IXOS MONS
La Silleta (788m)
Sábado, 20 de mayo de 2017
De nuevo por tierras turolenses,
concretamente por el Bajo Martín, un río tributario del Ebro, y que, junto a la
Sierra de Arcos, vertebra esta comarca. Una comarca de monte bajo, pero que
esconde en sus entrañas rincones auténticamente extraordinarios, rincones
vetustos, tanto de naturaleza como de restos prehistóricos dignos de visitar, y
es lo que vamos a hacer. Hemos puesto la mirada en uno de los montes de esta
sierra, La Silleta, que aun siendo ello importante por alzarnos a lo más alto
de la redolada, la verdadera singularidad se conserva en el barranco de
Valdoria, que forma parte del Parque Cultural del Río Martín. Con el amigo Rafa
nos hemos dado una vuelta por todo ello, admirando cada uno de los puntos de
interés que nos muestra la ruta, y que no son pocos.
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Comienzo del sendero |
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Anárquicas formaciones de conglomerados |
Para ello partimos de la
carretera de Albalate a Andorra, la A-223, en cuyo PK 25 tenemos el arranque de
una pista que tomamos, dejando el vehículo al final de la misma, a unos 2,9 km.
Desde aquí más vale estar atentos para no perder detalle. Desde los primeros
pasos por el sendero, ya se impone sin imponer un silencio que acompaña nuestro
deambular por este inicio del fondo del barranco, habitado entre otras especies
por el introducido ciprés de Arizona. En un punto determinado, el sendero se
bifurca, pudiendo optar por seguir por ese fondo de barranco o tomar el que se
va elevando en busca de las paredes. Unas imponentes paredes de arenisca horadadas, que sirven de cobijo a las grandes aves rupícolas. Se continúa con unos conglomerados
que no han resistido el paso del tiempo, desgajándose grandes moles de piedra, creando
una verdadera anarquía pétrea junto a la que pasamos, incluso por el interior
de esas formaciones, ayudados por peldaños de madera y sirga como pasamanos. Unos
roquedos muy visitados por la avifauna local, a juzgar por la enorme cantidad
de guano depositado en la salida.
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A la salida del interior |
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Pequeño embalse de Valdoria |
Seguimos nuestro sendero, que se
ciñe a la vertical del conglomerado, formando una escorrentía con gran profusión
vegetal. Lo llaman el Rincón del Gorgo. La mañana sigue su curso, igual que
nosotros. Comienzan a sucederse las construcciones que hace un siglo se
dispusieron para la recogida y traída de aguas a Albalate, que de esa época culminan
en unos depósitos rupestres de agua, aprovechando unas concavidades bajo los
conglomerados, y a los que accedemos a través de unas grapas. El momento más íntimo
con la roca se desarrolla cuando nos tenemos que quitar la mochila para avanzar
con mayor facilidad. Una gran mole ha decidido bajar a beber al barranco,
aunque afortunadamente no lo ha conseguido del todo, teniendo que pasar entre la piedra y el agua. A través de una escalera
metálica nos situamos al pie de una presa de 15 metros, construida en los años 60,
cuando se decidió taponar la cabecera del barranco para embalsar más agua para
el suministro a Albalate. La superamos ayudados de una hilera de grapas de la época
y otra más actuales. La lámina de agua refleja serenamente todo lo que le rodea,
y suponemos que también a nosotros en el momento de encaramarnos a la pared por
la pequeña ferrata que nos ayuda a superarla, una ferrata equipada con grapas y
sirga como línea de vida. Es francamente fácil, pero es en la facilidad donde
hay que extremar las precauciones y no relajarnos.
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Ferrata para superar la cuenca del embalse |
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Huerto de Valdoria |
Llegamos a un cruce que nos da la
opción de continuar el sendero o de desviarnos momentáneamente para hacer una
visita a la Cueva del Huerto. Pues allá que vamos. Tras detenernos unos
instantes para observar la evolución de unos ejemplares de cabra montés, continuamos
unos cientos de metros por un sendero elevado sobre una cornisa, que rodeando
un pequeño circo nos lleva a un punto donde tenemos que volver a bajar al fondo
del barranco mediante una escalera metálica. El misticismo vuelve a nosotros.
Entramos en el llamado Huerto de Valdoria, junto a la Cueva del Huerto, de
donde mana toda el agua del barranco, y que según dicen nunca ha dejado de manar.
La surgencia viene de una cueva, que según dicen también, comunica con la Cueva
Negra, que luego visitaremos.
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Surgencia de la Cueva del Huerto |
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Escalera para acceder al Huerto |
El lugar sólo merece nuestro
silencio y respeto. Salimos de él por la misma escalera, y por el mismo sendero
llegamos al mismo cruce, desde el que seguimos dirección ya a La Silleta, hasta
una pista, que abandonamos para visitar el mirador, que nos muestra todo lo
mejor que sabe, y hoy lo hace hasta la cordillera nevada del Pirineo. Como el
ascenso a La Silleta está carente de sendero, al menos que sepamos, nos
incorporamos a la pista para seguirla unos cientos de metros, hasta que deja de
subir y comienza a bajar. Ahí mismo nos decidimos a meternos de lleno en el
monte buscando su máxima altura, algo que conseguimos tras veinte minutos de
sortear piedras, aliagas y secas jaras que dejan rayas no sólo en el track que
vamos grabando.
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Vistas desde el mirador, con el Pirineo al fondo |
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Aspecto del mirador |
Tras llegar a ese punto
indefinido que, con 788 metros de altitud, tomamos como cumbre, bajamos por el
mismo sitio, o parecido, de nuevo a la pista, para volver al cruce del mirador
y tomar el sendero de descenso en dirección a la Cueva Negra, a la que llegamos
desde el cruce, tras algo más de una hora desde la cumbre. Se trata de otro de
los lugares llenos de mística, al menos eso intuimos que ha ocurrido aquí a los
largo de los últimos milenios. Unos grandes paredones de conglomerados cierran
este circo. Unos paredones que albergan grandes concavidades que con seguridad
han tenido mucha vida en el pasado, de hecho se han encontrado restos de dos
personas, útiles y cerámicas datados en el Eneolítico-Bronce Antiguo (2500-1500
a.C.).
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Llegada a la Cueva Negra |
Volvemos al cruce y tomamos ya el
camino de salida, y que ayudados por David y José Ignacio que vienen a nuestro
encuentro en vehículo hacemos en un cuarto de hora hasta la carretera A-1401 en
el PK 31. Una singular ruta por las entrañas de la Sierra de Arcos, en la que
hemos recorrido 13,3 km, en 4h 45’ de tiempo total, del que 3h 55’ han sido en
movimiento, con un desnivel acumulado nada desdeñable de 665 metros D+ y 720 D-, en una mañana que se ha portado en lo meteorológico y por una ruta señalizada en parte como Sendero Turístico de Aragón.
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