miércoles, 20 de julio de 2022

Circular Aneto-Maladetas, por el Gr 11 y GR 11.5

 


AQUERAS MONTAÑAS
Circular Aneto-Maladetas
Plan de Senarta - Ref. de la Renclusa - Ref. de Llauset - Plan de Senarta
Del 12 al 14 de julio de 2022

            El filósofo y poeta estadounidense Ralph Waldo Emerson, a pesar de vivir en el siglo XIX fue un adelantado a su época, siendo trascendente en el movimiento del Nuevo Pensamiento alejándose, con su mirada crítica, de la religión oficial establecida. En su publicación Nature exponía su filosofía y su forma de ver las interrelaciones entre la naturaleza y el ser humano. En una de sus muchas frases: “La naturaleza siempre lleva los colores del espíritu”, nos transporta a esa realidad de que el espíritu es Uno, que anima infinitas manifestaciones.




CIRCULAR ANETO-MALADETAS

            En 2016, de eso hace seis años ya, con el grupo “Estalentaos” de Zaragoza, dábamos la vuelta, no solo al Aneto sino a todas las montañas desde el valle de Barrabés hasta el de Benasque, una vuelta muy amplia, en siete días, abriendo y cerrando el circuito en Viella. A raíz de la apertura del refugio de Cap de Llauset en ese mismo año, su posterior ampliación en 2018 y la migración a Sendero Turístico de Aragón del GR 11, se señalizó en ese mismo marco la variante GR 11.5 que, con dos etapas cerraría un anillo en torno al macizo de Aneto-Maladetas, junto a una del propio GR 11, y es lo que nos proponemos en esta ocasión.



Etapa 1. Plan de Senarta – Refugio de la Renclusa (GR 11.5)

            Pues en busca de esos colores de Emerson nos ponemos en marcha, y tanto más éxito se tendrá cuanto más consciente se sea de que ya formamos parte de ellos. En el incomparable marco del valle de Benasque, nos dirigimos al plan de Senarta para dar comienzo a la primera de tres jornadas en las que vamos a dar la vuelta al macizo de Aneto-Maladetas. Partimos, pues, de las orillas del río Ésera en esta espléndida explanada, que en otro tiempo servía de zona controlada de acampada. Y lo hacemos por la pista que sube al plan de Baños, y que antes de llegar a él, en sus proximidades, nos hace entrar en un pedregoso sendero, habiendo dejado atrás el puente de Cregüeña, arranque del sendero que sube a ese ibón. Un sendero, decimos, que en diez minutos nos saca a la carretera que sube a Baños, con un edificio anclado en tiempos pasados al que no nos resistimos a acercarnos, aun a sabiendas de lo que nos vamos a encontrar, unas instalaciones abandonadas y vandalizadas desde que en 2019 finalizara la concesión de su explotación por parte del Ayuntamiento de Benasque, propietario del establecimiento. Pero merece la pena detenernos brevemente en la historia de tan singular emplazamiento.



            Según nos cuenta Pablo Saz en su libro Fuentes minero-medicinales de la provincia de Huesca, editado en 1992 por el Instituto de Estudios Altoaragoneses, “… ya en 1522 el boticario de Benasque administraba con éxito estas aguas. Con diversos manantiales: San Cosme y San Damián, Opiladas, San Victorián y San Roque, en 1721 fueron estudiadas por el médico Pedro Lecina, monje de San Victorián, que las analizaría con Bartolomé Juste, boticario de Benasque. En los comienzos del siglo XIX (1801) se construía el primer edificio bajo los auspicios de Antonio Cornel, ministro de Guerra y natural de Benasque y la colaboración de la Duquesa de Alba de la época. Sus aguas están indicadas para el alivio de las alteraciones respiratorias, aparato digestivo, piel, problemas ginecológicos, alteraciones de la nutrición, metabolismo y reumatismo”.



            Hoy, fruto del abandono, saqueo, robo y vandalismo, continuamos la ruta con el corazón encogido por ver en qué se ha convertido este centro de hidroterapia tan pujante en su mejor época. Dejamos la carretera convertida en pista y tomamos a su derecha un sendero, que nos va llevando por las faldas de la fachada occidental del imponente macizo de las Maladetas hacia el paraje llamado El Vado, comienzo de este valle que, como continuidad del principal de Benasque, lo hace con un brusco giro de 90º hacia levante. Dejamos atrás unos praderíos dispuestos a que vengan a rumiar sus frescos pastos, pero no sabemos si es mucho esperar. Se desciende a la carretera de Llanos, cortada en época estival a la altura del Hospital, para dar paso únicamente al bus que hace de lanzadera y a los vehículos autorizados.


         Llegamos a este singular emplazamiento, ocupado por un flamante edificio salvado de la ruina, y que alberga el Hospital de Benasque, un confortable alojamiento hotelero abierto todo el año, base de excursiones, tanto estivales como invernales, y esquí nórdico. Dos horas y media hasta aquí, desde donde continuamos por el sendero, deteniéndonos en las ruinas de los edificios de los antiguos hospitales de peregrinos. Se pasa por encima del plan d’Estañ, que conserva algún resquicio de lo que presenta cuando se inunda. Se cruza la carretera, y al poco se continúa por sendero, llegando ya en poco al plan de Besurta que, a 1900 msnm es el final de la pista y del trayecto del bus, y donde realizamos una pequeña parada antes del ascenso final al refugio, al que llegamos salvando los últimos 240 metros de desnivel, y habiendo dejado nada más salir, el desvío al concurrido forau de Aigualluts.













           


            Estamos a los pies de la fachada norte del macizo de las Maladetas, de cuyo glaciar desciende un generoso torrente de aguas teñidas de sus sedimentos. Frente al refugio, la singular ermita de la Virgen de Nª Sª de las Nieves, que merece una visita. Junto a ella, una cabaña de pastor en cuyo cercado encontramos un perro que apenas da señales de vida, notamos que apenas ve y oye, y creemos que con el olfato siente nuestra presencia, se levanta con suma dificultad, y al segundo paso se tiene que volver a echar. Nos interesamos por él en el refugio, y nos dicen que es de ellos, que lo atienden todos los días, pero que lo tienen ahí, aislado, como para dejarlo tranquilo tras 21 años de vida muy activa, habiendo ascendido en múltiples ocasiones al Aneto o a otras montañas cercanas. Seguramente no oirá el murmullo del río, que se escapa por un aliviadero hecho a propósito, eludiendo así lo que parece un forau a su derecha. 



            Una bonita etapa, esta que concluimos, que podemos considerar de entrada en la montaña, a la que le hemos dedicado 4 horas y 50 minutos para recorrer 13,5 km, y salvar un desnivel acumulado de: 935 m D+ / 160 m D-.






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Etapa 2. Refugio de la RenclusaRefugio de Cap de Llauset (GR 11.5)

            Si la etapa anterior era la de entrada en la montaña, y la siguiente es la de salida, esta, la central, es la de transcurrir por ella, la más dura, y no por la distancia, ni por el desnivel, no, sino por el tipo de terreno por el que se anda, un inmenso mar de bolos, tanto al subir como al bajar, a uno y otro lado del paso más alto, no solo de la jornada, sino de toda la travesía, el collado de Salenques, a más de 2800 msnm. Y es el tránsito por ese más del 85% del itinerario por un terreno por el que no puedes perder ni un instante de concentración el que hace que los tiempos MIDE evidencian una carencia de algún parámetro en la toma de datos para el cálculo, porque no es posible una desviación en torno a un 50% más del tiempo indicado (de más de 6 horas que indica, a más de 9 que cuesta).



            De nuevo, una mañana radiante se abre paso para nuestro disfrute. Dejamos el refugio de la Renclusa y nos dirigimos al collado que lleva su nombre, bajo el pico que también lo lleva. En menos de media hora pasamos por el collado, y aunque no cambiamos de valle, sí de vertiente, amaneciendo sobre la gran llanura del plan d’Aigualluts, y se van quedando atrás las vistas sobre, especialmente, el Salvaguardia y la Mina, que son los que más ocupaban el espacio visual. Bajamos hasta esas mismas aguas tuertas que se hacen las remolonas serpenteando antes de dejar de ser mediterráneas para convertirse en atlánticas gracias al forau d’Aigualluts. Un poste con tablillas nos indica la dirección a seguir, empezando por adentrarnos en el barranco de Salterillo, y ya, de entrada, comienza la fiesta bolera.









            Dos horas hasta la colladeta de Barrancs, ibón que nos queda a la izquierda, ocultado por una pedregosa cresta, aunque, conforme vamos avanzando se nos va abriendo a la vista, como también el amplísimo circo que vierte al citado ibón. Casi otras dos horas para llegar al de Salenques, y casi cinco desde el refugio. Una enorme satisfacción al haber conseguido llegar hasta aquí, superando el inestable terreno y dejando en la mitad la media normal horaria en ascensión, que se estima en unos 400 metros de desnivel por hora. Estamos en el mundo Salenques/Ixalenques a derecha e izquierda y también, por cierto, en los límites del término municipal de Benasque, en favor de los de Montanuy, en el que entramos. En torno a la 1 del mediodía, el sol, solitario en la bóveda celeste, cae tan vertical que es difícil protegerse de él; lo medio conseguimos para echar un bocado.






          El asome a la vertiente sur es realmente desolador. Toda la carga de moral adquirida al haber superado el collado, la gastamos de golpe viendo la infinita bajada que nos espera, por un terreno copia y pega al de subida. El Hacedor de montañas no debió pensar que algún día iban a pasar seres bípedos por lugares en los que no pasan ni los cuadrúpedos… o bien, si lo pensó, lo dejó para que nos lo ganáramos. Seguimos sorteando bolos y más bolos, bajando vaguadas y subiendo lomas. El paso más o menos cercano por alguno de los ibones alegra un poco la vista, Cap de la Val, ibón Negro, Angliós… hasta que después de tres horas desde el collado, finalmente damos vista al de Cap de Llauset y Botornás, y entre los dos ¡oh milagro!, el refugio, al que tardaríamos casi otra hora en llegar, ya que hay que rodear para bajar por el collado de Angliós.









            No podía faltar la foto de llegada subidos al último bolo de la jornada, que asoma en la rejilla de la terraza del refugio de Cap de Llauset, al que llegamos al cabo de 9 horas y media, para recorrer tan solo 11,8 km, lo que representa ¡muy poco por encima de un km/hora!, con un desnivel acumulado tampoco brutal, ya que han sido 1170 m D+ / 890 m D-. Nos volvemos a reír, risa floja, eso sí, de los horarios de las tablillas, pero ya no importa, estamos en un refugio de última generación y vamos a disfrutar de él hasta las últimas consecuencias. 







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Etapa 3. Refugio de Cap de Llauset – Plan de Senarta (GR 11)

            Con esta tercera etapa cerramos el circuito en plan de Senarta, donde lo empezamos hace un par de días. Salimos del refugio de Cap de Llauset para afrontar otra jornada que se presenta de continuidad en lo meteorológico, es decir, con calor, y más conforme vayamos bajando. Pero antes de bajar hay que subir que, aunque sea poco hay que hacerlo, de modo que nos ponemos en marcha, tomando desde los primeros pasos el GR 11, que lo seguiremos ya hasta el final de nuestra ruta de hoy. En menos de media hora dejamos a la izquierda el desvío para los picos de Vallibierna y Culebras, y en otra media hora más, llegamos al collado de Vallibierna que, con sus 2730 msnm es el techo de la jornada de hoy. Con este paso volvemos a entrar en el municipio de Benasque, dejando atrás el de Montanuy.



            También dejamos atrás el mundo Llauset, para afrontar el de Vallibierna, que tenemos enfrente, bajo nuestros pies. Una gran cuenca que alberga a dos bellísimos ibones, el Alto y Bajo de Vallibierna, por cuyas orillas pasamos después de bajar por camino de bolos, pero nada comparado con lo de ayer. A la salida del segundo ya va ganando la tasca a la tiranía mineral. Al cabo de casi una hora de dejar el Bajo atrás, llegamos al desvío de Llosás, cuyo sendero comienza discurriendo por entre la pleta de Llosás, espléndida, como siempre, sendero que nos llevaría al ibón homónimo, como ya lo hizo hace algunas semanas. En tres cuartos de hora nos presentamos en Puente Coronas, habiendo dejado atrás recientemente el desvío a la derecha para Coronas y a la izquierda el de Estibafreda.











            Punto terminal de la pista de Vallibierna, es un lugar ideal para descansar un rato y echar un bocado a orillas del barranco. De nuevo en marcha, para acometer el último tramo de la jornada y, en consecuencia, de toda la circular. Son como 8 km de pista que te puedes evitar si tomas el bus en esta época estival, pero queremos hacerlo andando, y así lo hacemos. En tres cuartos de hora dejamos a la derecha la cabaña del Quillón, y en una hora más llegamos al plan de Senarta, atajando la última gran lazada de la pista, que es por donde nos lleva la señalización. Un poco antes de llegar a la pradera, nos topamos con el arranque del GR 11.5, que es el que nos va a acompañar estos últimos metros hasta llegar al vehículo, dando así por terminada esta circular de tres días.




            Hoy le hemos metido 5 horas y 40 minutos, para recorrer 14 km y salvar un desnivel acumulado de 365 m D+ / 1420 m D-.





            Si hacemos balance de los tres días, nos daría un total de 20 horas, con 29,3 km, y 2470 m D+/-, en esas tres jornadas en las que hemos disfrutado de este maravilloso mundo natural.


Bibliografía:

Fuentes minero-medicinales de la provincia de Huesca. Pablo Saz Peiró. Instituto de Estudios Altoaragoneses (1992)

 

Webs:

Senderos FAM

Escuela de Montaña de Benasque

Albergues y refugios

Refugio de Llauset

Turismo de Aragón

Llanos del Hospital

Hijo de la Tierra



Etapa 1. Plan de Senarta - Refugio de la Renclusa: fotos y track.

Etapa 2. Refugio de la Renclusa - Refugio de Cap de Llauset: fotos y track.

Etapa 3. Refugio de Cap de Llauset - Plan de Senarta: fotos y track.




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