Año XIII. Entrega nº 881
“De este modo volvemos a situarnos en estos altos lares de Ordesa, ya vistos y vividos en los anteriores itinerarios o recorridos, por cuyas crestas o cornisas -ésas que caen, o miran, verticalmente al valle- circulan diversas fajas, como la Luenga o la de las Flores. Es aquí donde surge con todo su esplendor el barranco de la Ribereta o -como se llamará unos tramos después- de Cotatuero, ése que “nace allí mismo, engendrado por un arroyo que baja de Millaris y por una fuente que surge murmurando de entre los cantizales de las pendientes de la Ribereta, resurgimiento de aguas que atraviesan filtraciones superiores”. Lucien Briet.
Las montañas, los paisajes, son como las personas, que te tienes que adentrar bien en ellos para tener un mejor conocimiento. Y con tal fin, hoy nos hemos dirigido al valle de Ordesa, que no necesita presentación, que ya la hizo Briet y otros como él, para recorrerlo por alguno de sus aleros, echando la vista al fondo, para volver por ese fondo, echando la vista a los aleros. Un intercambio de miradas mediadas únicamente por algunas horas.
Dos de los grandes macizos que conforman este valle glaciar de libro son el de Gallinero y la Fraucata, entre los que el barranco de Cotatuero se abre paso con su espléndida cascada, pero antes de que sus aguas se presten a ese grácil salto han disfrutado por su circo. Sí, porque hoy va de circos. Subimos por el de Carriata, recorremos la Faja de las Flores, rodeamos el de Cotatuero, también la Fraucata por sus cornisas, y bajamos por el de Góriz. Circos todos ellos rindiendo al Arazas, como uno de tres pistas rinde al público sus mejores espectáculos.
Pues manos a la obra. Partimos de la pradera para tomar el camino que nos introduce en el circo de Carriata, con el altivo Tozal del Mallo, que enseguida se le bajan los humos conforme nos vamos poniendo a su altura. A poco más de una hora, dejamos a la derecha el desvío para la Faja Racón, hermana pequeña de la de las Flores. Un giro hacia el NW, cruzando el barranco de Carriata, es lo que nos obliga el camino, y que se torna al NE para llegar a una zona de álamo temblón, o tremoleras que se llama por aquí, preludio de las primeras trepadas en poco menos de media hora más.
Enseguida nos encontramos el dilema de si superar los paredones para acceder a Salarons por las clavijas o por la Fajeta. Hay quien considera más disfrutona esta última ruta. Pues a ella. Son tres cuartos de hora los que nos lleva ir subiendo las gradas, atravesar la Fajeta, protegida por una sirga, que no es necesario su uso en ausencia de hielo. Superamos más gradas, hasta converger con el sendero de las clavijas, punto en el que arranca, también, el sendero que pasa por la Faja de Cotatuero para acceder al Tozal del Mallo, al que ya se le han bajado los humos.
Media hora más de subida para alcanzar el anfiteatro de la Faja de las Flores, donde se impone una parada para reponer fuerzas antes de entrar en este santuario geológico. Algo más de mil metros de desnivel, recorridos en menos de tres horas es lo que hemos dejado atrás, mientras nos dejábamos engullir, y muy a gusto, por el circo de Carriata.
Una vez repuestos damos comienzo a éste, cuasi, cuasi, sacralizado tránsito por la Faja de las Flores, con unas apabullantes vistas sobre el fondo del valle, sobre lo que vamos dejando atrás y sobre lo que se nos viene encima. Una hora acompañando visualmente a todo lo que el paisaje nos ofrece, acompañando a este alero del Gallinero, hasta que nos hace ir metiéndonos hacia el mundo Cotatuero que, como guinda del pastel, nos ofrece una sustancial mejora de las vistas, en esta ocasión sobre la divisoria, en la que están enganchadas las nubes, actuando como el Velo de Isis, descubriéndonos de forma caprichosa el telón de fondo, y sólo a los elegidos que hasta aquí llegan.
Sabemos que van a estar todos ahí, porque hemos pasado lista siempre que pasamos por aquí, pero ahora, una vez más: Gabietos, Mallo Blanco, Taillon, Dedo, Falsa Brecha, Bacillac, Brecha de Rolando, y al este, la estirpe Marboré, el Casco, la Torre, los picos de la Cascada, el de la Espalda, sobrinos, primos y demás familia…
A nuestra derecha, el otro gran macizo, el de la Fraucata, que alberga las montañas de Tobacor, y a cuyas cornisas nos tenemos que dirigir rodeando el enorme circo de Cotatuero. Salimos de la Faja de las Flores por terreno kárstico, alternado por otro más cómodo. Dejamos a la izquierda el refugio de la Plana y cruzamos el barranco de la Ribereta, tributario del Cotatuero. Tras cruzar una aislada mancha de nieve, damos comienzo a la pequeña subida a los aleros de la Fraucata, donde encontramos el punto más alto de la jornada que, con sus 2458 msnm podemos considerar la cima de hoy.
El rodear este gran macizo nos lleva casi tres horas, entre medio de las cuales nos topamos con la sorpresa de la jornada, aunque no tendría por qué serlo, un rebaño de un millar de ovejas, cuidadas por María la pastoreta de las montañas, para más sorpresa todavía. Departir unos momentos con ella, al frente de fauna en peligro de extinción, quizá haya sido uno de los mejores momentos del día.
Seguimos dándole la vuelta, hasta que ya avistamos el refugio de Góriz, para el que nos queda un buen trecho para alcanzar. Tenemos que bajar hasta el barranco homónimo y subir al refugio. Casi ocho horas hasta este punto más lejano de la ruta, pero no asustarse, que en distancia y tiempo será como dos tercios de la misma.
Momento bocado, momento relax, todo lo que nos dejan los ruidosos generadores que permiten la realización de las obras. De forma decidida, nos abrazamos el GR 11 para no dejarlo ya hasta la finalización de la ruta durante otras tres horas más. A los cuarenta minutos de salir, dejamos a la derecha el desvío para las clavijas de Soaso, que mejor subirlas que bajarlas, por lo que continuamos hacia el Paso del Burro para bajar a la base de la Cola de Caballo, sin dejar de contemplarla en esta bajada.
Una vez en el puente, sin más dilación que un par de fotos, y abrazados ya también al Arazas, continuamos con nuestro descenso, dejando atrás el circo de Soaso, las gradas, y el tránsito por el bosque.
Envueltos en un gran ambiente paisajístico y humano, con gran alivio, y sin saber muy bien si hemos salido hoy mismo o el día de antes, llegamos a la pradera tras 11 horas y cuarto de un auténtico baño de montañas, de auténticas maravillas, bajo los cielos de Ordesa, porque nunca defraudan. Ese baño, de abajo a arriba y de arriba abajo, ha sido a lo largo de 33,5 km, salvando un desnivel acumulado en torno a los 1600 metros D+/-.
Bibliografía:
Tras las huellas de Lucien Briet. José Luis Acín Fanlo. Prames (2006)
Web:
Las fotos, con sus cometarios, y el track.
* La publicación de la ruta y el track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
Thanks for sharing the hike. Loved it. Love the beautiful rock formations. Wish I could have joined you all.
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