Una vuelta por la Garcipollera olvidada
Domingo, 19 de enero de 2014
La soledad es terca, la soledad
es esquiva, difícil de complacer. Tiene pocos amigos. Acompañados por ella
visitamos unos viejos montes de la Garcipollera olvidada, de la Garcipollera
dejada a su suerte. Borrascas van y vienen, dejando nieve en las alturas. Venimos
a veros, le decimos a los montes, y como buenos anfitriones nos reciben con
sus brazos abiertos, mostrándonos esas alternancias de velado sol, esas
alternancias de frío viento, esas alternancias de nieves y barros.
Saliendo de Bescós |
Salimos
de Castiello por la solitaria carretera de la Garcipollera, ese valle rendido a
Patrimonio, en un hurto cómplice del embalse que, como en este valle ha
arrastrado a las gentes y sus fantasmas, a otros lugares, privándoles de sus
tierras, de sus casas, de sus vidas. Y espera, que aún hay brotes de nuevas
fiebres, que aún quieren más…
Con una soledad, decimos,
acompañada de sí misma, dejamos Bescós, ese pueblo recuperado para la
experimentación ganadera, y nos adentramos por estos pinares postizos que ya se
han hecho a la idea de pasar su vida por estos montes. Yosa de Garcipollera,
¿dónde estás? Se ha marchado hasta la sombra. Apenas unos montones de viejas
piedras sostienen su frágil memoria, y con pocas fuerzas ya para corresponder a
nuestro recuerdo. Pero escondida entre la maleza siguen perviviendo algunas
ruinas, según nos relata Antonio García Omedes en su web “Arquivoltas” http://www.arquivoltas.com/2-HU-Jacetania/49-Yosa.htm,
y Cristian Lagrera, en la suya “Despoblados de Huesca” http://www.despobladosenhuesca.com/2010/01/yosa-de-garcipollera.html.
Dos maestros, desde la experiencia uno y desde su juventud el otro, que nos
acercan a estos mundos olvidados de las piedras vivas que tanto albergaron, que
tanto escucharon, que tanto soportaron a lo largo de los siglos y que ahora se
afanan en poner en valor. Sin duda, dos webs de referencia.
Haciendo camino |
Continuamos nuestra subida por
entre barros y algún corro de nieve, que se va haciendo más patente conforme
vamos tomando altura, y especialmente al llegar al punto donde una valla corta
el paso de vehículos, pero que desde donde se puede prolongar el recorrido en
busca de la ermita de Iguácel, otra joya del patrimonio románico aragonés,
cobijada bajo las Letas. Pero nosotros, ya por entre la nieve en nuestros pies
damos continuidad a nuestro camino, dejando a mano izquierda la senda que baja
por el seno del barranco vestida de GR 15, una senda de la que tenemos
información de que está bastante impracticable debido a las intensas lluvias de
meses pasados, y que habrá que comprobar en mejor momento, para poder dar
continuidad a esa llamada Senda Prepirenaica, que recorre nuestra cordillera
por sus faldas.
El bosque encantado |
Desde este punto, vemos auparse a
la torre de la iglesia de Cenarbe, para decirnos que sigue ahí. Una nueva
subida nos lleva ya hasta el punto donde toca ya bajar hacia este pueblo, o lo
que queda de él, que no pasa de ser montones de piedras, uno por cada casa de
las más de veinte que había hasta su despoblación pareja al resto de pueblos de
la Garcipollera. Cenarbe, topónimo de origen vasco que significa “tierra de
zorros”. Iglesia de San Pedro, del siglo XII, incluida en la Lista Roja del
Patrimonio Hispania Nostra, único testigo vivo, cada día menos, de un pasado de
supervivencia agrícola y ganadera de montaña.
Metidos ya en el barranco de San
Juan, alcanzamos su ermita. Rendimos visita. Seguimos, y lo hacemos ya
admirados por esa obra de ingeniería civil como es el viaducto del ferrocarril
de Canfranc, realizado como parte de la solución para salvar el desnivel del
valle. Y en poco ya, amablemente nos deja el camino en el de Santiago. El GR 15
se une en perfecto maridaje con el GR 65.3.1, que baja de Somport, en un dos en
uno que nos lleva hasta la carretera general, en un punto muy próximo ya al de
partida, pero que por evitar el siempre peligroso tránsito carretero, nos vemos
obligados a subir al Castiello viejo, desde donde esas nubes de turno de estas
borrascas infinitas se abren para regalarnos una fresca vista de la Collarada
nevada como hacía días no se veía. Se la ve contenta por ello. De vez en cuando
saca del armario sus mejores galas.
Recuerdo a los estragos de la
riada de octubre 2013, en la que el río bajaba con las escrituras de propiedad
debajo del brazo, a lo que nada ni nadie se pudieron resistir, a lo que nada ni
nadie se puede resistir. Y en cuatro patadas más llegamos al punto de partida,
culminando de este modo un largo paseo por estos montes aprovechando ese guiño
del tiempo, que nos ha permitido un buen disfrute y en buena compañía.
El reportaje completo de fotos, en:
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