Año XIII. Entrega nº 884
“En 1320, se acondiciona tallando en la roca, el paso del Puerto de Benasque, paso situado entre el Pico de la Mina y el Pico Salvaguardia, es decir, más al este del puerto de la Glera. Parte de su camino se talló, sobre la roca de la Peña Bllanca, y también se ensanchó su paso a Francia, para permitir mejor el tránsito de animales con sus cargas”. Francisco Tomás Someso.
Este breve párrafo, extraído, previa consulta, del blog Rutas de montaña, del mencionado Tomás Someso, experimentado alpinista, muy implicado en el montañismo federativo valenciano, nos sirve de introducción, en esta ocasión, porque es ese famoso paso el que vamos a visitar hoy como preámbulo para la ascensión al Salvaguardia, esa aislada montaña que sus 2736 msnm le permiten tener unas excelentes vistas sobre el macizo de Aneto-Maladetas.
Y lo vamos a hacer partiendo del aparcamiento de El Vado, donde confinan los vehículos en época estival, para dejar transitar únicamente el bus hasta La Besurta. Agradable paseo por los Llanos, dejando el flamante Hotel a la derecha y las ruinas de los antiguos hospitales a la izquierda, tras habernos incorporado al GR 11.5, esa variante de la Senda Pirenaica que, en dos etapas, apoyadas por una de la principal, le dan la vuelta al macizo Aneto-Maladetas en tres jornadas, con bases en Pllan de Senarta, refugio de La Renclusa y el de Cap de Llauset.
Siguiendo las tablillas, abrimos la circular que nos dirige hacia la Peña Bllanca, que atravesamos con algún tramo empedrado. Se alcanza un alto junto a los restos de la borda Cabellut, donde nos incorporamos al GR-T 46, que nos sube al Portillón de Benasque. Dos horas hasta aquí, para salvar los casi 700 metros de desnivel desde el inicio. De este, relativamente reciente paso, hacíamos mención en nuestro primer párrafo, y es que desde hace siete siglos constituye el más frecuentado paso entre uno y otro lado en esta zona de los Pirineos. Las vistas sobre ese otro lado son grandiosas, aunque limitadas por el propio congosto, pero no hay que preocuparse, porque si subimos al Salvaguardia, incluso antes de llegar a él, se mejoran hasta el infinito.
Unos pasos antes de llegar al Portillón, hemos dejado a mano izquierda el sendero por el que se inicia la larga travesía que nos ayuda a superar los más de 300 metros de desnivel que nos quedan para auparnos a la cima del Salvaguardia. Pero no se hace necesario bajar hasta él, ya que desde el mismo Portillón se puede tomar una evidente traza entre la roca que nos llevará hasta el sendero.
Lo tomamos, y no nos ofrece ningún problema seguirlo hasta la propia cima, destacando un tramo un poco más expuesto, protegido por una sirga. Finalmente, y al cabo de 3 horas de apacible subida, llegamos a este extraordinario balcón sobre uno y otro lado de la cordillera.
En la vertiente norte, los valles se ven afogados por un mar de nubes que no impiden que salgan los picos de las montañas a tomar ese sol que aporta la luz que permite que nuestras miradas se fijen en esa ingente afloración de montañas, en el lado sur de la divisoria, que en las últimas décadas están viendo cómo esas enaguas blancas con puntillas se van replegando, dejando al descubierto miríadas de rocas graníticas. Ese sol que nos da el calor para compensar el fuerte viento reinante. Ese sol, en definitiva, que nos da la vida.
Luz, calor y vida. Luz para el intelecto, calor para el corazón y vida para la voluntad. Eso es lo que nos aporta el sol y que, si sabemos extraer sus bondades, estaremos bien servidos en esos tres mundos, el mental, el sentimental y el físico. Con estas y otras reflexiones seguimos contemplando uno de los mayores espectáculos que esta extraordinaria atalaya nos ofrece sobre las montañas pirenaicas, en los tres cuartos de hora que permanecemos en ella, y que se nos hacen tres cuartos de minuto cuando tomamos la decisión de emprender el descenso.
Por el mismo itinerario hasta el Portillón, que eludimos para tomar el sendero que directo nos baja a abrir otra amplia circular hacia la izquierda, pasando primeramente por las ruinas de la borda Cabellut. De la mano ya del GR-T 46 vamos moviéndonos hacia el este para llegar hasta el ibonet del Portillón, donde comienza decididamente la bajada hacia el Pllan d’Estañ, dejando que se deleite la vista meciéndose hacia el fondo del valle.
El sendero se encaja en una ancha canal para llegar ya a ser testigos del relevo que hace ese GR-T 46 en favor el GR 11.5, que no vamos a dejar ya hasta Llanos, habiendo cerrado la circular algo antes de llegar a ese gran fondo de valle glacial. En poco ya, al punto de partida.
Una ventosa, pero más que agradable ruta por estas montañas que nunca defraudan, nos ha costado unas 6 horas y 50 minutos, para recorrer tranquilamente los 14,4 km, salvando un desnivel acumulado total de en torno a los 1090 m D+/- (1000 m según Wikiloc), habiendo estado a una altura máxima de los 2736 msnm del pico Salvaguardia.
Web:
Las fotos, con sus comentarios, y el track
* La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
Buenas noches, Checa. Está muy bien el artículo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, anónimo
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