jueves, 13 de febrero de 2020

Villamana, Cámpol, Yeba, San Martín, por la Solana de Fiscal

IXOS MONS
Villamana (855 m)
Cámpol (1065 m)
Yeba (1120 m)
San Martín (865 m)
Miércoles, 12 de febrero de 2020



     Unas tierras y unos pueblos sorprendentes, de especiales peculiaridades por su determinismo físico, en donde sus habitantes utilizaban prácticamente todo lo que les proporcionaba la tierra y el monte para el ganado y las diversas actividades agrícolas, estas últimas a través de los múltiples abancalamientos.

Yeba y parte de sus tierras

De casa Manuel
            Estas palabras, que el etnógrafo José Luis Acín Fanlo incluía en el prólogo del libro “La Solana, vida cotidiana en un valle altoaragonés”, de Carlos Baselga Abril, nos introducen en otro de los espacios dejados al albur de la naturaleza. Un espacio, este de la Solana de Fiscal, con catorce despoblados y un buen número de pardinas, también abandonadas, y que junto con otros como Sobrepuerto, La Fueva, La Galliguera, La Guarguera… son tierras calladas a las que ya les han cerrado los ojos a algunas y a punto están en otras.

Restos de la iglesia de San Pedro, en Villamana

Alegra ver que no todo es pino, también hay carrasca
            Nos disponemos hoy a dar una buena vuelta y visitar alguno de estos núcleos, que dejaron de serlo por culpa de un maldito pantano (otro), como canta La Ronda de Boltaña, con la particularidad de que este, el de Jánovas, también fue abandonada su construcción. Unas tierras en las que la madre naturaleza va tomando inexorablemente lo que es suyo, porque si viejos son estos asentamientos… más vieja es ella. Del p.k. 453,2 de la carretera N-260, parte una pista de tierra en cuyo comienzo dejamos el vehículo para comenzar nuestra caminata, que lo hace siguiendo esa pista, que discurre por encima de un barranco, y entre extensas plantaciones del pino de oferta hace cinco o seis décadas.

Pronto se  siguen las marcas del GR 268, Camino de San Úrbez

Flamante señalización del GR 268 junto al ábside de la iglesia
            Al cabo de media hora sale a nuestro encuentro el recién señalizado GR 268, como Camino de San Úrbezque trata de unir las localidades en las que se registra su presencia, de modo que siguiendo por la pista vamos de su brazo. A los cinco minutos abandona la pista, y nosotros con él, para en otros cinco minutos más llegar a lo que queda de Villamana que, según la citada publicación, constaba de dos fuegos, casa Manuel, con una enorme cuadra secadero, y casa Salvador. Hasta el siglo XVIII existían tres casas más, Francha, María Rosa y Garcés, que fueron adquiridas por casa Manuel. Cuenta también con los restos de la  pequeña iglesia de San Pedro, románica del siglo XII.


Iglesia de Santa Marina, en Cámpol

Junto a la iglesia
            Tras una visita a este núcleo, continuamos nuestro camino por el bosque, hasta dar con la pista, que cruzamos para seguir por el sendero señalizado, y dar nuevamente con ella, justo encima de la entrada a las casas de San Martín, por las que pasaremos al regreso. Seguimos otro tramo de pista y otro de sendero, para situarnos bajo la plataforma donde se encuentra Cámpol, nuestro siguiente hito de la jornada, al que llegamos tras un empinado sendero. Nos encontramos otro despoblado, que muestra sus intenciones de restaurar alguna de sus casas, no sabemos cuáles, pero sí las que llegó a haber: Ezquerra, Martín Périz, Sánchez, Pedracort, Anto López, Duaso, Sixto y Gaitero, más la escuela, abadía y la iglesia, que rezaba a Santa Marina, nombre no muy propio de las montañas, aunque tiene una enfrente con ese nombre. Situado en un interesantísimo emplazamiento, con unas excelentes vistas hacia toda la cuenca del río Ara.

Vistas sobre la cuenca del Ara, desde Cámpol

Llegando al collado
            Abandonamos el GR 268, momentáneamente, porque nos llevaría a nuestro camino de regreso, y no vamos a perdonar el dar la vuelta más amplia, llegándonos, incluso hasta Yeba, fuera ya de esta cuenca y en consecuencia de La Solana. Salimos, pues a una pista asfaltada, que recorremos dejando a nuestra derecha y en lo alto los paredones del pico Nabaín o Santa Marina, de 1798 metros, que descuelgan hacia el barranco unas ralleras similares a las del congosto de Jánovas, y por cuyo seno tenemos previsto el regreso.

Tajo abierto entre una gran muralla de roca

Cotiella y Peña Montañesa
            En cincuenta minutos llegamos al collado, que divide las aguas del Ara y del Cinca, los dos ejes fluviales del Sobrarbe, una de las cuatro comarcas fronterizas aragonesas. Es un estrecho paso excavado en una impresionante ralla. Estamos a 1355 metros, el punto más alto de nuestra ruta de hoy, en los límites de la Solana, y también es güega entre los municipios de Fiscal y Fanlo. Nada más coronar, se nos abren unas asombrosas vistas sobre el otro lado, que abarcan horizontes en los que habitan los Gabietos, Taillon, Casco, Torre, Cilindro, Perdido, Soum de Ramond, Punta de las Olas, collado de Añisclo, Suca y Tres Marías por un lado; Cotiella y Peña Montañesa por el otro; y los más cercanos Mondoto y Sestrales, guardianes del Cañón de Añisclo. Un breve momento para digerirlo, y seguimos.

Amplia panorámica desde Gabietos hasta las Tres Marías, con Mondoto y Sestrales delante

Reloj de sol en Yeba
            Bajamos por la solitaria carretera, y en cuarenta minutos llegamos a Yeba, habiendo pasado por un punto en el que se nos incorpora ese GR 268 con el que vamos coqueteando. Ya por él llegamos a esta nueva localidad, ya de Ballibió. Situada en un emplazamiento privilegiado, rodeada de fértiles tierras, se le conocían 8 fuegos en el siglo XV, destacando la parroquial de la Asunción, del siglo XVI, además de fuente y lavaderos, en único conjunto a la entrada del pueblo, y un reloj de sol que da la hora en punto… la solar, claro. Visita pausada por sus calles y nos ponemos en marcha para el regreso, no en vano estamos en el punto más alejado de la ruta.

Casas con el tejado arreglado para evitar la ruina

Tras venir a nuestro encuentro seguía con su solaz
            Volvemos a salir a la carretera y tomamos el sendero del GR 268, que nos devuelve a ella en poco rato. La recorremos, y en un cuarto de hora la abandonamos para seguir por el sendero señalizado, que nos lleva en otro cuarto de hora a la llamada Collata Yaba, un refugio de pastores mal cuidado por dentro, pero como el sol nos acoge por fuera aprovechamos para echar un bocado antes de emprender la bajada, que comenzamos a las 13:40, por un sendero que hace las delicias del caminante. Enseguida nos incorporamos al barranco de la Espuña, que nos acompaña aportando frescor y el rumor de sus aguas.

Momento bocado y trago

Enormes cajicos
            Pasamos por el mismo seno del congosto, y al salir de él lo hacemos junto a una pequeña borda y sus campos anejos. Volvemos a dejar el GR 268, que va o viene, según le dé, a Cámpol, para continuar nosotros por una zona de enormes cajicos, que atravesamos, y a los cuarenta  minutos llegamos a las casas de San Martín, una antigua pardina, propiedad de la familia Buisán-Bara, hasta que la vendieron en 1997 y fue convertida en hotel.

Hotel en la antigua pardina de San Martín

El agua del barranco sigue su curso
            En treinta minutos más, acompañados visualmente por Lacort que se queda atrás, al otro lado del barranco, y Lavelilla, a la que nos vamos acercando, llegamos a la carretera N-260, que tenemos que recorrer con sumo cuidado, en dirección norte, como unos 350 metros hasta llegar a la pista, en cuya entrada hemos dejado los vehículos, completando así una extraordinaria circular por estas sierras calladas que poco a poco vuelven a su pulso natural de hace cientos de años, cuando no eran habitadas.

Sendero junto al barranco

            Esta, nuestra primera incursión a ellas, ha sido muy rica y variada, y que con 21,6 km, recorridos en 7h 15’ de tiempo total, del que 5h 30’ han sido en movimiento, salvando un desnivel total acumulado de 825 m D+/-, nos ha abierto el apetito de volver… y volveremos.

Las fotos y el track.

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