sábado, 20 de julio de 2024

Ibones de Villamorta y forau d'Aiguallut, aguas mediterráneas que no quisieron serlo

 Año XIII. Entrega nº 882


AQUERAS MONTAÑAS
Ibones de Villamorta y forau d'Aiguallut
Domingo, 14 de julio de 2024

            “La cascada de Aiguallut es uno de los lugares más fotografiados y reproducidos de toda la Maladeta. Está en el llano de este nombre y es un lugar verdaderamente idílico y de gran interés científico por el fenómeno kárstico al que ya nos hemos referido”. Cayetano Enríquez de Salamanca.



            Y el fenómeno al que se refiere no es otro que el conocidísimo forau, vocablo altoaragonés que significa hoyo, agujero, y es por donde se van las aguas que generosamente destila el glaciar del Aneto. Como dice la web del valle Benasque, “la visita a Aiguallut permite disfrutar de uno de los fenómenos kársticos de mayor relevancia del Pirineo. Una estruendosa cascada de aguas cristalinas se precipita en un enorme sumidero enclavado en un idílico paisaje rodeado de bucólicas praderas”.



            “A poco más de los dos mil metros, este enorme sumidero, de lecho arenoso, tiene unos 70 metros de diámetro y 40 de profundidad. El destino de sus aguas fue una incógnita hasta 1931, cuando se confirmó que éstas circulaban bajo la superficie a lo largo de 4 km, volviendo a salir en el valle de Arán, en la zona conocida como Uelhs deth Joeu (Ojos del Judío), a unos 1658 metros de altitud”, seguimos leyendo. Y añadimos lo clásico de que, siendo su procedencia perteneciente a la cuenca mediterránea, debido al fenómeno kárstico, sus aguas constituyen el nacimiento del río Garona, tributario del Atlántico.


Nacimiento del Garona

            Hoy vamos en busca de este icónico y más que venerado paraje, pero en lugar de hacerlo por la ruta habitual, que la emplearemos para el regreso, la de ida la vamos a enriquecer con la visita a tres ibones cercanos, los de Villamorta y el ibonet d’Aiguallut. Para ello, partimos del aparcamiento de El Vado, lugar obligado para dejar el vehículo en época estival debido a la línea de autobuses lanzadera que de aquí parten hasta La Besurta, con la sana intención de no llenar el valle de vehículos.



            Por el marcado sendero nos llegamos hasta la zona de Llanos de Hospital, otro increíble paraje muy visitado hoy en día por turistas de toda clase, ya que tiene muy fácil acceso, pero eso no ha sido siempre así. La historia del Hospital de Benasque se remonta a 1200, cuando fue construida la instalación a cargo de los Templarios y Caballeros de San Juan de Jerusalén, también llamados Hospitalarios de la Orden de Malta, al igual que lo hicieran en el Hospice de France, al otro lado, y también al pie de los puertos de Benasque, cuyo objetivo era auxiliar a los peregrinos que pasaban de un lado a otro de la frontera con Francia. A lo largo de más de siete siglos, ha sido un importante hito, no sólo para peregrinos, sino también para pastores, cazadores, contrabandistas, carabineros, soldados, comerciantes… y todo aquél que se atrevía a cruzar estos puertos, hoy suavizados por la bonanza climática.


Aspecto del hospital en el siglo XIX, en su actual emplazamiento (imagen del Museo de Toulouse)


            Dejamos a la derecha las actuales flamantes instalaciones del hotel y edificios contiguos donde se albergan miles de documentos y libros relativos a la historia del pirineísmo, todo ello rescatado por la Fundación Hospital de Benasque. En este punto nos abrazamos al GR 11.5, una variante de la Senda Pirenaica que, con apoyo de ésta, completa un circuito al macizo de Aneto-Maladetas en tres jornadas.



            Cruzando el praderío, dejamos a mano izquierda las ruinas del antiguo hospital y sus dormidos yacimientos arqueológicos a la espera de más prospecciones. Continuamos por el sendero bien definido y cuando comienza una ligera subida nos podemos asomar a mano derecha para ver cómo el río Ésera, en un nuevo y definitivo intento de serlo, se desploma en una grácil cascada. 



            Dejamos a la izquierda el desvío para el Portillón de Benasque, paso a Francia entre el Salvaguardia y el pico de la Mina. El tránsito por un bellísimo valle lateral nos saca al amplísimo espacio del Pllan d’Estañ, un versátil prado que igual lo podemos encontrar con una pequeña charca de agua como ahora, o totalmente inundado. Rodeándolo por encima, bajamos a la pista, por la que transcurrimos unas decenas de metros para dar continuidad a nuestro camino en decidida dirección ya a La Besurta, punto final de la pista, a donde llega la línea estival de bus que acerca a las gentes a los 1900 metros de este bello paraje, inicio tanto de paseos como de largas e intensas jornadas montañeras. Algo menos de hora y media hasta aquí.








            Uno de esos paseos es al que le vamos a dar continuidad dirigiéndonos a los ibones de Villamorta, alcanzando los 1955 msnm del Inferior, y los 2075 msnm del Superior. La vista que nos ofrecen es difícilmente superable. La luz reinante es la que une nuestras miradas a la fachada norte del macizo del Aneto-Maladetas, que se rinde generosamente a nuestro placer visual. Seguimos nuestro camino, para dejarlo en un lugar determinado y rendir homenaje a otra pequeña cuenca vestigio de los milenarios glaciares que poblarían estos valles, el ibonet d’Aiguallut.









            Y como en ese dominio estamos, nuestros pasos se dirigen ya hacia el fondo del valle, habitado por el plan, cascada y forau homónimos, que era, si recordamos nuestro objetivo de hoy, la cima de la ruta, aunque no el punto más alto. Observar la gran cascada que despeña las aguas que destila el glaciar del Aneto, como telón de fondo, custodiado por el pico d’Aiguallut, y que se precipitan hacia ese forau del que dábamos cuenta al principio, es una imagen de las más bellas de los Pirineos. Ver cómo el líquido elemento va buscando el nivel, tanto en superficie como bajo ella es algo que no por visto deja de llamar la atención.




            Subimos unos pasos más para dar vista a la gran llanura que constituye el plan que lleva el mismo apellido, donde la mirada se alarga y el alma se expande. Tres horas y media hasta aquí, cuando estamos en plena ruta normal muy concurrida, una ruta que tomamos para el regreso. Dejamos a la izquierda el desvío para al refugio de La Renclusa, bajamos a La Besurta cerrando la circular. Continuamos, por tanto, por el mismo itinerario que a la subida, hasta la pista donde, decidimos, por no seguir repitiendo, recorrerla hasta el Hospital de Benasque, donde volvemos al camino que nos lleva al punto de arranque, en El Vado.







            Un precioso paseo por un entorno natural difícilmente insuperable, antropizado desde hace siglos, en los que ha cambiado, y mucho, la actividad. La nuestra, la hemos culminado en 5 horas y 45 minutos, recorriendo 14,2 km, y salvando un desnivel acumulado total en torno a los 495 m D+/- (405 según Wikiloc), alcanzando una altura máxima de 2080 m, en un punto cercano al ibón de Villamorta superior.



Bibliografía: 

Por el Pirineo aragonés (rutas del Sobrarbe y la Ribagorza). Cayetano Enríquez de Salamanca El autor (1974)

Web:

Benasque  

Llanos de Hospital 

Senderos FAM  

Albergues y refugios  

Wikipedia  

Wikiloc   

RAE  

Fundeu 

IGN  

Iberpix 

Geamap 

Hijo de la Tierra 




Las fotos, con sus comentarios, y el track


*La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.


No hay comentarios:

Publicar un comentario