Güe (1.579 m)
Domingo, 25 de diciembre de 2016
Día de Navidad. Todo en calma. El
monte reposa en su serenidad. Primeros días tras el solsticio de invierno.
Pertinaz anticiclón, con noches frías y días templados. Unas noches y unos días
que son de farteras y de excesos varios, que hace que a tempranas horas se
pueda disfrutar de la soledad del monte. Y es lo que hemos hecho, con los
amigos Toño, Carlos y Fernando hemos subido a uno de los montes cercanos,
cientos de veces visto, porque se deja, pero ninguna vez visitado. Es algo que
hemos dicho hasta hoy.
Amanece por Santa Orosia |
Progresando entre cajicos |
Partiendo de Sabiñánigo,
dirección Biescas, por la N-260ª, antes de llegar a la gasolinera, se toma una
pista a mano izquierda, que en unos pocos cientos de metros te deja al pie de
un sendero, por el que vamos a transitar. Un sendero de monte bajo que va
ganando altura por entre buxos y cajicos, dibujando una loma que hace de
bisagra entre la Balancha y el valle del Gállego, el río central del Valle de
Tena.
Oliván, en la morrena central del antiguo glaciar del Valle de Tena |
Llegando a Santa Lucía |
Al tiempo de pasar por Santa Lucía,
el sendero se ha hecho bosque, que como a todos los de alrededor se les
multiplica el trabajo para dar oxígeno a ese Sabiñánigo poco industrial ya,
pero igualmente inmerso en un ambiente insano bajo los humos de las chamineras
que echan sus despojos sobre la población. Poco antes de llegar salimos a la
pista unos pasos, para volvernos a meter por un sendero y terminar el breve
sendero que queda hasta el vértice geodésico primero, y la torre de vigilancia
después. Tras los buxos que sustentan sus pies, se nos abre una imponente vista
hacia el Gran Norte, nevado Gran Norte, pero con ganas de más.
Llegando |
Torre de vigilancia cimera |
A nuestros pies, ese valle que se
dirige hacia Biescas, dejando a la izquierda orográfica los barrancos de Oliván
y Espierre. A poniente, el macizo de la Peña Oroel, como barco varado dominando
la Balancha. Aún nos alcanza la vista para distinguir en último horizonte a ese
Moncayo, techo de la provincia de Zaragoza y máxima altura del Sistema Ibérico.
El regreso lo decidimos hacer por la pista, que aun a sabiendas de que va a ser más
largo, preferimos la comodidad. Y así lo hacemos, tomamos la pista que desciende,
teniendo de frente ese norte y todos los montes que van a beber de él. Las
vueltas y revueltas nos van acercando al comienzo del valle del Aurín,
perforado en busca de gas.
Gran Norte. En primer plano, el valle de Espierre |
Si subir nos cuesta algo menos de
hora y media, bajar algo más. En total, han sido 10,5 km, recorridos en 3h 30’
de tiempo total, del que 2h 55’ han sido en movimiento, para salvar en torno a 680
metros de desnivel acumulado D+. Sin duda, una bonita mañana de monte.
El track, en: https://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=15907942
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