncia su llegada, y lo hace con un mágico coloreado de las nubes, con unos tintes amarillentos, anaranjados, rojizos, más propios de ventosos atardeceres. La predicción es de vientos de sur y de tormentas por la tarde. Veremos.

Prueba enmarcada en el Circuito Comarcal del Álto Gállego y del Circuito Trangoword, pero no así este año en campeonatos ni en copas, y eso se nota en la participación. Hablando antes de la salida con un viejo amigo, vinculado durante muchos años a la organización, nos lo confirma.

Antes de la salida
Salimos con Olga, nuestra pareja artística, porque esto es arte, no?, o tortura, como el debate taurino. Personalmente, en ambos casos pienso que es lo segundo, aunque aquí, en este loco mundo de las carreras por montaña, disfrutando, sufriendo, pero disfrutando.

Algo pasadas las ocho y media se da la salida a las tres modalidades de la convocatoria, la Puyada, el Medio Maratón y la Andada. Salida, decimos, de este antiguo cuartel de Gravelinas, desde cuyo patio de armas nos mira por encima del hombro ese Oturia que ya nos aguarda. Vamos a llevarnos bien, pensamos. Un recinto cuartelario hace unos años convertido en reclamo turístico albergando una colección de maquetas de los lugares naturales y monumentos del Pirineo. Todo lo más relevante de nuestra cordillera en Pirenarium.

Museo etnológico (foto serrablo.org)
Ruta turística en pelotón por Puente Sardas, pasando cómo no por el Museo Ángel Orensanz y Artes Populares de Serrablo, que ubicado en Casa Batanero, recoge gran parte de utensilios domésticos y pastoriles, de uso cotidiano, que corresponden tanto a la arquitectura popular como a la religiosa de esos numerosos núcleos rurales del municipio y la comarca, hoy abandonados, cuyas gentes tuvieron que marchar de sus casas, de sus tierras, por desidia y olvido, dejando el alma de los pueblos vagando por el territorio en busca de un nuevo futuro sin comprender el pasado. Y eso se nota cuando los visitas.

Las obras de la nueva autovía, a su paso por el sur de Sabiñánigo, han hecho una pequeña modificación del trazado para acceder a esta sierra sureña, que acometemos sin dilación. Unos trescientos de desnivel y cuatro mil de distancia para llegar al primer avituallamiento, líquido, muy próximo a las ruinas de la ermita de San Pedro (1.120 m), que da nombre a la sierra, y que el cabalgar por su loma, en un continuo sube y baja, nos permite ver al sur, a nuestra derecha, el barranco de Bailín, en cuyo seno se encuentra el vertedero del mismo nombre. Vertedero que, como todos, esconde las vergüenzas de una civilización consumista y derrochadora, que si bien está el separar para reciclar, tenemos que tender ya a la siguiente fase, que es actuar en origen, es reducir el consumo, especialmente en aquellos productos que más envoltorios y peor gestión tienen. No podemos seguir derrochando recursos y luego salir al medio natural a maravillarnos de él. Menos hipocresía y más conciencia y coherencia, cordura, en definitiva.

Olga en el avituallamiento del Basa
Algo hay que ir pensando para que no se nos haga tan largo. Seguimos. Olga ya apunta maneras. Maneras, digo, de ir haciendo su carrera. Así debe ser, cada uno a lo suyo. Kilómetro 5 antes de llegar a lo más alto de esta loma, a Santa Engracia (1.250 m), para ya bajar y bajar, hasta llegar al río Basa (800 m), y decimos río por no privarle del título, porque está agónico. Bueno, aquí tenemos el segundo avituallamiento, que luego, al regreso, hará de séptimo y último antes de meta. Nos atienden con mucha amabilidad, como en todos según iremos comprobando luego. Agua, isotónicas, frutos secos, melón, barritas, geles, todo bueno y abundante.

Un poco de curso de río, de cauce mejor dicho, y luego nos embuten en un tubo para pasar al otro lado de la carretera, ya en dirección a Osán (880 m), donde está el kilómetro 10 a la hora y media de carrera, y desde donde ya hemos podido apreciar el objetivo cimero de hoy, y esos dos paredones que hemos de salvar para conseguirlo.

Santa Orosia, desde San Román
San Román (1.010 m). Tercer avituallamiento de la jornada. Líquidos que no se pueden rechazar. Punto de inflexión para el medio maratón. Ellos regresan y nosotros seguimos. Seguimos, digo, acercándonos a la base de ese conglomerado, formación en cuyo puerto se erige el santuario de Santa Orosia (1.610 m), y al que llegamos tras innumerables lazadas, pasando por el km 15, ya en compañía de Lucas y Marina, dos componentes del 7:45, ese club al frente del cual, su Agustina particular, Eva, da batallas en mil y un territorios. Dos horas veinte minutos de carrera. Y algo tostadicos, ya.

Seguimos con Olga, pero ya por poco tiempo, en esta subida se ha ido yendo poco a poco sin poder hacer nada por mi parte para impedirlo. Es mucho lo que queda todavía y hay que ir dosificando. La val Ancha, que a nuestros pies desemboca, se nos va abriendo y ofreciendo toda su generosidad. También Peña Oroel y San Salvador, al este, unidos ahora por esa figura proteccionista de Paisaje Protegido.

Oturia, desde Sta. Orosia
Finalmente llegamos a poner bajo nuestros pies los pastos del puerto de Santa Orosia, donde sin piedad se presenta ante nosotros la segunda gran subida del día, la del monte Oturia. Una pequeña y suave bajada consigue cambiar el ritmo y nos acerca al siguiente avituallamiento, junto al santuario. Es el cuarto y hay de todo. Junto a él, distinto montaje de avituallas para otra prueba deportiva, ésta es de BTT. Es la Quebrantahuesos en versión montaraz, que se estrena con el Campeonato de España de BTT Maratón, y que nos acompaña por esta pista, que corredores vamos acortando, y que nos desviamos de su recorrido al tomar ya las rampas que nos llevan a la cima del Oturia, una vez pasado el refugio de Sancocoba.

Primeras, segundas, terceras rampas, y finalmente vemos la cima, señalada por un enorme hito de piedras, en donde la organización ha puesto el cartel de kilómetro 20. Estamos a 1.921 metros, y a menos de tres horas y media de carrera. Pregunto cómo vamos y me dicen que bien en tiempo. Y a la pregunta de cuántos llevo por detrás, que siete u ocho. Sólo siete u ocho, pienso.

Val Ancha, desde el Oturia
Las vistas. Vamos a hablar de las vistas. Este es uno de los puntos dominantes de este reseco, en lo humano, digo, territorio de Sobrepuerto, a caballo entre las cuencas del Gállego y del Ara, a caballo entre las comarcas de Alto Gállego y Sobrarbe. Un territorio que alberga diez o doce pueblos, diez o doce ruinas de pueblos cuyos habitantes nunca lo tuvieron fácil, pero que tampoco se lo pusieron. Unos pueblos a los que rendimos respeto y admiración recordando esas condiciones de vida que marcaron a sus moradores para siempre, dejando por aquí sus raíces, dejando por aquí una parte de su alma, que sigue preguntándose el por qué de muchas cosas. Hoy en día, con medio siglo de por medio, en este aspecto, no han cambiado mucho las cosas.

Al norte tenemos algunas Sierras Interiores del eje pirenaico, encarnadas en la sierra de Partacua y Tendeñera. Y el propio eje pirenaico, con los tresmiles tratando de asomar por encima de las nubes que los asfixian. Al sur, de donde venimos, el inmediato valle del Basa y demás sierras hasta Guara y Monrepós. Y al oeste tenemos la inmensa Val Ancha hasta el Campo de Jaca, que se continúa en la Canal de Berdún. Es la depresión media pirenaica con la que la naturaleza ha querido separar las sierras interiores de las exteriores del Pirineo.

Remanso de humedad, remanso de vida
Larga y fatigosa ha sido la subida, pero no menos va a ser la bajada. Vamos a ello. Y lo hacemos por la ladera W, a mata caballo, desordenadamente, como podemos, en dirección a la entrada (1.550 m) del barranco de Satué, donde nos encontramos el quinto avituallamiento, sólo de líquidos, suficiente. Olga, qué fue de Olga?, marchó. Seguimos con Lucas y Marina, con los que vamos haciendo el descenso por este delicioso barranco, que más lo sería de llevar más agua. Nuestro entretenimiento con las fotos hace que también se vayan marchando estos compañeros.

Iglesia de San Andrés de Satué
Kilómetro 25. Cuatro horas 10 minutos de carrera. De nuevo bosque, que algún claro nos deja respirar y ver. Ver el Güé y una sierra de la Partacua cada vez más enredada en sus nubes. Y de repente, ante nuestra vista, la iglesia de San Andrés de Satué, del románico serrablés avanzado. Pequeña, recogida, austera, con su ábside de siete arcos de medio punto, ciegos, mirando al E, con su friso de baquetones propio de esta arquitectura milenaria y que la Asociación Amigos de Serrablo ha ido poniendo en valor a lo largo de las últimas décadas. Qué rica el agua de la fuente del pueblo.

Salimos a la carretera, y en un par de lazadas de asfalto nos topamos con el sexto avituallamiento, también completo, donde nos reciben con entrega, amabilidad y sonrisas. Que no falten. Bien vienen tras cuatro horas y media de carrera.

Desde luego, a estas alturas ya no nos empiezan a venir bien muchas cosas, pero las incómodas margas, es lo peor. Tras algo más de media hora, llegamos a Isún (980 m), en cuya fuente nos avituallamos. No tan fresca como la de Satué. Por aquí pasa la GR-16 ese sendero de gran recorrido que une pueblos y lugares de este vasto y rico territorio que es el Serrablo.

Borda en Isún
Caminos de circunstancias para llegar al cauce de un barranco, que nos deja en el del Basa. Otra media hora escasa para llegar al séptimo avituallamiento, que fue el segundo a la ida. También completo, y con apoyo sanitario. Quedan 5 kilómetros, pero no plácidos hasta meta precisamente, porque hay que dejarse engullir de nuevo por el bosque de esta sierra de San Pedro, aunque eso sí, por caminos más bajos que los de esta mañana. Cuando creemos que ya lo habíamos visto todo en subidas, nos encontramos con un voluntario en un cruce que nos indica que hay que desviarse a la izquierda, que hay que subir más. Le preguntamos si es una broma, le preguntamos si hay alguna cámara oculta, porque la cara que se nos queda es para ello. Negativa la respuesta a todas las preguntas. Se le ve aburrido de estar ahí toda la mañana, y nosotros de subir y bajar cuestas. A ver si es la última.

Km 35, xD, qué ganas tenía de verte, pero seguimos subiendo. Ya vemos nuestro objetivo, ya vemos ese edificio castrense donde está emplazada la meta. Seguimos, eso sí, bajando ya, pero por un camino directo, sin lazadas, que más parece una trocha de extracción de madera. Las rodillas claman por cuándo se termina esto. En un lugar próximo ya a dar con las obras de la autopista, me alcanza una chica, y muy próximos a ella, otro corredor, acompañado por el hombre escoba. ¡Los siete u ocho del Oturia se han convertido en uno! Viene mal, con fuertes tirones en cuádriceps, pero yo no voy mejor, con muslos como piedras y calambres en tibiales.

Sta. Orosia y depresión del Basa
Llegamos al cruce carretero, y la aproximación a Pirenarium ya no se hace por donde esta mañana, ¡menos mal!, que se hace por el interior del pinar contiguo a la carretera, lo más directo ya a meta. Y estos dos, como si hubieran encontrado en mí un pretexto para no llegar los últimos tiran y tiran. Yo también, pero menos, de modo que acompañado por el escoba, hacemos la entrada en meta algo pasadas las tres de la tarde, con un recibimiento megafónico que me hace sentir como el primero. Aquí está Olga, desde hace como treinta y cinco o cuarenta minutos, y Orosia, que ha venido a formar parte del ambiente. Ya están dando los trofeos a los ganadores. No hay para el último, hasta para eso hubiéramos llegado tarde.

Echamos la mirada al Oturia, que nos guiña el ojo, supongo que felicitándonos por haber terminado. No me importa el puesto. Es hasta una anécdota, no me había pasado nunca. Lo que sí me importa es el haber sido capaz de haber terminado esta octava edición, de una prueba con ganas de haberla hecho desde la primera, pero que siempre la hemos mirado de reojo. No hemos querido dejar pasar más tiempo para ello, ocho años es suficiente, y los próximos ocho no serán como los anteriores.

Sus 4.400 metros de desnivel acumulado, en un ininterrumpido rompe piernas son razones suficientes para calificar la prueba de dura, durísima. Suponemos que lo es, pero que se nos ha hecho más aún. Vamos, para no repetir mañana. Y al año que viene, veremos. Ello no quita para reconocer que la organización es de 10, en todos los aspectos, en señalización del recorrido, en avituallamientos, en controles, en estar pendientes del participante, en amabilidad y entrega. Mi reconocimiento especial a los voluntarios. No alcanzamos a entender por qué no está en los circuitos oficiales autonómicos, nacionales, e incluso internacionales, como en algún tiempo estuvo.

Avituallamiento de líquidos y un buen plato de macarrones y migas hacen que nos vayamos más repuestos. A recuperar, de piernas y de cabeza.


El reportaje completo de fotos, en:

Y si queréis más información, en:


6 comentarios:

  1. Dura jornada. Ya mejor de tus calambres!!!!!Machote.

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    1. Gracias, Anónimo. Sí, la verdad es que estuve un buen rato enchufado al alto voltaje, pero ayudado por los tarugos de hielo, se pasó en unas horas. Gracias de nuevo.

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  2. QÚE TÍOS¡¡¡, EL DÍA QUE SEA TAN VALIENTE COMO VOSOTROS APRECIARÉ MÁS AÚN NO QUE NOS HAS ESCRITO PQ SINO UNO NO SE HACE A LA IDEA

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    1. Gracias, Cacatúa, por tu comentario. Yo creo que sí que te haces a la idea, porque ya lo has probado, no? Gracias de nuevo.

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