IXOS MONS
El Tossal d'Encanadé (1394 m)
El Tossal d'Hereu (1321 m)
Domingo, 14 de mayo de 2017
Los Puertos de Beceite, Els Ports según fuentes, se extienden entre las provincias de Teruel, Tarragona y Castellón,
y constituyen unas sierras que guardan en sus entrañas unos montes y unos
barrancos otrora humanizados por masías, debido a las grandes distancias que
hay entre las poblaciones y a la necesidad que había de arrancarle al terreno lo
mejor de sí mismo. Son sierras calladas, que guardan para sí secretos de otros
tiempos que han llevado a sus tumbas. La piedra seca es la reina del lugar, con
ella construían sus casas, sus corrales, y todas las dependencias necesarias
para salir adelante con una economía de subsistencia. Tierras colonizadas por
el imperio de la naturaleza a medida que se han ido deshumanizando. Con montañas
sin grandes alturas, pero con carácter. En una nueva incursión por ellas nos
siguen asombrando por su austeridad, por su soledad, algo que les da grandeza,
por su lejanía y cercanía al mismo tiempo. Con los amigos Luis, Javier, Víctor
y Esteban, de la Cordada, de Alcañiz, y Miguel y Josemari, del CP Mayencos de Jaca,
volvemos por estos pagos.
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Peñarroya de Tastavins... tras la curva |
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Peñas de Masmut. A por ellas |
El Tossal d’Encanadé, con sus 1394
metros de altitud es el punto más elevado de la comarca del Matarraña, sólo
superado en estas sierras por el Mont Caro, de 1441 metros, máxima cota también
de la provincia de Tarragona. Al Encanadé, pues, nos dirigimos, y muy mal se
nos tiene que dar la jornada para no subir al d’Hereu, su fiel escudero. Tras
abandonar la N-232 en Monroyo, tomamos la A-1414, que a través luego de la
A-2413 nos acerca a la localidad de Peñarroya de Tastavins, el municipio más sureño
de la comarca. Una localidad que no se esconde al visitante, desde kilómetros
antes de llegar a ella se muestra con todas las garantías de que va a agradar.
Amparada por su sierra, que deja a la izquierda esas peñas de Masmut, se nos
echa encima conforme nos vamos acercando.
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En el puente de la Canaleta |
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Subiendo por la cuesta del Mulero |
Por pista en buen estado, se toma
el camino de la Balsa de San Miguel, que en 1,4 km alcanzamos, para dejar los
vehículos. Ocho de la mañana, una mañana que se mantiene en la resaca de la
ruchada de ayer, que le confiere ese aspecto limpio, pulcro, despejado,
tremendamente aromático, con las fragancias que los agradecidos tomillos y
romeros exhalan. Seguimos por la pista, que en poco tomamos un sendero a mano
izquierda, que nos va bajando al río de los Prados, que con seco lacrimal nos
ve pasar por su puente de la Canaleta. Todo ello con el permiso de esas peñas
de Masmut que desde su altivez nos ven rodearlas. En diez minutos se toma la
llamada cuesta del Mulero, que dura casi una hora, y que por una vía pecuaria
señalizada como tal nos va subiendo poco a poco, y a tramos no tan poco a poco
hasta un pequeño collado, en el que hay un corral espaldado, y un poco más
adelante, arriba en el puerto, a esa casa del Mulero, con sus ruinosas
dependencias y su pozo de agua a ras del suelo.
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Masía del Mulero |
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Subiendo por las fajas |
La altura alcanzada nos permite
dar vista a poniente, vertiente salpicada también por esas masías grandes,
pequeñas, en diverso estado de conservación, pero la mayoría ruinoso. Seguimos
fieles a esa vía pecuaria, aunque a tramos ella no lo es con nosotros. Los
caminos no los hacen los carteles, los hacen el andar por ellos, pero si no se
andan… Bien, nos vamos arrimando a la pared, que permeabilizamos a través de
varias lazadas por unas aparentes fajas, que nos dejan en una gran explanada a
modo de collado. Si queremos subir al Tossal d’Hereu, es el momento, y como
queremos, pues allá vamos. Cinco minutos y cincuenta metros tienen la culpa.
Tomamos dirección izquierda, y sin sendero definido alcanzamos los 1321 metros
de esta cota, dotada de vértice geodésico. Las vistas son magníficas. Alguna
reconocemos, el Arca, el Perigañol, dominando el embalse de la Pena, por
ejemplo… y cómo no, ese Tossal dels Tres Reis visitado en la misma fecha hace
unos meses.
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En el Tossal d'Hereu |
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El Arca, Perigañol, y a sus pies el embalse de la Pena |
Con las mismas, para abajo, y
continuar ruta. Vamos por un altiplano azotado por los cierzos más airados. Hoy
no, pero hay evidencias de ello, se ven árboles, arbustos, castigados por el
viento. Pasamos por el dominio del mas de Zapater, tan en ruinas como cualquier
otro, incluso el pozo de nieve, que clama a gritos una restauración y puesta en
valor. Nos metemos por el bosque, y al salir de él se muestra a la vista
nuestro objetivo, algo lejano aún, por cierto. Poco a poco nos vamos acercando
y metiendo en el barranco del Caldú, en el que todavía permanecen pequeños
aterrazamientos que permitían un mejor aprovechamiento del terreno.
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Naturaleza salvaje |
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Subiendo por el barranco del Caldú |
Antes de culminarlo, en el
collado del Curandero, aunque cerca, sin sendero alguno trazado, hay que tomar
ya rumbo este (izquierda), para subir monte a través hasta la cima de esta
montaña, provista también de vértice geodésico. Su cara oriental es un cortado
muy próximo ya a la muga con Castellón. Echando la vista arriba, al fondo, unas
brumas nos impiden ver el mar, ese mar que estas tierras no conocen, pero que
ven si se aúpan. Alguna foto, más contemplación, bocado, y por el mismo trazado
para abajo, hasta el barranco, que dejamos atrás tomando decidida dirección noroeste,
para bajar por una ladera boscosa, incómoda, sin traza de senda, pero obligada
para llegar, en tierra castellonense, y por viejos caminos luego, hasta el río de la
Canal, que al entrar en Teruel, junto al mas de Peret, cambia de nombre a río
de los Prados.
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Peñas de Masmut. Impresionante |
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Sendero balizado PR-TE 157 |
Cuarenta minutos de pista junto
al cauce seco de este río de dos nombres, y nos topamos de nuevo con el PR-TE
157, que viene a nuestro encuentro y se vuelve a Peñarroya por un sendero, que
tomamos para tras cruzar el lecho del río ir subiendo y subiendo acercándonos a
esas peñas de Masmut por su solana. Se trata de unas formaciones de
conglomerados que desafían la verticalidad más absoluta, así como los
escaladores que se aventuran por sus vías equipadas. El sendero, éste bien
definido y señalizado, sube hasta una pista, que seguimos ya hasta que ya por
sendero de nuevo, nos presentamos en los vehículos.
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Peirón a la entrada de Peñarroya de Tastavíns |
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Antiguas balconadas de Peñarroya |
Como el pueblo está cerca, y el
camino merece la pena, alargamos hasta allí, pasando antes de entrar por un
gran peirón que recuerda la romería que cada siete años se realiza, y que
merece la pena detenernos un poco en ello. Esta información encontramos en http://alerce.pntic.mec.es: “Cuenta la leyenda que en el siglo XIV una
peste dejó Villabona sin jovencitas. El sacerdote Mosen Pinyol propuso a los
siete chicos supervivientes que emprendieran un viaje para encontrar pareja y
repoblar Vallibona. Se dirigieron a Peñarroya, hasta llegar exhaustos a su ermita
de la Madre de Dios de la Fuente,donde les dio cobijo su ermitaño. Tras rezar a
la Virgen y contar sus pretensiones, se pusieron en contacto con una anciana
acomodada, que tenía a su cargo a siete nietas…”. El resto de la historia
os lo podéis imaginar. Bueno, pues ese es el origen del hermanamiento de ambos
pueblos, y de que cada siete años vengan de allá para acá en una larga romería que
tardan siete horas en completar.
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Parroquial de Santa María la Mayor |
Entre estas y otras historias,
llegamos al pueblo, habiendo partido la jornada en la balsa de San Miguel, y
que ha dado de sí para recorrer 24,9 km, en los que hemos invertido 7h 10’ de
tiempo total, del que 6h 10’ han sido en movimiento, para salvar un desnivel
acumulado de 1525 m D+ y 1615 D-, que no está nada mal para una mañana pasada
en buenas tierras y con buenas gentes.
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