AQUERAS MONTAÑAS
Argualas (3044 m)
Algas Sureste (3023 m)
Algas Central (3036 m)
Algas Norte (3032 m)
Garmo Negro (3064 m)
Martes, 24 de agosto de 2021
En estos tiempos en los que la masificación en los espacios de montaña viene siendo común, conviene no perder la perspectiva y acudir de vez en cuando al pensamiento de los grandes precursores y descubridores pirineístas, románticos, soñadores, como lo fue Henry Russell, que nos transmitió su gran amor por nuestras montañas en frases como esta: Hay algo celeste en la belleza de los Pirineos. Allí se vuelve uno soñador. Y es verdad, porque por muchos sitios a los que te alces nunca terminas de saciar tus expectativas, nunca terminas de soñar, tunca terminas de plantearte nuevas visitas a estos lugares que tanto aportan.
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Espacio para la imagen vergonzante, que por decoro no mostramos |
Hoy mezclamos los nuevos tiempos con la ascensión a varios de los grandes. Combinamos la ascensión al Argualas y el recorrido por la cresta de Algas, con tres cimas, un recorrido exigente y comprometido, con la masificada al Garmo Negro, otro tresmil de los considerados fáciles, aunque a partir de esa cota no se puede decir que nada lo sea, y dejando esta para la vuelta, nos garantizamos más soledad en su cumbre. Seguimos en agosto, aunque la última semana, y sigue habiendo cantidad de montañeros asiduos y ocasionales (también primerizos, se nota) por los polvorientos caminos que recorremos para llegar a las montañas. Es muy lícito el afán de los ayuntamientos para atraer turismo a sus municipios, pero es una verdadera calamidad la falta de servicios (literal) para su acogida. El Balneario de Panticosa, con cientos de vehículos, decenas de ellos pernoctando, es un auténtico campo de minas, con su correspondiente papelito al lado, claro. Lo que contribuye a la feroz degradación de un bellísimo lugar con su desastre urbanístico, y que el pensar solo en la inmediatez le priva de un desarrollo sostenible, pasando a ser desarrollismo. En fin, a lo positivo.
LA APROXIMACIÓN
Con el heredero mayor y tres amigos, que se han prestado a acompañarnos, iniciamos esta ruta que, en principio es compartida con uno de los clásicos del balneario, el Garmo Negro, y que lo es hasta el collado que da la entrada al circo de Argualas, al que se puede acceder por varias rutas. La elegida es la del ascenso al collado de Pondiellos, para rolar al oeste y entrar en ese gran circo formado por nuestras montañas de hoy. La idea es subir primero al Argualas, para hacer seguidamente la cresta de Algas, pasando por sus tres cumbres principales, y de regreso, si hay tiempo y ganas, subir al Garmo Negro, aunque ya lo visitamos hace nueve años con los dos herederos. Pues sin más dilación, nos ponemos en marcha.
Visita obligada a la fuente de la Laguna, que junto con las de Tiberio, San Agustín, del Carmen y la Belleza, son las cinco mineromedicinales que se plantean recuperar. Continuamos por el sinuoso y polvoriento sendero entre el bosque, hasta salir en menos de media hora a la Mallata Baja. Continuamos subiendo, con algún tramo echando manos, hasta dejar la subida al collado de Pondiellos y pasar por las faldas del Garmo Negro, con su inseparable Aguja de Pondiellos, rumbo al collado que da entrada al circo, con unos penachos de niebla que bajan y que le dan su aquel al ambiente. Esperemos que no nos priven de las extraordinarias vistas que promete la ruta. Casi tres horas desde el arranque, lo que bien se merece una parada para echar un bocado, mirando de reojo lo que nos queda por delante de inmediato, la ascensión a la cresta. Pero disfrutemos del momento.
EL ASCENSO Y LA ARISTA
Un momento que termina, y otro que empieza, primero de muy ligero ascenso por el seno del circo, que nos aproxima a la brutal cuesta que nos sitúa ya en esa cresta, muy próximo a los 3000 msnm, por la que vamos a transitar sin dejar ya esa cota a lo largo de las siguientes dos horas y cuarto, acercándonos primeramente al Argualas, que con sus 3044 msnm es el punto más alto de este macizo, por pasos delicados que exigen la máxima concentración, porque no admiten errores. Finalmente llegamos al extremo sureste, con las amplias vistas que traíamos más las que nos aporta sobre el balneario. Fotos, amplia contemplación, sin nada ya de nieblas, y plática con otros montañeros de la zona de Barbastro y de su club Montañeros de Aragón, con los que siempre ha sido, y sigue siendo un gusto conversar.
Llega el peor momento, el del regreso… pero esto no ha hecho más que empezar. Volvemos sobre nuestros pasos hasta ese lugar en el que alcanzábamos la cresta hace como una hora, para continuar por ella, aunque en muy pocas ocasiones no en puro cresteo, ya que hay que ir valorando paso a paso, golpe a golpe y verso a verso. Las vistas, a ambas caras, son realmente apabullantes, obligándote a parar para contemplarlas, ya que en este terreno no es compatible la contemplación con el avance. Un avance que se va haciendo alternativamente por ambas vertientes. Por la este circulamos cuando se pasa por debajo del Algas Sureste (3023 m), para ascenderlo a la media vuelta. Continuamos por la cresta para alzarnos sobre el Algas Central (3036 m), y más adelante terminar la cresta en al Algas Norte (3032 m), con una zona algo más amplia para descansar, echar otro bocado, tras seis horas desde la salida, y seguir contemplando las maravillas que nos ofrece.
GARMO NEGRO Y DESCENSO
El inevitable descenso lo hacemos camino del collado de Argualas, desde el que se contempla hacia al noroeste, y bajo nuestros pies, un enorme glaciar pétreo, con los restos de la ancha morrena central, y que no hace falta mucha imaginación para verlo con hielos milenarios de cientos de metros de espesor. Llegados a ese collado, hay que decidir si se continúa con el descenso o acometemos los menos de 150 metros de desnivel hasta el Garmo Negro. Y la decisión se inclina hacia el lado de subirlo, ¿¡cómo le vamos a hacer el feo!? Pues allá que vamos. Y lo hacemos también por la cresta, para que no se nos olvide el oficio. Bueno, pues ya… ya hemos llegado al techo de la ruta, con sus 3064 msnm, aunque no hay mucho acuerdo en eso, pero nos da igual, y a la montaña también. Las vistas desde aquí no difieren mucho, pero hay una que quita el hipo, y es la del macizo de los Infiernos sobre la bellísima cuenca de los ibones de Pondiellos.
Tras seis horas y media, llega la hora de bajar ya definitivamente de estas montañas. La tremenda presión demográfica que soporta esta última, una buena parte de ella de corredores, hace que los distintos caminos estén completamente erosionados, lo que acrecienta el peligro dado lo pendiente de la ladera. Llegamos a salir de esta cuenca, que alberga uno de esos ibones milenials, fruto del derretimiento de los neveros, y continuamos por el camino de ascenso, hasta que nos desviamos a la derecha para tomar otro que, con la idea de dar menos vuelta y evitarnos la zona de bolos, nos lleva a meternos en un entretenido barranco. Al salir de él, ya sin dejarlo, continuar el descenso, pasando por la Mallata Alta, algo que no hacíamos subiendo, y al poco unirnos a la ruta de ascenso, para meternos en el bosque y su más que antes polvoriento camino, y terminar llegando al punto de partida.
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Una exigente y comprometida ruta, como decimos, con cinco tresmiles que nos han acogido de buen grado, y que nos ha llevado en torno a 9 horas, para recorrer 10,3 km y salvar un desnivel acumulado total de 1550 metros D+/-. Buena jornada de Alta Montaña, en buena compañía.
Las fotos y el track
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