Maz (1.945 m)
Domingo, 19 de noviembre de 2014
El otoño irrumpe con fuerza en
los Valles Occidentales. Las ovejas bajan de los puertos. Nosotros vamos a
ellos, hemos de atender a una irresistible llamada. El programa de la Sección
de Montaña del CP Mayencos sigue imparable. Para esta época del año nos gusta
volver sobre estos valles para visitarlos, para impregnarnos de su rabioso
otoño que se nos echa encima. Venimos a estas tierras occidentales, tierras limítrofes,
a un pico que aglutina laderas aragonesas y laderas navarras, que mantiene en
sus faldas hayedos de Linza y de Artaparreta en Belagoa, valles de Ansó y de
Roncal, en definitiva. Estamos hablando del Maz, con su aspecto piramidal desde
nuestro lado, o del Txamantxoia, con sus suaves laderas, desde el vecino. Y
para que no se diga, por el primero subimos, y por el segundo bajamos, hacia el
Rincón del Maz. Vamos.
Caminos de otoño |
En el calendario católico faltan
ya santos para tanto veranillo, y por muy buen ambiente climatológico que haya,
no deja de ser un desastre. Pero a pesar de todo, el otoño viene fiel a su
cita. Un otoño que no nos hemos querido perder con algun@s de l@s chic@s de
costumbre. En esta ocasión, Ástrid, Sara, Silvia, Cris, Joserra, Javier,
Fernando y Arturo. Dejamos los vehículos en la entrada de ese Plano de la Casa,
donde se encuentra el refugio de Linza, y nos disponemos con ganas a entrar en
el bosque. Unas ganas que se van afogando a los pocos pasos, la pendiente es
considerable. Da una extraña sensación, como de profanación, al meterte en ese
bosque en pleno proceso de transformación.
Comenzando la zona rocosa |
Los primeros pasos discurren por
empinada senda, hasta que una vez tomada ya una cierta altura se va suavizando,
pudiendo disfrutar más si cabe del entorno. El hayedo está que se sale por los
cuatro costados. Unos colores amarillentos, marrones, ocres, tostados… unos
colores decrépitos, que anuncian que un nuevo ciclo llega a su fin. Unas hojas
que han polarizado la mayor expresión de estos gigantescos seres durante el
estío, y que ya no son necesarias para estos próximos meses, porque la vida se
repliega en las raíces, siendo necesaria su presencia, no obstante, para
tapizar el suelo y contribuir con su descomposición a la formación del humus
imprescindible para continuar la especie. Así es la vida, nunca se detiene,
siempre se abre paso. Se cuida de transformar la materia, pero manteniendo siempre
su esencia, que es la de alimentar a los seres. ¡Cuánta sabiduría ahí afuera! Y
todo está inscrito en sus genes, reproducidos una y otra vez en cada una de sus
minúsculas semillas. La vida es prodigiosa. Nada más importante.
Geometría en el fondo delvalle |
Entre éstas y otras reflexiones
llegamos, tras algo más de una hora, al collado de Artaparreta, que toma el nombre de la ladera navarra, una
de las que adorna ese Rincón de Belagoa con su extraordinario hayedo-abetal de
la Selva de Obieta, de gran valor ecológico al ser uno de los pocos bosques
vírgenes de la Europa Occidental, donde el karst y la foresta se han aliado
para dar gusto a los sentidos. Este collado, decimos, lo cierto es que no se
trata de uno propiamente dicho, pero se sabe que estás en él cuando
sales del bosque que te protege del viento, y tienes que hacerle frente ya con tu propia armadura.
Belagoa y subida a Larrau |
Bien señalado con hitos, el
sendero hace un brusco giro hacia la ladera norte, y ya por alguna lazada sobre
el terreno se va subiendo hasta alcanzar la cima. Una cima provista de vértice
geodésico y buzón de cumbre. Eso a ras de tierra, pero a poco que levantes la
vista, verás que es una cima provista, además, de una extraordinaria panorámica
de 360º amplios, muy amplios, con montes lo suficientemente cercanos como para
apreciar sus laderas tapizadas de otoño, pero lo suficientemente lejanos como
para que te permitan ver más horizontes por detrás de ellos.
Rabioso otoño |
La idea era subir y bajar por el
mismo sitio, pero al llevar Javier un track con posibilidad de bajar por el
Rincón del Maz, y resultar corto el recorrido de subida, optamos por ello,
dando así más vuelta, lo que nos permite disfrutar más y más de tan bello
espectáculo. De modo que, fotos, algún bocado y trago… y para abajo. Lo hacemos
por la suave y herbosa loma oeste, hasta que vamos dando cara ya hacia el sur
perdiendo más altura. Nos volvemos a meter en el bosque, y luego damos en una
pista, que tomamos a la izquierda.
Final feliz |
Seguimos por ella hasta volvernos
a meter, por sendero marcado de rojo y azul, de nuevo en el bosque. Un bosque
de cuento. Se sube un pequeño alto, el collado del Maz, que hace muga con
Aragón, lo que claramente indica la señalización del parque que ya nos vamos encontrando. Salimos a otra
pista, ésta ya sí la del Rincón del Maz, que nos deja en la carretera, y en
unas decenas de metros alcanzamos los vehículos. En total han sido 8,8 km en 4h
20’ de tiempo total, de los que 2h 50’ han sido en movimiento. Con un desnivel
máximo de 650 metros, han salido más de 800 acumulados positivos, y los mismos
en descenso, en una mañana bien aprovechada y de las que no pueden faltar en
esta época del año en estos lugares. Y como bien está lo que bien termina, la
guinda la pusimos con un buen plato de migas, y sin dejar de contemplar este
magnífico ambiente otoñal.
Las fotos, en: https://picasaweb.google.com/chematapia/ElOtonoDelMaz1945M
Fotos de Ástrid, en:
Fotos de Javier, en: https://picasaweb.google.com/102721726042164179743/PicoMaz2014
El track, en: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8076195
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