Monte Oliván
Martes, 21 de enero de 2014
Otro de esos días en los que si
no apuestas no ganas. Salimos de la mano de un tiempo que te da la mano, que te
dice que te fíes de él. Y lo hacemos. Vuelta corta la de hoy. Faldeamos por el
monte Oliván, donde sus ciegas voluntades nos aprietan contra una mañana que
hace lo que puede por agradar, y que en algunos momentos, en muchos, hasta lo
consigue, a pesar de que su hermana mayor, por las alturas va haciendo de las
suyas.
Parroquial de Asieso |
Tiña de Barrio. ¡Cuántas paradas!
¡Cuántos sorbos hurtados! ¡Cuántas vueltas de la cara y del revés! Hoy, como
tantos días, también nos ve partir desde aquí. Central. Y ese camino cuyos
barros comienzan a desperezarse por entre las gélidas temperaturas. Carretera
de Asieso y a tajo hasta el pueblo, que también permanece dormido, hasta los
perros de los corrales, las ovejas, todos aún a medio despertar; los gallos esperando
que les toque el despertador. Fría madrugada y frías calles, con las legañas en
su sitio todavía.
El monte toma lo que es suyo |
Frío suelo también el que nos
encontramos para subir a los depósitos, que los alcanzamos ya entre adornados
arbustos de helados ganchillos. Vida latente que se mira para adentro, fiel,
obediente, a los ciclos naturales. Camino que han despojado de tantos y tantos
troncos que las aguas de hace dos otoños y las nieves del pasado invierno
pusieron fácil el que terminaran su vida con ese último ciclo de árboles
caídos. Como caído está el talud que en muchos tramos está más vertical de lo
que el monte pare, ahogando la totalidad de la anchura del camino.
Directo a la central |
A veces nos la da, a veces nos la
quita. La vista del Campo de Jaca está a merced de las nieblas, de unas nieblas
despistadas que les va a pillar por sorpresa un cambio de patrón a norte, que
ya empieza a hacer estragos por los puertos. Benditos estragos. Nuestro
deambular por un medio dormido bosque nos lleva al extremo superior del tubo de
la central, que cruzamos para bajar ya por asentada pista hasta dar con la que
baja de Serés y nos deja en puente Oliván, desde donde nos acercamos hasta la
Tiña de Barrio.
Pobres números para una mañana
rica en sensaciones. Apenas 7 kilómetros, con en torno a 250 metros de desnivel
positivo acumulado, en menos de dos horas. Un paseo, que de todo hay que hacer.
El reportaje completo de fotos,
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El track, en:
qué fío
ResponderEliminarSí, la verdad es que estaba la fresca la mañana. Sanota. Sí. Gracias por el comentario.
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