Riglos (635 m)
Carcavilla (530 m)
Foz de Escalete (600 m)
Jueves, 20 de febrero de 2020
El Reino de los Mallos. Un reino dentro de otro reino. Un más que limitado
reino en el espacio y en el tiempo. Del tiempo no vamos a hablar, pero sí del
espacio, porque de nuevo venimos a estas tierras a sentirnos pequeños ante tanta
grandeza, a sentirnos pequeños ante las excesivas dimensiones de estos
monolitos conglomerados, imprescindibles para comprender los movimientos posteriores
a la orogenia alpina, formados por sedimentos de cantos rodados cementados por
materiales más blandos. Estas gigantescas formaciones, que pueden llegar a
medir cerca de los 300 metros, en el Pisón, junto con sus vecinos los mallos de Agüero y Peña Rueba fueron
objeto de la creación, en 2016, por parte del Gobierno de Aragón, de un Espacio Natural Protegido, bajo el nombre
de Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba.
Disparados ya desde el comienzo |
Saliendo de Riglos |
A él acudimos,
pues, en esta ocasión junto a los amigos de Os Andarines d’Aragón, que en su programa de “por esos andurriales”
tenían hoy la cita con esta salida, que da comienzo en Riglos, en una mañana
perezosilla, con -5º de temperatura, pero prometiendo que se va a templar, de hecho, la terminamos con 16º. Por
la parte alta del pueblo, enseguida se toma el desvío a Carcavilla, señalizado como PR-HU
98, y por el que se mete la serpiente multicolor, que a lo largo de la
mañana se irá quitando alguna de sus pieles, pero no de momento, porque la
temperatura va bajando con nosotros, “disfrutando” además en ocasiones de una
brisa de norte que hacía más difícil ese temple.
Lo vertical y lo horizontal, un profundo símbolo |
Cruzamos las vías
del tren, y al cabo de una hora desde el arranque alcanzamos este núcleo de Carcavilla,
creado para la central hidroeléctrica derivada del embalse de Santa María de la Peña. Pasamos por debajo de la enorme
tubería y continuamos por el PR-HU 98 dirección La Peña. Al cabo de un cuarto
de hora volvemos a cruzar las vías y vamos tomando altura para ir acercándonos
ya al embalse y su presa. Un embalse, el segundo en antigüedad de Aragón, tras el de Arguis, centenario ya desde 2013, que
es capaz de almacenar 15 Hm3, y nos lo demuestra hoy mismo. La radiante mañana
se refleja en sus calmas aguas, que nos dan la bienvenida. Se lo agradecemos posando
para una fotografía de grupo del amigo Rafa Cored.
Bocado a orillas del embalse |
Reanudando la marcha |
Llegamos a una
pista, para alinearnos con la orilla del embalse y las vías del tren, y en la primera ocasión favorable que tenemos al sol, hacemos un alto para echar un
bocado. Continuamos sin romper ese alineamiento hasta dejarlo para ser fieles a
las vías, y justo antes de un nuevo paso a desnivel, las cruzamos para
dirigirnos ya hacia la montaña, pasando incluso el canal. Al cabo casi de una
hora desde la parada llegamos a la Foz de Escalete, un enorme tajo en la roca caliza que año tras año, siglo tras siglo, milenio tras milenio, excava el barranco del Forcallo, cuya profundidad nos obliga a mirarlo por encima del hombro.
Las grullas peregrinas |
Seguimos por
la pista, y al llegar a un cruce tomamos la dirección de la derecha, que pasa
junto a las ruinas de la Casa de Escaletes.
Nuestro tránsito por la pista nos aboca al sendero, todo ello amenizado por el
paso de una considerable cantidad de manadas de grullas que se despiden de sus
cuarteles de invierno con gran jolgorio. Un poco antes de llegar al cruce de Santo
Román, sin pena ni gloria, a la una de la tarde, acompañamos al sol alcanzando
el punto más alto de la jornada, a unos 1008 metros de altitud, lo que nos
confiere una atalaya privilegiada para ver nuestros Pirineos, desde el Ezcaurre hasta las Tres Marías… y más allá, con la única barrera visual que la sierra de San Juan de la Peña.
Los romeros, y no solo ellos, disfrutando por el solano |
El mallo Firé y sus cinco puntas |
Una vez
sobrepasado el cruce, continuamos nuestro sendero, ya de bajada, dando vista al cauce del Gállego y a la imponente Peña Rueba al otro lado, lo que podemos
apreciar bien en una pequeña salida de ruta hacia un mirador natural. A los
veinte minutos del cruce llegamos al collado del Firé, donde hacemos una nueva
parada para reagruparnos. Ya solo queda el descenso por el circo, por donde descendemos
los 220 metros de diferencia de cota hasta la base del Pisón, y que si arriba
tratábamos a los mallos de usted, ahora lo hacemos de ilustrísima, porque la sensación de que nos engullen se acrecienta a medida de que vamos bajando.
Los almendros y su potencia floral |
Los mallos de Riglos, los reyes del reino |
Las vistas
sobre el Gállego, en su lento discurrir hacia tierras llanas, entre el Pisón y
el Firé nos evoca la integración de lo horizontal y lo vertical en el paisaje. En
un paisaje Real, un paisaje de Reino, que hoy ha acogido a sus súbditos
entreteniéndolos por sus vericuetos 5h 55’ de tiempo total, del que 4h 15’ han
sido en movimiento, para recorrer 15,6 km, salvando un desnivel acumulado total
de 735 m D+/-, en una extraordinaria compañía, a la que agradecemos la invitación para compartir esta, también, extraordinaria mañana.
Foto de familia en un singular paraje (imagen de Rafa Cored) |
Una cronica que resume un dia de senderismo estupendo y en buena compañia.
ResponderEliminarComo siempre el relato fiel a tus acertados comentarios.
GRACIAS cHEMA
Gracias, ya sabes que por mi parte es un placer compartir caminar y camino con vosotros.
EliminarUna mañana estupenda, buenas vistas y en muy buena compañía
ResponderEliminarSí señor, así fue.
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