IXOS MONS
Sestrales
Jueves, 1 de mayo de 2014
Ruta del Canal
Viernes, 2 de mayo de 2014
Garganta de Escuaín
Sábado, 3 de mayo de 2014
Muro de Roda
Domingo, 4 de mayo de 2014
La Balle Berde. Sí, pocos conocen así a este
entorno. Es como se denomina en belsetán al Valle de Pineta, al menos a la
mayoría de él, dejando esta última acepción únicamente a lo que llaman el
"cul" del valle, el circo, allí donde se reconcilian las dos
vertientes de este valle sin parangón, de este valle moldeado por los hielos
glaciales y que nos ha dejado al descubierto la geología que hoy conocemos, que sustenta a esta extraordinaria vegetación que tanta frescura nos ofrece a
los sentidos, y que junto con los valles de Añisclo y Ordesa, es una de las tres
grandes grietas que el macizo del Perdido deja a sus pies. Teniendo como base
el refugio de Ronatiza, también Pineta para entendernos, hemos pasado estos
cuatro días dejándonos llevar por las bondades del clima de media ladera, ya
que por las alturas estaba muy bruto, y nosotros no nos tratamos con esa gente.
JUEVES 1
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Buen comienzo |
Por no ir de tiro al
refugio, y perder medio día, hoy lo aprovechamos para directamente meternos en
la montaña. Hoy estamos la máxima expresión del grupo, somos siete, junto con
Javier, Cris, Joserra, Ástrid, Sara y Rafa. Nuestro objetivo, los Sestrales, y
desde San Úrbez en Añisclo, que… vaya pechugada. Úrbez, Urbicio, Urbano, según
las gafas dialécticas con las que se mire, también anda el hombre un poco a
caballo entre la historia y ese aura de leyendas que siempre reviste a los
personajes destacados en los oscuros y convulsos años de guerras santas,
batallas, conquistas y reconquistas. No vamos a escribir cosas de él que ya
están escritas, valga por ejemplo el enlace: http://es.wikipedia.org/wiki/Urbicio,
donde nos da detalle de su vida y milagros. Lo que sí queremos destacar es que su
nombre está asociado a sequías y rogativas, ya que es uno de los abogados a los
que acudir para pedir agua para los campos y cosechas, para la tierra en
definitiva, porque se dice de él que su sensibilidad llegaba al término de
hablar con la naturaleza y sus elementos, con los animales domésticos e incluso
los salvajes. ¿Y quiénes somos nosotros para ponerlo en duda?
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Viejo puente de San Úrbez |
Al estar la carretera en un solo
sentido de circulación, dejamos los vehículos en el mirador de la Tella,
colgado sobre un río Aso que se abre paso a tajo bajo enormes paredones, y
desde donde vemos al norte los restos de un Sercué que quiere salir del olvido,
y su Mondoto encima, que ya estaba antes que él. Enfrente, el otro bastión de
esta parte del congosto de Añisclo, nuestro objetivo de hoy, los Sestrales. Un
breve tramo de carretera y enseguida nos metemos al sendero que nos baja hasta
los rupestres dominios de este centenario santo afincado en las montañas. Un
viejo puente se deja ver desde el nuevo, y no hay que hacer muchos esfuerzos
imaginativos para visualizar la actividad popular efectuada durante siglos
sobre él. Hoy es día de romería, pero hasta aquí no ha llegado todavía. Veremos
a nuestra vuelta.
Se habla mucho de los tonos ocres y marrones que
nos ofrece el otoño, pero mucho menos de los verdes de la primavera, y ahora es
el momento de disfrutar de ellos. Es lo que hacemos mientras nos metemos por el
GR 15, diseñado sobre el viejo camino a Bestué, en el valle de al lado, camino
que unía los valles de Puértolas y éste de Ballibió. Por entre hayas y robles, bojes y aliagas
vamos tomando altura con el entusiasmo de los primeros momentos.
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Respirando |
En una larga y empinada pedrera
nos despistamos, tomando un camino más evidente que el real, y nos lleva a
emboscarnos, y que nuestras ganas de tirar y no reblar hacen que lo hagamos más
y más, hasta que finalmente desistimos, bajando no sin algún tropiezo, de nuevo
hasta la pedrera, donde recordamos estaba la última señal de GR vista. Efectivamente,
seguimos por bosque, pero por camino. Unas duras lazadas nos permiten ganar
altura, y asomarnos ya a dar vista sobre el Añisclo bajo a nuestros pies, y
toda la tierra de Aínsa por encima de él. Peña Montañesa se aúpa para mirarse
en el embalse de Mediano.
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Trepando por Sestrales |
Disfrutando del robledal,
nuestros pasos van entre medio de paredones y abismos. Hora y cuarto desde la
pedrera media hasta llegar al desvío. Abandonamos el GR 15, que se dirige a
Bestué, y tomamos el ramal de la izquierda, para encañonarnos en una abierta
chimenea por la que trepamos hasta una faja de cómodo discurrir, y por la que
nos dirigimos ya hacia nuestro objetivo. Las altivas paredes del Fraile y los
Sestrales tenemos enfrente, y únicamente nos invitan a reconsiderarlo mientras
echamos algo al cuerpo.
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Vida que se retuerce por
salir adelante |
Son casi las cuatro de la tarde,
y es la hora de haber estado aquí pero ya de bajada, una vez hecho cima, de
modo que es lo que hacemos, bajar y desandar lo andado ya de tiro hasta la
ermita, 700 metros más abajo. Una ermita que luce sus mejores galas porque
acoge a romeros, oferentes y visitantes en general… como nosotros, que con
respeto entramos para palpar de primera mano esa devoción popular que aún se
profesa en este lugar, a este santo que huía de los hombres para acercarse a la
naturaleza. ¿Será por eso que vivió 100 años? Día de farteras, bebidas y
guiñotes… ojalá, pero me temo que así no se llega a esa edad.
El pequeño siempre rinde cuentas
al grande. El Aso lo hace al Bellós en este punto, y para verlo más de cerca,
nos bajamos para hacer el llamado circuito de san Úrbez. Un pequeño desvío,
próximo ya al molino de Aso, nos permite acercarnos a unas pequeñas pozas que
caprichosamente ha labrado, y lo sigue haciendo este pequeño río al que vierten
todos los torrentes desde Fanlo, cabecera del valle y del municipio. Nuestros
desnudos pies atraviesan esa piel del agua en pos de su interior, para sentir
que el flujo sanguíneo acude hacia la nuestra. Momentos.
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Nos aproximamos al río Aso |
Retomamos el sendero y la subida
hacia el mirador de la Tella, donde nos despedimos de Javier. De tiro ya hacia
Pineta, nos paramos en el mirador que hay sobre y enfrente de Añisclo, donde
claramente se ven los diálogos entre Mondoto y Sestrales, diálogos que los han
hecho quebradizos, ásperos, salvajes, sí, salvajemente bellos, como el río
acentuado que los une por los pies. Más momentos. Cuando salimos de la
abstracción nos convertimos en tiranizados por el reloj. Más de una hora
todavía hasta el refugio, al que llegamos justo a la hora de cenar, no sin
antes haber dejado un vehículo en la Venta de Salinas, para la recogida de
mañana.
Con liada y todo, han sido como
15 kilómetros, en 8h 20’ de actividad, de las que 5h han sido en movimiento,
para solucionar los cerca de 1.600 metros de desnivel positivo acumulado, y otro tanto negativo.
VIERNES 2
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Por los puertos sigue el marrón |
El tiempo por las alturas sigue
estando bruto, intratable. Seguimos por zonas más amables. Hoy, sin Javier,
nuestro objetivo es llegarnos hasta Tella por el PR-HU 137, la llamada Ruta del Canal, ya que discurre por unas fajas que albergan esta obra de la ingeniería
de principios del siglo pasado que es la construcción del canal del Cinca, un camino
artificial de agua que la lleva desde el embalse de Pineta, a 1.150 metros de
altitud, hasta las proximidades de Tella, 14 kilómetros más abajo, pero sin perder
apenas desnivel, formando parte todo del entramado hidroeléctrico de
Lafortunada.
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PR-HU 137 |
Dejamos los vehículos en el
Kanguro Truchero, a pie de presa del embalse de Pineta, cuyo cemento dejamos
atrás para meternos ya de lleno en un bosque que nos acoge amigablemente. Este
camino se puede tomar también desde Bielsa, cuyo indicador nos encontramos, y
que no hacemos caso para no perder altura, lo que nos esclaviza a deambular por
senderos más cerrados y menos transitados hasta retomar el correcto, un camino
no sólo ciclable, sino anunciado como una de las rutas más bellas y salvajes
que se pueden realizar en BTT.
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Camino por la faja |
Faja colgada entre paredones y
abismos, que alberga el canal y nuestro caminar a su vera o encima, según
tramos. Piedra trabajada, piedra rebajada, incluso horadada para el buen hacer
de la construcción de esta obra de ingeniería, como atestiguan varios paneles a
lo largo del recorrido. Un descarnado barranco media hasta llegar al llamado
mirador del Pratet de la Mascarina, como a un tercio de camino hasta Tella. El sendero se
alterna entre bosques y abismos, pero casi siempre del brazo del canal. Se nos
abre visualmente el valle de Chistau, regado por un Cinqueta que rinde al Cinca, y amparado
por unas cumbres detalladas en otro panel, el del mirador del Caixigar, porque
quejigos, robles, son los que nos ofrecen toda su longevidad.
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Campas próximas a Tella |
No sólo las personas, no sólo los
ríos, también los caminos tienen su jerarquía, y son los pequeños los que
rinden a los grandes. Llegamos a un cruce, donde el que manda es el GR 19, que
cose y descose esta cuenca de la hermosa comarca del Sobrarbe. Lo seguimos un
breve tramo, hasta llegar a otro cruce, donde lo dejamos con la promesa de
tomarlo de vuelta. Continuamos de nuevo por el PR-HU 137, y lo hacemos ya hasta
unas hermosas campas que huelen a Tella, y cuyas anchuras nos permiten ver el
Portillo de Tella, ese paso que el cordal de las Tres Marías permite para ir a
Bielsa por una variante del GR 19, el .1, por el que ya dejamos nuestros
sudores, genios y manías en el Ultra del Sobrarbe.
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Llegando a Tella, con su Portillo al fondo |
En cuatro horas y tres cuartos,
incluida la emboscada innecesaria, hasta llegar al abrevadero donde nos indica
la subida a Tella y la llegada a su dolmen. Optamos por esto último, y al amor
de su milenaria historia nos echamos un bocado para asegurar fuerzas para el
regreso. Un regreso que hacemos dándole la espalda a este enclave a casi 1.400
metros de altitud, dominando un agotado ya valle del Cinca. Un pueblo que ha
resurgido de sus cenizas, siendo destino de visitas turísticas, ya que se
encuentra en un lugar auténticamente privilegiado, y estando en el vórtice de
leyendas de brujas y aquelarres, como se puede ver en la Casa de la Bruja, un
centro de interpretación ubicado en la antigua casa de la maestra, y dedicado a
la brujería, etnobotánica y en general a todos los aspectos relacionados con
este apasionante tema.
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GR 19, camino de Venta de Salinas |
Una lástima, pero estimamos que
no hay tiempo para ello. Volvemos al abrevadero y tomamos el GR 19, que
discurre por pista, hasta que dejamos que se lleve a esa variante que sube al
portillo, y nos metemos por el sendero ya sin dejar el principal. Ha sido una
promesa. Y en una hora de despiadado descenso por un sendero de bosque con
retorcidos ejemplares de roble, nos presentamos en la carretera, un poco por
encima de la entrada al valle de Chistau, donde encontramos el vehículo dejado
ayer, en el que se van Rafa, Cris y Ástrid, no sin antes acercarnos a los
nuestros, para ir al refugio, a donde acude Javier, que viene de mil batallas e
himnos jaqueses. En el balance de hoy salen 22 km, con 6h 50’ de actividad, de
las que 5h 20’ han sido en movimiento, para salvar 1.400 metros de desnivel
positivo acumulados, y 1.800 negativos.
SÁBADO 3
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Anamnesis en Revilla |
Ya nos gustaría empezar hoy de
otro modo, pero no, el marrón sigue metido en la cabecera de Pineta, y nos dice
que hasta mañana no se va. Jaime, el guarda, ya nos dijo ayer que hoy haría
menos nubosidad y más viento. Lo ha clavado. Después de darle muchas vueltas,
optamos por visitar las gargantas de Escuaín, otra de esas grietas, aunque
menor, por las que se desangran estos macizos calizos del Perdido y compañía.
Hoy estamos con Sara, Javier y Joserra, y allá vamos.
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Caminos con encanto |
Una hora de coche para llegar a
Revilla, donde una singular serie de bancos de piedra artificial hace un guiño
a la historia para que no se olviden los nombres de las casas. Aquí comienza la
historia de hoy, que termina siendo menos presuntuosa de lo previsto. Nos
limitamos a adentrarnos por una faja del río Yaga para dejando por arriba los
desvíos de Foratarruego y Puerto de Revilla, alcanzar el Puente de los Mallos,
por el que cambiaremos de orilla, para bajar por la vertiente derecha hasta
Escuaín, y luego a Revilla de nuevo.
Bien pues, al turrón. El rey
indiscutible de hoy es el Castillo Mayor, que altivo se impone a lo largo de
todo el recorrido. Cruzamos el umbral del parque, y nos metemos ya de pleno
derecho. Un solitario bosque, pero lleno de vida nos acompaña hasta llegar al
puente de los Mallos, que une las dos orillas del Yaga a varias decenas de
metros de altura, desde donde vemos bajar a su aire las aguas de Gurrundué, por
el barranco del mismo nombre.
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Barranco de Carcil |
Echamos un bocado y seguimos por
el bosque sin apenas desnivel, y tras cruzar el barranco de Carcil, llegamos al
cargadero, un claro de tasca en el que se reúne el ganado para meterlo en el
transporte. Junto a ello, un cartel del parque nos indica la dirección para San
Vicenda, allende cuello Viceto. La vista que se nos ofrece del circo de
Gurrundué es de lo más alpino, sin tenerle envidia a cualquiera de los grandes
circos que se forman en este macizo. Desde aquí una pista que pensábamos más
incómoda, nos va bajando poco a poco hasta Escuaín, que poco a poco se va
recuperando del duro golpe de la despoblación. Visitamos el centro de acogida
del parque, donde nos advierten de que no hay puente para pasar el río y no
saben si el caudal de agua lo permite. Veremos. En una rápida visita, se nos da
buena cuenta de la gran vida rupícola de los alrededores. Y hacia ella vamos
precisamente, hacia los miradores, donde nos recreamos, como lo hace toda la
avifauna que se solaza aprovechando las térmicas.
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Cruzando el Yaga |
Vuelta al pueblo para, tras un
breve tramo asfaltado, tomar el GR 15 que nos deja en el río habiendo
descendido casi 300 metros de desnivel. Y sí, se puede pasar, aunque a punto
está de que no. A partir de aquí, sólo subir y subir para recuperar esos mismos
casi 300 metros que nos permitirán llegar a Revilla, tras casi dos kilómetros de
carretera.
Y con las mismas, de nuevo a
Pineta. Hoy han sido 19 km, con 7h 45’ de actividad, de las que 4h 45’ han sido
en movimiento, para salvar más de 1.230 metros de desnivel positivo acumulados,
y lo mismo en descenso.
DOMINGO 4
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Iglesia fortificada |
Último día, primero de buen
tiempo. Mientras estos dos días atrás estábamos a 8º y con frío de norte, hoy
con -2º no se nota tanto, la mañana está serena, e invita a ir a por ella.
Seguimos los cuatro, pero José Ramón marcha a primera hora. Con Javier y Sara
decidimos ir hacia Aínsa para visitar Muro de Roda, ese enclave medieval con su
conjunto religioso militar situado en lo más alto de la sierra de Gerbe. Es un
lugar realmente sorprendente, y su situación le confiere unas vistas
auténticamente espectaculares. A levante, la Fueva, con su capital Tierrantona;
a poniente, la cuenca del cinca, ocupada en gran parte por el embalse de
Mediano. Pero lo mejor está al norte, con la Peña Montañesa en primer plano,
Mondoto, Sestrales y Castillo Mayor en segundo, y al fondo la inconfundible
silueta de las Tres Sorores y de las Tres Marías, con el tajo del collado de
Añisclo entre ellas.
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Interior del conjunto |
Ya se habla de este lugar a
principio del siglo XI, cuando se construyó por orden de Sancho III el Mayor
para reconquistar Sobrarbe y Ribagorza desde el entonces todavía condado de
Aragón. De este ruinoso conjunto, lo que mejor se mantiene en pie es su muralla
y la iglesia, que bajo la advocación de Santa María, es de una sola nave, con
tres grandes ábsides. Su interior está plagado de pinturas alusivas algunas de
ellas a la vida de Jesús, y tumbas en el suelo, al más estilo pinatense.
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Miradas |
El recinto amurallado da cabida
también a varias casas, algunas en ruinas, otras lo atestiguan tan sólo unos
montones de piedras. En el centro de todo ello, el cementerio, cuya extensión
parece desproporcionada con el conjunto. En el exterior, y antes de llegar,
tenemos otro conjunto de edificios, mucho más pequeño, que lo compone la ermita
prerrománica de San Bartolomé, el ayuntamiento y la cárcel.
Como soñar es gratis, vemos en
este lugar un extraordinario conjunto restaurado, donde cada casa es habitada
por un artesano que ofrece sus productos a los visitantes que por aquí se
acercan, y que son informados de la historia de este antiguo condado, en uno de
los edificios habilitados para tal uso.
En total, han sido 56 km, con
casi 23 horas de actividad, de las que 15 han sido en movimiento, para salvar más
de 4.700 metros de desnivel positivo acumulados, y más de 5.100 de descenso,
sin contar el paseo del domingo. Y eso, y mucho más es lo que ha dado de sí
estos cuatro días, en los que hemos descubierto rincones que merecían ser
vistos y visitados, en los que hemos disfrutado del paisaje y de los amigos, y
de los que nos van a quedar muy gratos recuerdos, que se traducirán en ganas de
volver.
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Piedra y espacio. Historia y paisaje. (Foto de Javier). |
El reportaje completo
de fotos, en:
qué bonito todo y abundante, no os quedaríais con hambre de patear, ver y oler
ResponderEliminarPues sí, Cacatúa, siempre se queda uno con hambre de esas cosas... Gracias por el comentario.
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