Año XIV. Entrega nº 970
Punta das Gralleras (2265 m)
Punta Cuyalaret SE (2253 m)
Cuyalaret (2291 m)
Sin nombre (2274 m)
Pin d'Anéou (2365 m)
Peña Blanca (2367 m)
Peña Blanca W (2359 m)
Pico de Canal Roya (2348 m)
Punta Bagüer (2331 m)
Uno de los muchos “me gustaría esperarte” del poema A distancia, incluido en el poemario de este escritor, periodista y poeta cántabro, con el título de Las fronteras del aire, publicado por Amargord Ed. (2015).
Las líneas divisorias, fronteras, mugas (güegas* en aragonés), separan, pero, por otra parte, también unen, porque lindan con ambas partes. Es el caso de las sierras, que se alzan entre dos valles, que se podría decir que los separan, pero también que los unen, pudiendo auparse a ellas por ambas vertientes.
El caso del cordal que nos ocupa hoy cumple esas características, a las que se le puede añadir la de que hace güega* entre España y Francia, pero eso creo que no lo sabe, porque se siente integrada en una unidad de paisaje única, la que formó una caldera volcánica hace 300/400 millones de años, en la orogenia hercínica o varisca. Una sierra que está situada entremedio de dos joyas, el Anayet, pitón volcánico, y el Midi d’Ossau, que formó parte de dicha caldera.
Hablamos de la sierra Anéou-Canal Roya, entre el grandioso circo d’Anéou, en la vertiente francesa del Portalet, espacio integrado en el Parque Nacional de los Pirineos y la Canal Roya, en el lado español, no incluido, de momento, en ningún espacio natural protegido. Cabalgar sobre ella, sabiendo que lo estás haciendo sobre una de las partes más antiguas de los Pirineos, causa una sensación que, si no fuera por las más de tres horas que cuesta el recorrido por el cordal, habría que hacerlo conteniendo la respiración.
No sólo admitimos, sino que admiramos, el recurso poético de Calvo, pero, siendo pragmáticos, no creemos que exista esa línea oscura, ni siquiera divisoria de los vientos, porque los vientos no tienen güegas*, como las montañas tampoco las tienen. El mundo de las montañas tiene accidentes geográficos, como son los valles, las sierras, y a ésta hemos querido hoy ir a rendirle homenaje.
Nos acercamos hasta el Portalet, para introducirnos en el amplio circo d’Anéou con intención de alzarnos a este cordal que lo cierra por el suroeste. Desde el primer momento, es ese magnífico Midi d’Ossau el que nos tiene ya en el radar, cuyo influjo no nos va a dejar de hechizar en toda la jornada. Por otra parte, también nos sentimos intimidados por la altivez de la Campana d’Anéou, que sigue nuestros pasos, hasta que la dejamos de lado a nuestra izquierda.
La idea era comenzar el cordal con el Cuyalaret, pero teniendo su hermano menor a la izquierda, ¿por qué no empezar por él? Pero como lo acometemos por su izquierda, nos situamos en un collado con la Punta das Gralleras a la izquierda también, que parece que nos mira de reojo y no queremos que se decepcione por no visitarla. Pues hala, para allá que vamos que, aunque se muestra un poco rocosa, vamos a tratar de encontrarle el puntito.
Bueno, pues arriba que llegamos, con tramos de echar las manos, con más exposición a la bajada.
De nuevo al collado para continuar la ruta. El segundo que encontramos es el la Punta Cuyalaret SE (Punta Cubilaret en el IGN), que abordamos sin dificultades, como tampoco en su descenso es pos del hermano mayor, el Cuyalaret, para el que tenemos que hacer un flanqueo por la derecha hasta llegar a su cima.
La bajada de esta tercera cota hay que tomársela con precaución, es rocosa e inclinada. El gigante de la ruta, que por poco no es el más alto, toma el nombre del amplio dominio, el Pic d’Anéou, pero antes de llegar a él pasamos por otra cota, para la que no encontramos nombre.
El Pic d’Anéou, que parece el más fiero, también tiene sus debilidades que, como para el trato con las personas, hay que pillarles el punto si no es posible irles de frente. En este caso, lo abordamos por la izquierda que, tras una pendiente subida alcanzamos un collado al pie de la rocosa cima. Como es cosa de cinco minutos, dejamos las mochilas y subimos ligeros, alcanzando así la quinta cota de la jornada, con unas impresionantes vistas a uno y otro lado del cordal.
De vuelta al collado para continuar el periplo, que lo hacemos por el canto de una rallera* de estratos inclinados, que nos sube a la Peña Blanca, que aupándose dos metros sobre el pic d’Anéou se considera el punto más alto de la ruta, y a continuación a por su hermana Occidental. La bajada, también un tanto escabrosa, nos enfila ya hacia el pico Canal Roya/Canaourouye, homónimo de ese gran valle, corredor biológico, verdadera joya geológica, cuna de patrimonio megalítico de primer orden, que ha estado seriamente amenazado por actuaciones irreversibles, que lo hubieran convertido en lo que no es.
Reflexiones de cómo el afán desmedido para desvirtuar lo más valioso que tenemos, que es nuestro medio ambiente, nuestros paisajes, nuestro pasado, nuestra cultura, en beneficio de no se sabe qué… o sí. Ver cómo una destructiva decisión es capaz de destrozar lo que la geología y la biología han tardado cientos de millones de años en construir, y que ha sido habitado, aprovechado, por nuestros ancestros para la subsistencia, desde hace miles de esos años.
Tan sólo nos queda pasarnos al siguiente, que es la Punta Bagüer, por más que el IGN le dé por llamarla Pico de Canal Roya. Hay quien dice que detrás de una montaña siempre hay otra montaña, como en este caso. El siguiente sería el Malacara, pero ya forma parte del circo de Astún, incluido en el libro Tierras de Jaca (Prames 2020), con 14 picos más, ya que pertenece al término municipal de la capital jacetana.
Por hoy, con los 9 recorridos nos damos por satisfechos, de modo que nos encaramos hacia el dominio Houer para contornear sus pequeños ibones y pasar por el collado homónimo, teniendo hora y veinte minutos para recorrer plácidamente el circo y llegar al punto de partida.
Junto al lac de Houer
Lacs y collado de Houer
Una preciosa ruta por una güega* que no entienden las montañas y que no piensan respetar, ni siquiera por la imaginaria oscura línea divisoria de los vientos que nos contaba Calvo. Una ruta, decimos, a la que le hemos dedicado 6 horas y 20 minutos de nuestras vidas, recorriendo 12,1 km, y salvando un desnivel acumulado de 925 m D+/- (Wikiloc: 700 m D+/-), habiendo alcanzado la altitud máxima en los 2367 m de la Peña Blanca, que por dos metros se alza por encima del Pic d’Anéou, que más se lo mecería, por algo ostenta el nombre del circo.
GLOSARIO
Güega: divisoria
Rallera: cresta rocosa
BIBLIOGRAFÍA
Las fronteras del aire. Mariano Calvo. Armargord (2015)
RECURSOS DIGITALES
Parque Nacional de los Pirineos
Las fotos, con los comentarios, y el track
Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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