viernes, 26 de mayo de 2017

Plana de la Balsa, sobre el mirador de la Sierra de Arcos

IXOS MONS
Plana de la Balsa (829m)
Mirador Sierra de Arcos (800 m)
Domingo, 21 de mayo de 2017



            Otra nueva ruta por los dominios de la Sierra de Arcos, que está dando mucho de sí. Esta vez por Ariño y sus alrededores, una tierra que muestra sus profundas y sufridas entrañas, donde una gran paleta de policromía atrae la mirada del visitante. Pero antes… no podemos pasar tan cerca de un prodigio geológico de altísimo nivel sin entrar a conocerlo de primera mano. Estamos en una tierra llena de contrastes, humilde, callada, anodina en apariencia, pero deseosa de ser descubierta porque no se arredra en hacerte partícipe de lo mejor de sí misma.

Sima de San Pedro

Impresionante
            Hablamos en este caso de la Sima de San Pedro, fenómeno de origen kárstico único en Europa. Si no fuera por las rugosidades propias de la roca se podría decir que constituye un cubo casi perfecto, de 100 metros, aproximadamente de lado. De un altísimo valor ecológico, es un reducto de biodiversidad. Está situada en un entorno en el que todo habla del santo clavero celestial, la ermita, la sima, el poblado íbero… algo que nos inspira a pensar el gran poder telúrico sin par de estos lugares, y que el poder religioso imperante en la época ha monopolizado rebautizándolo. Hasta Calapetre se nos antoja topónimo relacionado (cabeza de Pedro?). Sí, Calapetre de las Brujas, envuelto en leyendas de aquelarres… cuando el río suena…

Poblado íbero del cerro de San Pedro

Camino de Arcos
            Bueno, tras este paréntesis nos encaramos a nuestro objetivo de hoy, que como algunos otros deja el protagonismo a la ruta. Con el amigo Rafa nos dirigimos a Ariño, entrando por el puente sobre el Escuriza. Partimos de la calle las Minas, por el camino de Arcos, cara vista a su valle. En plena Sierra de Arcos ya tenemos desbrozado un sendero, que va a ser señalizado próximamente como Sendero Turístico de Aragón, con el número PR-TE 92. Unas oportunas brumas cubren las enormes simas de las minas a cielo abierto, confiriéndoles un halo de misterio. Como a algo más de un kilómetro el sendero se bifurca, debiendo permanecer fieles al que llevamos por el valle principal, al que nos uniremos al regreso por el que parte a la izquierda, que se mete hacia el barranco de La Francisca, que nos espera a la vuelta.

Misterio en las minas

Balsa de la Plana de la Balsa
            Un corral espaldado de gran tamaño marca el acceso a lo alto de esta loma, en la que hemos de buscar su mayor altura, que encontramos junto a las ruinas de otro de los corrales que antaño poblaban estos montes. Nos incorporamos al sendero y pasamos por la balsa que le da nombre al entorno, Plana de la Balsa, un pequeño depósito entre yesos. Venimos por el llamado Camino de Arcos, y seguimos por él hasta algo más de cien metros, cuando damos un giro brusco a nuestra izquierda, adquiriendo franca dirección norte, para dirigirnos ya hacia el lugar idóneo para instalar un mirador, como así va a ocurrir ahí, al filo de la curva de nivel de los 800 metros, porque las vistas que nos ofrece sobre toda la amplia cuenca del Martín son extraordinarias, algo que pensarán también las decenas de buitres que se solazan por debajo de nosotros aprovechando las térmicas de la mañana.

Vistas desde el Mirador de la Sierra de Arcos

Descendiendo por el barranco de La Francisca
            Volvemos sobre nuestros pasos como algo más de cuatrocientos metros, para dejar el camino de ida y desviarnos a la derecha, para meternos por el barranco de La Francisca, que con gran esfuerzo intuimos fue aterrazado en un pasado labriego, dejando testimonio de lo que fue. Este barranco hace un amplio giro a la derecha, y lo abandonamos en un alto para incorporarnos al sendero de subida, en el que nos detenemos al pasar junto a unas grandes rocas verticales, o casi, ante la llamada de atención de unos relieves en forma de conchas marinas, donde está escrita la convulsa historia de los lechos oceánicos a los que pertenecían.


Ariño, con su Atalaya

Con una espléndida imagen del pueblo, custodiado por su Atalaya, llegamos al mismo, tras haber recorrido 9,5 km en 2h 55’ de tiempo total, del que 2h 20’ han sido en movimiento, con un desnivel acumulado +/- de 400 metros, en una ruta que sin duda merecerá la pena volver con calma cuando esté señalizada, momento que se podrá aprovechar para visitar el Museo Minero y/o Valcaria, sede de Dinópolis, donde podremos conocer la historia… y más allá.







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