Sinués, pozas Las Tiesas
Sábado, 31 de diciembre de 2016
Hay quien dice que el tiempo es
un ser vivo, que el año que se va se lleva todo lo que ha acontecido en torno
nuestro, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros deseos,
nuestros actos… Tratemos, pues, con él para darle la despedida y pedirle que
todo lo malo que haya habido en todo ello se lo lleve y lo queme en el fuego
purificador, y lo bueno lo guarde a buen recaudo para tener acceso a ello en
esos momentos en los que necesitamos algún estímulo.
Arrancamos |
Desafiando el frío |
Un año más, cumplimos con la
tradición de dejarnos los sudores por los caminos, y las tonterías en unas
pozas de agua a baja, muy baja temperatura, en la mañana de este último día del
año. Un año, un libro cuya última página enlaza con la primera del libro
siguiente, que se nos entrega impoluto para que sea grabado con lo mejor de
cada uno. Y queremos despedir este año deseándole lo mejor allá donde vaya, y
recibir al nuevo con ganas, muchas ganas de seguir disfrutando de ésta nuestra
naturaleza más próxima. Mientras por las tierras bajas siguen inmersos en las más
espesas nieblas, por la montaña, pese a las severas heladas nocturnas, se nos
ofrecen unos días espectaculares… y hay que aprovecharlos.
Llegando a Sinués |
Rincones de Sinués |
Como en años anteriores, dejamos
los vehículos en la carretera de Aísa, a la altura de las pozas de las Tiesas.
Con 1,5º negativos en el ambiente, y un sol que promete, pero que todavía no
da, nos echamos a trotar con los amigos Álvaro, Javier y Abel. La mañana está
en calma, en resignada calma. Y eso se nota en mayor medida, si cabe, tras
tomar el desvío a Sinués, una carretera local, que en dos kilómetros se empina
y se empina, hasta llegar a este pueblo milenario, a 1.078 metros de altitud, que
con el de Esposa y Aísa pueblan la parte alta de este valle.
Salida del pueblo junto al torreón fortificado |
Camino por el robledal |
Llegada a Sinués, decimos, trago
de agua en la fuente y salimos por el torreón fortificado en dirección al
robledal de la Plana Clavera, cruzando el barranco del Molino, para llegar
primeramente al mirador de Santiago, una extraordinaria atalaya en una pequeña
plataforma de una gran ralla que rompe el horizonte, y desde donde se tiene una magnífica
vista sobre Sinués y una buena parte de la cordillera nevada.
En el mirador de Santiago |
Descenso |
Volvemos al camino para continuar
por el descenso entre los robles de este espeso bosque. Un camino que pierde la
magia cuando llega a la carretera, por la que seguimos el trote hasta los
coches. Primer hito cumplido, queda el segundo. Bajamos a las pozas, y sin
pensarlo mucho nos echamos al agua, que no tendrá más de 3 ó 4 grados. El pleno
sol reinante atempera el ambiente. Todo un rito de purificación. Bueno, no sé
yo… Algo tenemos que buscar para darle un puntito de cordura a todo esto… Después
a descorchar los buenos deseos para todo el año que viene.
En plena faena |
Hasta aquí, han sido 11,9 km, que
hemos recorrido como en 1h 40’ de tiempo total, del que 1h 25’ ha sido en
movimiento, con unos 435 metros de desnivel acumulado D+. Al baño se nos ha
incorporado el amigo Josemari, uno de los fundadores de estas jornadas. Una
mañana más que atípica, con una actividad más que atípica, en la que hemos
estado en contacto con los cuatro elementos, y que ha terminado con 8 grados, y
templaus.
Feliz Año a todos!!!
El track, en: https://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=15963207
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