La Muralla de Borau, a la media vuelta.
Jueves, 7 de noviembre de 2013
Hay quien dice que lo importante
no es la meta, sino el camino, y no le falta razón. A veces la vida es un poco
laberíntica, te va llevando, te va llevando… y tú que te dejas llevar... y te va
metiendo por sitios con unas ciertas dificultades, tardando en descubrirte sus
cartas, ante las que tienes que rendirte, porque es imposible ganar. Es algo de
lo que nos ha ocurrido hoy en estas montañas de los Valles Occidentales.
El valle luce espléndido |
Viene Josemari, desde la tierra
llana, como un torpedo de la pradera, con la fijación de subir a alguno de los
picos de la Muralla de Borau. Que si hace poco no pudimos hacer uno, ahora
queremos hacer tres. Pues sí que… Al menos lo intentaremos. Sara completa el equipo.
La mañana está limpia, invita a
abordarla con decisión. Una mañana lejos de los fines de semana, lejos de
puentes y de días turísticos. Una mañana de las que hay muchas, pero que hay
que ir a atraparlas. Una mañana… para nosotros. Salimos de Saleras dirección
Rigüelo, y en el momento que estamos frente a la canal que sube al collado de
la Garganta de Aísa, la enfilamos.
Dura subida hasta el collado |
Dura subida, en la que comenzamos
a encontrar nieve nueva, nieve de hace tres días, nieve que tapa el tímido
camino entre piedras y que hace más difícil la progresión. Tremendo caos de bolos
que no puede exigirnos cariño, a poco que le tengamos eso que gana. Más de hora
y media para llegar al collado ponen a prueba nuestra paciencia y aguante. Una
vez allí, la asombrosa vista que se nos abre nos quita todos los males. A
poniente, el Aspe y su arista de los Murciélagos, en cuya base estamos. A
Levante, la Muralla de Borau, que queremos abordar. Enfrente, a nuestros pies,
el mundo Tortiellas, Tobazo, Candanchú, Astún, la Canalroya, la de Izas… Todo
preparándose para pasar el invierno bajo nuevas nevadas, que esperamos copiosas.
Progresión en la canal |
Tomamos una senda evidente que
sale a nuestra derecha, y de la que tenemos que ir desviándonos para evitar las
inclinadas palas de nieve. Llegamos a la altura de la entrada de una rota
canal, que nos da algo de “yuyu” y evitamos. La segunda, que sólo nos da “yu”, que
encontramos, también rota, muy rota y pendiente, pero que no dejamos pasar y
nos metemos. Exquisito cuidado para no tirar piedras. Cuando hemos progresado unas
decenas de metros de desnivel por ella, desistimos. La nieve ha colonizado
pasos clave y hay que rendirse ante la evidencia.
Salimos de nuevo al camino de la
base de la roca y seguimos por él hasta dar vista a los murallones orientados
al NE, y que también vemos muy arriesgado seguir a causa de las inclinadas
palas de nieve. Punto de retorno, que nos sabe a cima, y vuelta sobre nuestros
pasos, hasta el collado primero, y sin pensárnoslo a descender toda la canal
bajo un sol y un calor fuera de calendario. Una hora de bolo en bolo refuerzan
los ligamentos de los tobillos y los de las neuronas encargadas del equilibrio.
Llegamos a zona herbosa, calma, amigable, y paramos un rato a echar un bocado,
el segundo.
El Aspe |
Y poco más. Seguir bajando ya por
tasca, atravesar las fuentes de Rigüelo, que están espectaculares, y llegar de
nuevo hasta el cauce del río, que no nos lo pone fácil, como esta mañana, para
volverlo a pasar. Poco más de 6 horas para recorrer los casi 11 km, con 1.140
metros de desnivel positivo acumulado, han terminado por hacer de esta jornada
una más de monte, igual, distinta.
El reportaje
completo de fotos, en:
Cuidado con el yu........, aprovechamos cada jornada. Muy bien!!!
ResponderEliminarSí, entre el "yu yu", y el "yu", elegimos siempre el "yu". Gracias por el comentario.
Eliminar¡pero bueno, pero bueno!, seréis los primeros en tocar la nievenueva .¡Qúé bien! y como siempre, buen grupo de tres mayencos.
ResponderEliminarPor mi parte ya la pisé en el Peyreget, pero bueno, ahí estamos, manteniendo la llama viva. Gracias por el comentario.
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