jueves, 13 de agosto de 2020

Mesola, techo de la sierra de la Estiva


IXOS MONS
Mesola (2177 m)
Miércoles, 12 de agosto de 2020


Cielos amenazantes sobre los llanos de Lizara

            Hay ocasiones en las que no está muy claro el tiempo, y no sabes si salir al monte o no. Es como que dependes de él. ¿Y si lo volvemos por pasiva? Cuando el tiempo está indeciso es cuando más te necesita para decantarse por una cosa u otra. ¿Por qué no ayudarle? Hay quien dice que hay que salir a la montaña aunque haga buen tiempo. Se podría decir que es una temeridad, o que es saltarse una de las normas básicas para salir a la montaña. Sí, claro, pero hablamos de un riesgo controlado, hablamos de que la cosa no va a ir a mayores, hablamos de que es una ruta corta, hablamos de que disfrutar de una mañana tormentosa, a cotas no muy altas, también es disfrutar.

Sobre el Aspe

Sobre las Lienas
            Bueno, pues al final hemos acertado, solo se ha manifestado a través del viento, un viento de sur que subía por las laderas más rápido que nosotros, un viento que cuando amainaba, pocas veces lo hacía, sí que se permitía el descuelgue de alguna goteta, pero ni para mojar el suelo. A poco más de cinco kilómetros por la carretera de Aísa a la Cleta nos encontramos con el cartel que anuncia la entrada al Parque Natural de los Valles Occidentales, justo al lado de la confluencia del barranco de Sibiscal, con su singular puente y su cascada, dignos de fotografiar cuando baja agua. A 1,2 km de allí, tras vuelta y revuelta de la carretera tenemos otro pequeño apartadero, que aprovechamos para dejar el vehículo. Enfrente sale una pista, con una tablilla que indica la dirección de “Petrito”, al que también podemos acceder, pero en realidad vamos al Mesola, que está muy próximo y de paso.

Sobre Bisaurín

Campos de cultivo en el tránsito por la pista
            Tomamos esa pista, que pronto nos adentra en los interiores del monte, donde podemos ver campos cultivados todavía. A 1,4 km, unos veinte minutos, se termina la pista, al menos la versión que traemos, y volvemos a encontrar otra tablilla con la misma indicación. Estamos al borde precisamente del mencionado barranco de Sibiscal, y a partir de aquí la pista sigue, pero más estrecha, menos transitada y con más pendiente, una pista que se convierte en camino, y luego en sendero, que a poco más de 200 metros se mete ya en el bosque. Un tránsito muy agradable por el bosque, que culmina con un prado muy inclinado, encima del cual hay un refugio forestal.

Refugio forestal

Segundo tramo de bosque
            Lo sobrepasamos y es como si las curvas de nivel se hubieran enfadado con uno y te hicieran superarlas a pecho, sin cuartel, con un camino bien señalizado con hitos. Unas curvas que, al entrar de nuevo en el bosque, se apiadan de uno y ya te van acompañando hasta el barranco de Bozarruego, donde sales del mismo. Continuamos por sendero bien definido, viendo ya arriba y a nuestra izquierda las estribaciones rocosas de nuestro objetivo, y el refugio por el que tenemos que pasar, la mallata de Petrito, a la que llegamos en un par de zetas.

Duras batallas entre la luz y la oscuridad
            Desde aquí, los algo más de 300 metros de desnivel que quedan, hay que ir subiéndolos por intuición, porque no hay un camino claro, alguna traza, sí, algún hito también, pero nada que le dé continuidad. A la izquierda, se nos va quedando ya bajo el collado de Mesola, que une este monte con el Cucuruzuelo, más al sur; incluso unos roquedos próximos, que nos pueden hacer pensar que es nuestra cumbre, al tener que seguir hacia el norte, también los vamos dejando atrás y abajo. Finalmente llegamos a la cima que, con sus 2177 metros de altitud, lo es también de esta sierra de la Estiva. Una sierra que se alza entre los valles de Aísa, por el que hemos subido, y el de Aragüés del Puerto, en cuya cabecera están los llanos de Lizara, con su refugio.

Mallata de Petrito, y Mesola al fondo

Sendero por el bosque
            Los macizos que cierran ambos valles por el norte, tienen los pensamientos secuestrados por unos nubarrones que no nos importa verlos de lejos, porque si hay alguien por allí no lo deberá de estar pasando muy bien. En realidad, se puede decir que es un largo cordal de las Sierras Interiores del Pirineo, interrumpido por los ríos que van buscando las tierras bajas. Divisamos lo que nos permiten las nubes, Peña Forca y Lenito, corte del Aragón Subordán; Peña Valencia, Agüerris, Bisaurín y Fetás, corte de Lizara, encima de donde nace el río Osia; Peña del Mediodía y barranco de Igüer; Lliena del Bozo, de la Garganta, Aspe, Rigüelo, mundo Lecherines, Tortiellas, corte del Aragón; y macizo de Collarada, entre lo que se ve y lo que se adivina.

Tramo marcado con hitos

Llegando a la mallata de Petrito, de bajada
            Y de este cordal, ¿qué podemos decir?, pues que arranca del collado del Bozo, ascendiendo a la Punta del Cuello del Bozo, luego a la de Napazal, luego a Petrito, para llegar hasta aquí, marchando luego al sur, y encontrando otra cota, la de Cucuruzuelo, antes de ir perdiendo más altura. Unas puntas de esta sierra que ya hemos recorrido en varias ocasiones, y que sin duda volveremos a recorrer, es por eso y porque el tiempo no está para bromas, que abortamos la bajada al Petrito y emprendemos la nuestra, que va por el mismo itinerario que el de subida. Mallata de Petrito, bosque, refugio forestal, más bosque… y pista.

Fin de la pista, junto al barranco de Sibiscal

Indicadores por el bosque
            Una rutica mañanera, que no se ha visto enriquecida con una circular, pero no importa, porque el camino de ida y vuelta, aunque sea el mismo, nunca se ve igual. Una rutica, decimos, a la que le hemos dedicado 3h 45’ de tiempo total, del que 3h 30’ ha sido en movimiento, para recorrer 9,8 km, y salvar un desnivel acumulado algo superior a los 800 metros, y en la que hemos bailado con fuertes vientos, pero que nos han librado de las amenazantes aguas, con unos paisajes vestidos como solo ellos saben.


Más fotos y el track

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