El Peiró (1579 m)
Sábado, 16 de noviembre de 2013
La memoria seguía vestida de
nieblas, seguía vestida de lluvias, seguía vestida de un deseado otoño que no
empezaba a arrancar. En un punto determinado de ese carrusel, nos bajamos para
comprobar que en apenas dos meses no sólo ha llegado ese esperado otoño, sino
que se ha ido apenas sin decir adiós, no ha estado muy a gusto entre nosotros,
y un poco enfurecido nos ha traído un ramalazo de invierno que nos ha pillado
desprevenidos.
El camino se hace al andar |
Volvemos a estos montes. Volvemos
a este pico con un numeroso grupo de Esbarre y de amigos varios. Sí, amigos con
los que hemos hecho guardia en otras garitas, y siempre con el mismo resultado: entre bueno y muy bueno. Somos de los que pensamos que para saber si las previsiones
meteorológicas adversas se cumplen, hay que hacerlo in situ, y las de este
primer zarpazo invernal lo eran, frío y nieve a cotas bajas.
Las aguas dormitan bajo el hielo |
Pues con ese panorama salimos de
la invicta un autobús lleno de ganas, lleno de ilusión, lleno de ansias vivas
por patear un trocito de monte más cercano, un trocito de los montes de Arguis,
el pico Peiró, al NW de Gratal, ese que es el más visible subiendo a Huesca, el
que nos anuncia que vamos dejando atrás la tierra llana, y que a partir de aquí
vamos a ser pasto de subidas y bajadas, de bosques vestidos y no, de barrancos
y roquedos, parcialmente por ese recién estrenado Camino Natural de la Hoya de
Huesca. Claro, y la reflexión es, ¿cómo es posible que un Camino Natural
desnaturalice un camino natural? Como diría uno que yo me sé… eso será tu
opinión, ¿no? Pues claro, le contesto siempre.
Gratal y la tierra llana. Inseparables |
Pasadas y bien pasadas las 9 de
la mañana, que amenaza lo que amenaza, dejamos el autobús en el antiguo
albergue de Arguis, bañado por una de las muchas orillas de este embalse, el más antiguo de Aragón. Atravesamos la presa y nos dirigimos ya
por pista hacia el oeste, pasando al cabo de media hora por el desvío a las
Calmas. Seguimos, ya con nuestro objetivo a la vista, para cambiar radicalmente
de dirección, tomando al sur el cortafuegos cuyo seno alberga, creo que, un
gaseoducto. Pronto tomamos una senda a mano derecha, por la que nos dejamos
acariciar por amables bojes, hasta que salimos de nuevo a una pista, donde se
hacen patentes las ganas de echar un bocado, a pesar del molesto viento frío
reinante. No necesitamos termómetro, los helados charcos nos dan una idea de la
temperatura que hace.
Bajando del collado de Sarramiana |
La altura que vamos ganando y el
paulatino despeje forestal de nuestra izquierda nos deja ver ya el pico, no sé
si el más alto, pero sí el más representativo de esta sierra, el Gratal, y un
ambiente invernal total abajo, en el llano. En Zárágózá debe estar cayendo la
del pulpo, como luego sabremos. Subida al collado de Sarramiana a las dos horas
de marcha. El Pirineo, el nevado Pirineo, nos da los buenos días. Pero, ¿qué
serían unas montañas sin nieve en este tiempo? Tristes, muy tristes. Nos
emboscamos para bajar por un alfombrado sendero entre retorcidas hayas hasta el
punto donde de bajada seguiremos para el retorno.
Desde la cima |
Nos vamos agrupando |
La espera se viste de haya |
El cuarto elemento |
El reportaje
completo de fotos, en:
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