Año XIII. Entrega nº 891
William Blake fue un poeta nacido en Londres a caballo entre los siglos XVIII y XIX, aunque fue considerado como un “artista total”, debido a la invariable vinculación que manifestaba entre la poesía y la pintura, entre otras artes. Nos dejó muchas citas para el recuerdo. Hoy nos ha llamado la atención una que nos viene al pelo: "Suceden grandes cosas cuando las montañas y el hombre se juntan".
Y es que esa unión no se comprende sin la pasión por ellas. Para el ser humano que está en ello, no necesita explicación, y para el que no lo está, es inútil darla, porque el intelecto puede entender, pero no comprender. Si falta el sentimiento, ese calor que equilibre la frialdad del intelecto, y que sólo es capaz de dar el corazón, nos faltará la armonía necesaria para que la voluntad, a través de la acción, haga una buena puesta en escena.
El término “vitacultura” no lo encontramos en el diccionario, pero no es difícil construirlo jugando a la combinación de palabras, y lo podríamos definir como el “culto a la vida”. Eso es, precisamente, lo que nos mueve en nuestro día a día, tratando de ser conscientes en cualquier lugar, a cualquier hora, bajo cualquier circunstancia. Pero especialmente en la montaña porque, como decía Blake… suceden grandes cosas.
Y ¿qué cosas son esas? Bueno, pues cosas íntimas, cosas personales, que cada uno sentirá y vivirá de distinto modo. En nuestro caso, a pesar de tener asumido que estás en un terreno hostil, son las de sentirte integrado en el paisaje, quizá como un elemento extraño para él, pero sintiéndote acogido, sintiéndote a gusto, sintiendo que los esfuerzos que haces para alzarte a las cumbres o simplemente a los collados, como es el caso de hoy, no son en vano.
Como decimos, hoy hemos elegido un collado, un paso entre valle y valle, el Portal de Remuñe, elevado a 2826 msnm, que los movimientos tectónicos han posicionado a lo largo de los últimos millones de años para unir los valles de Remuñe y Literola, bajo los pies de la Forca de Remuñe, que alza su bicefalia a ambos lados.
La A-139 es la carretera autonómica aragonesa que parte de Graus y acompaña al río Ésera, hasta que se topa con las montañas fronterizas de Benasque. Pasado el P.K. 72 arranca la subida para el valle de Remuñe, y lo hace con una fuerte subida, que luego se va suavizando, también visualmente, por la refrescante visión sobre el río, que nos ofrece alguno de los saltos de agua que tiene que dar para solucionar la orografía.
A los tres cuartos de hora se llega a una palanca que se cruza si quieres visitar los ibones de Remuñe. Como ya lo hemos hecho recientemente, no nos distraemos, que bastante faena tenemos por delante. Seguimos las indicaciones de la tablilla, que nos manda a ellos por la plleta, que es la d'es Capellans. Cruzamos un barranco y continuamos bajo la atenta mirada de esa Forca de Remuñe que, al contrario de esa Hidra, de dos cabezas en este caso, no ha de tener miedo de ningún Hércules.
Cuarenta minutos más para pasar por otro desvío para los ibones, que también dejamos atrás, porque tenemos que concentrarnos en ese barranco que nos va a engullir. El sendero va jugueteando con él, debiendo cruzarlo en varias ocasiones, hasta que nos deja salir a dar visualmente con el circo, no muy grande, coqueto, precioso, formado por grandes montañas, como la propia Forca, el Tusse de Remuñe, Tucas de Rabadá y Navarro, Maupás, Boum…, la mayoría de más de tres mil metros.
Siguiendo los hitos y puntos rojos que encontramos, y a lo largo de dos horas y veinte minutos de penoso tránsito por terreno pedregoso y grandes bolos, conseguimos alcanzar el Portal de Remuñe que, con sus 2826 msnm es nuestra cima de hoy. Muy próximos a los pies de la Forca, resistimos a la tentación de su seductora mirada. Estamos a tres horas y tres cuartos del arranque, y calculamos que a otras tres de terminar la ruta, por tramos de inicio no más amables que estos últimos.
Las vistas sobre la cuenca que alberga el Ibón Blanco de Literola, dominada por el Perdiguero, otro de los grandes, y demás compañeros fronterizos, son absolutamente apabullantes, pero no podemos perder mucho tiempo, ya que la atmósfera se está cargando por momentos y si nos cae algo, tendría que ser ya muy abajo.
El descenso hasta el ibón es un tramo muy inclinado. Una vez pasado el nevero del desagüe, hay que subir como camino del Perdiguero para continuar bajando. Se nos abre a la vista el valle de Literola, con su Ibonet, otro vestigio glacial de los muchos que hay por aquí. Una hora de ibón a ibón. A partir de este último, el mundo vegetal va tomando poco a poco el protagonismo que se merece.
Dejamos otra balseta a mano derecha, así como el desvío para el pico Estós o Tuca d’Alliú, mientras que nuestros pasos se encaminan ya a la entrada del bosque y posterior salida a la carretera, como 2,7 km más abajo del punto de inicio, no cerrando completamente la circular. Si quisiéramos hacerlo, o tenemos que proveernos de dos vehículos o andar esa distancia antes o después de la ruta, preferiblemente siempre antes, después sienta muy mal.
Bueno, pues de este modo, y sintiendo que, también hoy, han sucedido grandes cosas entre el hombre y la montaña, como decía Blake, damos fin a esta ruta de 12,4 km, recorrida en 6 horas y 45 minutos, con un desnivel acumulado en torno a los 1135 m D+ y 1270 m D- (1075 m D+ / 1255 m D- Wikiloc), habiendo alcanzado la altura máxima de los 2826 msnm del Portal de Remuñe.
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Las fotos, con sus comentarios, y el track
* La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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