Tozal del Mallo (2.254 m) y
Faja de las Flores (2.300 m).
Sábado, 2 de noviembre de 2013
Cuando las nieblas te embolican
haciéndote sentir envidia de ellas mismas es cuando te las quieres arrimar para
ver de cerca lo que ellas ven, tocar lo que ellas tocan, abrazar lo que ellas
abrazan. Esta es la historia seductora de una jornada en la que se han ido
sucediendo para jugar con nosotros y ganarnos, ganarnos la guerra, pero las
batallas que hemos ido ganando nosotros han servido para contemplar el limpio
vuelo del quebrantahuesos por debajo de nosotros, para contemplar desde la
lejanía de más de mil metros de desnivel la vorágine de vehículos que se
agolpaban en la pradera, y para contemplar también tantos y tantos montes que
penden de estos abismos. Abismos de piedra. Abismos de aire. Abismos de luz.
Abismos de Ordesa.
Progresando en las clavijas |
Mano a mano con el amigo Javier,
nos disponemos a disfrutar de una nueva jornada de monte. Esta vez en uno de
los iconos del Pirineo. En este pequeño y frágil valle que tanto atrae a
propios y extraños. También nosotros acudimos, y lo hacemos bien de mañana con
la idea de subir al Tozal del Mallo, y si se tercia a Mondarruego.
Desde el minuto cero se asoma el
objetivo, inhiesto, serio, desafiante, pero conforme vamos tomando altura se va
sintiendo más y más pequeño. El camino, que parte de la antigua Casa Oliván, nos
mete inmediatamente por el bosque. Un bosque por el que nos dejamos engullir.
Un bosque en plena muda, un tanto ya pasada. Un bosque que disfruta de los
miles de visitantes de hoy, aunque afortunadamente no por esta subida. El común
de los mortales prefiere algo más llano, prefiere un disfrute de perfil bajo. En
menos de una hora pasamos por el desvío de la Faja Racón, que según se nos dé
el día igual la recorremos. Hay multitud de posibilidades hoy, y cualquiera
será buena.
Tozal del Mallo y Mondarruego |
El fondo del valle se va alejando
más a cada paso que damos. Hemos comenzado deprisa, dándole ritmo al cuerpo. Optamos
por subir por las clavijas, y lo hacemos con un subidón de adrenalina, el
escenario es insuperable, la verticalidad de las paredes del Gallinero se hunde
en el abismo. Llegamos al plató donde converge el camino de las clavijas con el
de la fajeta. Ahora, un giro decididamente al oeste nos lleva por una senda
aérea hasta el cuello del tozal, a cuya cumbre nos dirigimos. Estamos sobre
esta avanzadilla del gran murallón norte del cañón de Ordesa, que tanto le
gusta que pregunten por él todos los turistas que llegan a la pradera, allá por
mil metros más abajo, a pico. Es el cancerbero del valle. Estamos a 2.254
metros.
Entrada W a la Faja de las Flores |
Las opciones de subir a
Mondarruego se esfuman, las nieblas se las llevan. Juntas de la mano las vemos
pasar por encima de nosotros, anunciando que son las primeras, y que tras de
ellas vendrán más y más… Pero mientras tanto, nos aprovechamos de las
privilegiadas vistas sobre la entrada a Ordesa, sobre el arranque del valle de
Bujaruelo y sobre el rendir de las aguas del Arazas sobre las del Ara en este
periplo hasta fundirse con las del Cinca, allá por Aínsa.
Colgados en la faja. |
Volvemos sobre nuestros pasos
hasta ese plató donde se unían el sendero de la fajeta con el de las clavijas,
y al hacerlo somos testigos de un ir y venir de sarrios que se sienten cómodos
posando ante nosotros. Ellos no se cansan de vernos. Nosotros tampoco de verlos
a ellos. Opciones a partir de aquí, pues una es bajar para hacerse la Faja
Racón y luego la de Canarellos, llegándonos casi hasta la Cola de Caballo y
vuelta a la pradera. Pero hay otras. Estamos a 2.100 metros, y lo que nos pide
el cuerpo es subir más, en lugar de bajar. Pues al tajo. Nos subimos hasta la
entrada de la Faja de las Flores para recorrerla, sintiendo el mundo del fondo
del valle mil metros en vertical bajo nosotros, a nuestros pies.
Abismos |
En el transcurso de este aéreo
periplo, las nieblas quieren tener su protagonismo. Unas nieblas que entran de
norte y que se apropian del derecho a disfrutar de las extraordinarias vistas
que ofrece este balcón corrido. En hora y media recorremos la faja, y nos
llegamos hasta bien entrado el barranco de Cotatuero y dar con el desvío que
sube hacia la Brecha de Rolando. Seguimos rodeados de niebla. Sólo en algunos
instantes que tiene de despiste podemos ver a más de unas decenas de metros a
nuestro alrededor. Entre eso y el lejano murmullo de la cascada nos permite
orientarnos, y saber que estamos todavía a 300 metros por encima de la entrada
a las clavijas.
Circo de Cotatuero |
Unos rotos caminos de rotas
piedras, por unas más que rotas canales nos van acercando al suave lecho del
aterrazado barranco, que justo al despeñarse con más decisión es cuando nos
muestra la entrada a las clavijas. Las clavijas de Cotatuero, sí, ya estamos
aquí. Nos saludamos como lo hacen esos viejos amigos que no tienen demasiadas
ganas de volverse a ver, pero que lo hacen de vez en cuando, cuando la vida te
lleva a ello. Unos tímidos reflejos de sol hurtando su hueco por entre las
nieblas son testigos de nuestro paso y posterior descenso de una chimenea que
rezuma agua por todos los lados, haciendo más que incómodo el descenso.
En plena travesía de las clavijas |
El paso por el camino del bosque
nos permite ver esos, lacónicos ya, colores del ocaso de esta temporada en los
árboles que mudan su atuendo. Desvío Faja Racón, que tendrá que esperar a otra
ocasión. Desvío Faja Canarellos, que también. Y en una hora de descenso
vestidos de bosque, nos plantamos en la Gran Avenida de Ordesa, poblada por
cientos de miles de millones de personas que gustan de pasar el día por aquí,
cerquita del coche, por aquí.
Hoy, huyendo de todo ello, el
alma de Ordesa se ha retirado a las alturas. Sí, hoy nos hemos impregnado de
ella, pero el esfuerzo que ha pedido a cambio ahí está. Más de ocho horas de
actividad, en las que hemos tratado de tú al altivo Tozal del Mallo, y hemos
recorrido la Faja de las Flores, una sinuosa y delgada línea colgada sobre
verticales paredes, a más de mil metros sobre el mundanal ruido.
El reportaje
completo de fotos, en:
Y el reportaje
de Javier, en:
qué majos estáis!!. Bravo
ResponderEliminarTú, que nos miras con buenos ojos...
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