Monte de San Cristóbal (Alpartir)
Ojos de Pontil (Rueda de Jalón)
Sábado, 17 de mayo de 2014
Para las sensibilidades no
existen las altas ni las bajas cimas. Vida la hay en todas partes, y hoy vamos
en pos de ella a baja cota. Vamos, decimos, a la sierra de Algairén, que forma
parte del sector central de la Cordillera Ibérica, y que esconde rincones con
una extraordinaria variedad botánica, como ésta que llevamos entre manos.
Entre retamas salimos de Alpartir |
El Instituto Pirenaico de
Ecología (IPE) convoca asiduamente jornadas y seminarios de divulgación
botánica, y el encargado de hacerlo es Daniel Gómez, investigador del centro y
responsable del herbario de Jaca, tercero en importancia de España y primero en
especies pirenaicas. Le acompaña Roberto del Val, agente de protección de la
naturaleza de la DGA en la zona, buen conocedor del territorio y de sus
plantas, divulgador e impulsor de rutas botánicas, como la que hoy nos ocupa.
Fuente en el convento |
Comenzamos desde Alpartir para
visitar el recinto y las ruinas del convento de San Cristóbal, que significa "portador de Cristo", en cuya historia
merece la pena detenerse. Fue construido en el siglo XV, concretamente en 1444,
fundado para “recreo espiritual y honesta diversión de los Padres Claustrales
de San Francisco, de Calatayud”, que comenzó siendo un pequeño eremitorio, y se
convirtió en un convento en toda regla, con su iglesia, ermita de la Virgen del
Pilar, sus dependencias monacales, sus huertos, caleras, neveros… todo ello
intra muros de un cercado de más de un kilómetro de perímetro, del que se
conserva buena parte. Como curiosidad, cabe destacar una fuente en la zona
principal de su interior, algo que no es habitual en estos montes, y que desde
luego, sería determinante para ubicar el complejo. Muy cerca, aunque fuera de
los muros, están las ruinas de la ermita de San Clemente.
Ruinas de la iglesia |
Al margen de la presencia de la
fuente, con ese flujo ininterrumpido de agua, la situación estratégica es
auténticamente privilegiada, siendo atalaya sobre una muy extensa panorámica
que llega desde los cultivos de Alpartir hasta las huertas de La Almunia, en
primer término, y la depresión del padre Ebro a los pies del pre Pirineo, a
continuación. Con mejor o peor suerte, estuvo habitado hasta la desamortización
de 1835. Casi cuatrocientos años de vida, de mucha vida. Si tenéis interés en
ahondar en la historia, lo podéis hacer directamente consultando la página web
de sus sucesores http://www.ofmval.org/7/ara/30aragon/01conv/16alpartir.php.
Una de las muchas paradas |
En torno a estas ruinas, a lo
largo del cerro donde se encuentran, comienza y termina una circular ruta
botánica, que cuenta con 30 paneles informativos de otras tantas especies
vegetales que colonizan estos suelos, y que sería prolijo mencionar, teniendo
en cuenta además que somos legos en la materia. En esta dirección tenéis
información detallada: http://www.asafona.es/revista/?p=1040.
Pozo nevero abovedado |
Al poco de arrancar, a la altura
del segundo panel, nos encontramos las ruinas de la ermita de la Virgen del
Pilar, mandada edificar en 1652 por Jaime Ximénez de Ayerbe, canónigo del Pilar.
Junto a ella hay uno de los neveros, llamados así unos pozos en los que se
conservaba la nieve para uso fuera de temporada. Seguimos enfilados por el
sendero, que nos conduce hasta los límites del muro, que tenemos que sobrepasar
para continuar por corta pendiente y encaramarnos a lo alto del monte, coronado
por un vértice geodésico. Estamos a 735 metros de altitud, y se mejora
ostensiblemente la vista respecto a las del convento, especialmente porque
desde aquí se dominan los 360º de horizonte, en concreto sobre el valle del
Jalón y sus poblaciones. Y qué decir de los montes, por aquí tenemos las
sierras de la Nava y Monegré, Tablado, Virgen y Vicor, y cómo no, la máxima
altura de la Ibérica, el Moncayo.
Dando explicaciones en la cumbre |
Visita a la planicie cimera en
busca de lirios, que para cuya máxima expresión floral hemos llegado como dos
semanas tarde. Acometemos el descenso por sendero poco firme y empinado,
siguiendo más paneles informativos. A la altura del nº 20, que nos muestra el
aladierno, se encuentra la boca de la cueva del Tío Chirras, descrita por vez
primera en 1971 por el Grupo de Espeleología Martel, de Zaragoza. Hasta el 27
nos lleva la bajada, en la que vemos restos de caleras, y que nos deja en la
ermita de San Clemente, extra muros, mandada edificar por fray Clemente Tejero
en 1613, en honor del papa del mismo nombre. Para terminar el circuito nos
quedan 3 paneles, pero dado el retraso horario que llevamos, optamos por
regresar ya directamente sin volver a entrar en los muros del convento.
Salvia |
Qué decir de la labor divulgativa
de Daniel. Pues que nos contagia de su entusiasmo y de su pasión por este mundo
de las plantas, que encierra no solamente el conocimiento de una extensísima
clasificación, que también, sino todo lo que con unos criterios básicos podemos
entender sobre su vida y su adaptación al medio. Hay que partir de la base de
que son las flores, que no dejan de ser “sólo” una de las partes de la planta,
las determinantes para definir la estructura de dicha clasificación, y que por
su forma se dividen en familias, y que hay cientos de ellas, pero que en 6 u 8
están incluidas el 90% de las plantas que nos podemos encontrar.
Daniel en acción |
Otro aspecto apasionante a tener
en cuenta es el concerniente a la capacidad de adaptación que tiene cada especie,
cómo se las ha arreglado evolutivamente para, bajo la premisa de mínimo
esfuerzo y máximo ahorro, conseguir la máxima eficiencia reproductiva. Y en cuanto
al hábitat, decir que si todas las partes de la planta están en dos medios, el
aéreo y el terrestre, nos están comunicando mucho de lo que ocurre en ellos
dos, es decir, el clima y los suelos, y no sólo los actuales, sino echando la
vista atrás tratando de seguir el hilo evolutivo que las ha traído hasta
nuestros días.
Todas estas ideas, es lo que nos transmite
cada vez que nos muestra una planta, que son varias veces a lo largo de
todo el recorrido, apoyado, desde luego, por Roberto, gran conocedor del
territorio, y Pedro, geólogo, que también nos acompaña.
En el aula de los Ojos de Pontil |
De vuelta, a Alpartir a echar un
bocado, y seguidamente nos dirigimos hacia Rueda de Jalón, para visitar uno de
esos lugares que merece la pena conocer. Se trata de los Ojos de Pontil, un
humedal de unas 6 Has de extensión, y que es un conjunto de manantiales de
grandes dimensiones, rodeados de una zona húmeda con vegetación palustre de gran
valor ecológico. Estas surgencias ofrecen un caudal medio de 400 l/s de agua a
22,4 º, conjunto que destaca por estar ubicado en medio de una zona esteparia. Tras varios
estudios, el origen de estas aguas lo han encontrado en los amplios
afloramientos de calizas adosados a la sierra de Nava Alta, donde se filtra el
agua de lluvia hasta alcanzar el nivel freático, hasta a más de 100 metros de
profundidad, a partir de lo cual inicia un lento camino a través de los poros y
fracturas de las calizas, terminando en los Ojos, donde una falla hunde la
formación, provocando el rebose.
Y poco más, amigos. Una jornada
distinta, en la que se ha puesto de manifiesto, una vez más, que la naturaleza,
aun en su más mínima expresión, nos puede dar lecciones, haciendo bueno el
dicho de que no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta a los
cambios, lo que es una muy buena lección a aprender, y que de la que nunca
estaremos lo suficientemente agradecidos, así como a Daniel, Roberto y Pedro
por todo lo que han compartido hoy con nosotros.
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