IXOS MONS
Villamana (855 m)
Cámpol (1065 m)
Yeba (1120 m)
San Martín (865 m)
Miércoles, 12 de febrero de 2020
Unas tierras y unos pueblos sorprendentes,
de especiales peculiaridades por su determinismo físico, en donde sus
habitantes utilizaban prácticamente todo lo que les proporcionaba la tierra y
el monte para el ganado y las diversas actividades agrícolas, estas últimas a
través de los múltiples abancalamientos.
|
Yeba y parte de sus tierras |
|
De casa Manuel |
Estas
palabras, que el etnógrafo
José Luis Acín Fanlo incluía en el prólogo del libro
“La Solana, vida cotidiana en un valle altoaragonés”, de
Carlos Baselga Abril, nos introducen en
otro de los espacios dejados al albur de la naturaleza. Un espacio, este de la
Solana de Fiscal, con catorce
despoblados y un buen número de pardinas, también abandonadas, y que junto con
otros como
Sobrepuerto,
La Fueva,
La Galliguera,
La Guarguera…
son tierras calladas a las que ya les han cerrado los ojos a algunas y a punto
están en otras.
|
Restos de la iglesia de San Pedro, en Villamana |
|
Alegra ver que no todo es pino, también hay carrasca |
Nos disponemos
hoy a dar una buena vuelta y visitar alguno de estos núcleos, que dejaron de
serlo por culpa de un
maldito pantano
(otro), como canta
La Ronda de Boltaña,
con la particularidad de que este, el de
Jánovas,
también fue abandonada su construcción. Unas tierras en las que la madre
naturaleza va tomando inexorablemente lo que es suyo, porque si viejos son
estos asentamientos… más vieja es ella. Del p.k. 453,2 de la carretera N-260,
parte una pista de tierra en cuyo comienzo dejamos el vehículo para comenzar
nuestra caminata, que lo hace siguiendo esa pista, que discurre por encima de
un barranco, y entre extensas plantaciones del pino de oferta hace cinco o seis
décadas.
|
Pronto se siguen las marcas del GR 268, Camino de San Úrbez |
|
Flamante señalización del GR 268 junto al ábside de la iglesia |
Al cabo de
media hora sale a nuestro encuentro el recién señalizado
GR 268, como
Camino de San
Úrbez,
que trata de unir las localidades en las que se registra su presencia, de modo que siguiendo por la pista vamos de su brazo. A los cinco minutos abandona la pista, y nosotros con él, para en otros cinco minutos más llegar a lo que queda de Villamana que, según la citada publicación, constaba
de dos fuegos, casa Manuel, con una enorme cuadra secadero, y casa Salvador.
Hasta el siglo XVIII existían tres casas más, Francha, María Rosa y Garcés, que
fueron adquiridas por casa Manuel. Cuenta también con los restos de la pequeña iglesia
de San Pedro, románica del siglo XII.
|
Iglesia de Santa Marina, en Cámpol |
|
Junto a la iglesia |
Tras una
visita a este núcleo, continuamos nuestro camino
por el bosque, hasta dar con la pista, que cruzamos para seguir por el sendero
señalizado, y dar nuevamente con ella, justo encima de la entrada a las
casas de
San Martín, por las que
pasaremos al regreso. Seguimos otro tramo de pista y otro de sendero, para
situarnos bajo la plataforma donde se encuentra
Cámpol, nuestro siguiente hito de la jornada, al que llegamos tras
un empinado sendero. Nos encontramos otro despoblado, que muestra sus
intenciones de restaurar alguna de sus casas, no sabemos cuáles, pero sí las
que llegó a haber: Ezquerra, Martín Périz, Sánchez, Pedracort, Anto López,
Duaso, Sixto y Gaitero, más la escuela, abadía y la iglesia, que rezaba a
Santa
Marina, nombre no muy propio de las montañas, aunque tiene una enfrente con ese nombre. Situado en un interesantísimo
emplazamiento, con unas excelentes vistas hacia toda la cuenca del río Ara.
|
Vistas sobre la cuenca del Ara, desde Cámpol |
|
Llegando al collado |
Abandonamos el
GR 268, momentáneamente, porque nos llevaría a nuestro camino de regreso, y no
vamos
a perdonar el dar la vuelta más amplia, llegándonos, incluso hasta Yeba, fuera ya de esta cuenca y en
consecuencia de La Solana. Salimos, pues a una pista asfaltada, que recorremos
dejando a nuestra derecha y en lo alto los paredones del pico Nabaín o Santa Marina, de 1798 metros,
que descuelgan hacia el barranco unas ralleras
similares a las del congosto de Jánovas, y por cuyo seno tenemos previsto el
regreso.
|
Tajo abierto entre una gran muralla de roca |
|
Cotiella y Peña Montañesa |
En cincuenta
minutos llegamos al collado, que divide las aguas del
Ara y del
Cinca, los dos
ejes fluviales del
Sobrarbe, una de
las cuatro comarcas fronterizas aragonesas. Es un estrecho paso excavado en una
impresionante
ralla. Estamos a 1355
metros, el punto más alto de nuestra ruta de hoy, en los límites de la Solana,
y también es
güega entre los municipios de Fiscal y Fanlo. Nada más coronar, se
nos abren unas asombrosas vistas sobre el otro lado, que abarcan horizontes en los que habitan los Gabietos, Taillon, Casco, Torre, Cilindro, Perdido, Soum de Ramond, Punta de
las Olas, collado de Añisclo, Suca y Tres Marías por un lado; Cotiella y Peña
Montañesa por el otro; y los más cercanos Mondoto y Sestrales, guardianes del
Cañón de Añisclo. Un breve momento para digerirlo, y seguimos.
|
Amplia panorámica desde Gabietos hasta las Tres Marías, con Mondoto y Sestrales delante |
|
Reloj de sol en Yeba |
Bajamos por la
solitaria carretera, y en cuarenta minutos llegamos a Yeba, habiendo pasado por
un punto en
el que se nos incorpora ese GR 268 con el que vamos coqueteando. Ya por él llegamos a esta nueva localidad, ya de Ballibió. Situada en un emplazamiento privilegiado, rodeada de fértiles tierras, se le conocían 8 fuegos en el siglo XV, destacando la parroquial de la Asunción, del siglo XVI,
además de fuente y lavaderos, en único conjunto a la entrada del pueblo, y un
reloj de sol que da la hora en punto… la solar, claro. Visita pausada por sus
calles y nos ponemos en marcha para el regreso, no en vano estamos en el punto
más alejado de la ruta.
|
Casas con el tejado arreglado para evitar la ruina |
|
Tras venir a nuestro encuentro seguía con su solaz |
Volvemos a
salir a la carretera y tomamos el sendero del GR 268, que nos devuelve a ella
en poco rato. La recorremos, y en un cuarto de hora la abandonamos para seguir
por el sendero señalizado, que nos lleva en otro cuarto de hora a la llamada
Collata Yaba, un refugio de pastores
mal cuidado por dentro, pero como el sol nos acoge por fuera aprovechamos para
echar un bocado antes de emprender la bajada, que comenzamos a las 13:40, por
un sendero que hace las delicias del caminante. Enseguida nos incorporamos al
barranco de la Espuña, que nos acompaña
aportando frescor y el rumor de sus aguas.
|
Momento bocado y trago |
|
Enormes cajicos |
Pasamos por el
mismo seno del congosto, y al salir de él lo hacemos junto a una pequeña borda
y sus
campos anejos. Volvemos a dejar el GR 268, que va o viene, según le dé, a Cámpol, para
continuar nosotros por una zona de enormes cajicos,
que atravesamos, y a los cuarenta
minutos llegamos a las casas de San Martín, una antigua pardina,
propiedad de la familia Buisán-Bara, hasta que la vendieron en 1997 y fue
convertida en hotel.
|
Hotel en la antigua pardina de San Martín |
|
El agua del barranco sigue su curso |
En treinta
minutos más, acompañados visualmente por Lacort que se queda atrás, al otro
lado del barranco, y Lavelilla, a la que nos vamos acercando, llegamos a la
carretera N-260, que tenemos que recorrer con sumo cuidado, en dirección norte,
como unos 350 metros hasta llegar a la pista, en cuya entrada hemos dejado los
vehículos, completando así una extraordinaria circular por estas sierras
calladas que poco a poco vuelven a su pulso natural de hace cientos de años, cuando no eran
habitadas.
|
Sendero junto al barranco |
Esta, nuestra
primera incursión a ellas, ha sido muy rica y variada, y que con 21,6 km, recorridos en 7h 15’ de tiempo
total, del que 5h 30’ han sido en movimiento, salvando un desnivel total
acumulado de 825 m D+/-, nos ha abierto el apetito de volver… y volveremos.
Bien por la pandilla Jacanigo, ja, ja!
ResponderEliminarMuy buena excursion por la solana v vallebio
ResponderEliminar