Collado del Bozo (1.995 m)
Sábado, 27 de diciembre de 2014
Hay días que más valdría quedarse
en casa, pero como hay que entrenar de todo, pues eso, que aquí estamos, de
nuevo en las montañas, en una mañana que no nos ha ofrecido su cara más amable
precisamente. Ya no se puede decir que no haya venido el invierno, porque en los
puertos sí que lo ha hecho, y así queríamos verlos, altos, espesos, con
ventiscas que no te dejan ni abrir los ojos para ver las nieblas que
celosamente guardan las bellas imágenes de verdes pastos de otro tiempo. Aletargados
montes, encogidos, replegados en sus cosas, intratables.
Intratable Mistresa |
Hoy queríamos haber subido a ver
uno de los ibones que está en riesgo de serlo, en riesgo de colmatarse. Un ibón
pequeño, tímido, humilde, pero agradecido cuando se le visita. Un ibón que no
llegó tarde al reparto de nombres. Ibón de Puerto Viejo le llaman. ¿A que es
bonito? Pues así es él. Pero no ha habido pitera ni para subir a la Plana Mistresa,
esa que tanto juego da a Bisaurín y Bernera. Completamente enmarronao el tema.
Más limpio el collado del Bozo, y allí que vamos.
Dolmen de Lizara |
Visita obligada al dolmen de
Lizara. Cuatro mil años viendo pasar a gente, mil más, mil menos, y no se
cansa. Sus constructores tampoco eligieron mal sitio, no. Tomamos el sendero
marcado rojiblanco, que no es otro que el GR 11.1, una variante del original
que pasa por estos valles, y lo seguimos hasta el mismísimo collado. Pierde no
hay, a pesar de estar el camino nevado y las señales medio tapadas.
Pisando fuerte |
La lluvia con la que hemos salido
del refugio, conforme vamos subiendo, se va tornando nieve, nieve fina y seca,
que el fuerte viento disfruta azotándola
en la cara. Y para fuerte viento llegando al collado. Como unos 50 metros de
desnivel por debajo ya se hacen notar unas ráfagas imposibles, que le erigen
como el rey de los montes, al menos por hoy. No lo duda, ni lo hace dudar, con
arrojo, con determinación, con autoridad, dobla el espacio para coger impulso y
soplar más fuerte. En el collado nos agarramos a él, y aun así nos tambalea. No
pensábamos que le iba a sentar tan mal esta visita. Pero no se lo tenemos en
cuenta, si está de mal humor ya volveremos en mejor momento.
Y poco más, con las mismas para
abajo, que sigue nevando y endureciéndose a medida que cae. Dos horas cuarenta
de invierno del bueno, con dos quince en movimiento, para hacer los 7 km que
tiene el recorrido de ida y vuelta, haciendo casi 600 metros de desnivel
acumulado. Y como decía el amigo Javier… tarde de brasero. De hecho hoy había
alerta amarilla… que por aquí ha sido marrón.
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