Año XIII. Entrega nº 886
“En la zona final de la Ball de Remuñe los heleros y las nieves perpetuas van dejando a la vista en los últimos años los restos glaciares que antes estaban vedados para la mirada humana… Los ibones de Remuñe situados en la parte baja del valle nos ofrecen un azul deslumbrante en sus aguas. Un valle duro y hermoso, doy fe”. Javier Cabrero.
Pues sí, nos viene bien esta entradilla porque es éste el valle que visitamos hoy, el más lejano por el oeste tributario del de Benasque. Un valle en el que no hemos estado en muchas ocasiones y que nos apetecía recordar esas últimas visitas. Es un valle relativamente corto y, aunque tiene más recorrido del que hemos hecho, nos ha sido suficiente para disfrutar de su hospitalidad y renovar el asombro por tanta belleza.
Los casi 53 kilómetros de la carretera A-139 que nace en Graus y sube por todo el eje del Ésera, tiene un final un tanto peculiar, porque su término no es como las demás. El último tramo recorre el alto valle de Benasque y ve cómo su asfalto termina al pie de las montañas. Nosotros, le tomamos el relevo y, un poco antes de ese morir, encontramos la entrada al valle de Remuñe, habitado en su tramo medio por dos ibones homónimos, vestigio de esa época glacial no tan lejana, y de la que nos estamos desvinculando a marchas forzadas.
Tras un pendiente arranque, el sendero se suaviza entre pinos y arbustos, como rododendros y arándanos. Pronto nos situamos a la vera del río, que vemos despeñar sus aguas en gráciles cascadas, como si tuvieran prisa por ir a dar lección a otra parte, quizás ajenas al recuerdo de las veces que ya habrán pasado por aquí… y las que les quedan…
Unas cascadas, que marca el terreno, y que también nos afecta, dado los tramos de más pendiente que tenemos que salvar. En una hora y diez minutos nos presentamos ante la palanca que cruza el río, y nosotros por ella, dejando antes de ello las tablillas que nos indican que podemos hacer una circular, algo que iniciamos por la izquierda.
Ante nosotros, un gran peñascal que se siente a gusto en medio del valle. Peñascal que tenemos que rodear en nuestra ruta de hoy. Seguimos subiendo, atravesando una zona de grandes bolos que nos exige más atención, hasta que, finalmente, llegamos al ibón Inferior, a unos 2210 msnm, tras casi dos horas de pausado caminar.
Se impone parada y fonda, mientras no dejamos de admirar el entorno. Diez minutos tan sólo nos separan del Superior, más pequeño, y que también se merece una parada, faltaría más.
Bajo la atenta mirada de la Forca de Remuñe, iniciamos el descenso hacia la plleta homónima, para cruzar el río como podemos y tomar el sendero de bajada, que nos lleva hasta otra plleta, la d’els Capellans, muy próxima a la palanca y, con ella, al cierre de la circular. Desde aquí ya es repetir itinerario y emociones hasta el punto de arranque.
Un paseo, que nos hemos resistido a alargar, en el que hemos visitado los ibones, y al que le hemos metido casi cuatro horas y media, para recorrer 6,9 km y salvar un desnivel acumulado de entorno a los 500 m D+/-, alcanzando la altura máxima de los 2260 msnm próximos al Superior.
Bibliografía:
Todos los ibones del Pirineo aragonés. Javier Cabrero. Ed. Pirineo (1999)
Web:
Las fotos, con sus comentarios, y el track
* La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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