Ronda Sur
Qué mejor día que hoy para tratar de culminar ese Anillo Verde que los Reyes magos de la Expo nos trajeron a los zaragozanos. Pero hay que decir que con las prisas se olvidaron el Libro de Instrucciones. Vamos, o eso o que no han querido/sabido/podido en nuestro Excmo. Ayuntamiento terminarlo de trazar, o de señalar, porque la odisea de esta mañana ha sido la que ha sido. Bueno, por una parte bien, porque por el mismo precio habremos hecho como el doble de kilómetros, o casi.
Pasarela del Bicentenario |
Hemos bajado de nuevo hasta el Gállego, y sin cruzarlo, es decir, por su margen izquierda hemos llegado hasta su desembocadura, donde hay una caseta elevada de avistamiento de aves. Volvemos unas decenas de metros para ponernos de nuevo en el camino. Estamos rodeados de campos, campos de maíz, de alfalfa, de segadas mieses, y en las veredas higueras perfumando el ambiente. Se llega a la orilla del Ebro y sin dejarlo se va bajando por él en busca de la pasarela del Bicentenario, pero dos ciclistas de frente me anuncian que el camino está impracticable, porque al paso por una chopera está inundado. Vuelta atrás y a ir buscando alternativas, hasta que por fin lo encontramos, pero preguntando a un torrero, que dice que son caminos particulares, que no están cerrados, pero que podrían estarlo, y eso es porque están, dice, enfadados con el Ayto., que no les arregla los caminos porque dice que son de ellos, no públicos... Bueno, que mientras lo discuten, pasamos en busca de la pasarela. Y ahí está, con unas buenas vistas del río y las huertas de Movera, Pastriz y La Cartuja, a donde nos dirigimos, porque de seguir, sin cruzarlo, es el Camino Natural de La Alfranca, que nos llevaría a la Reserva Natural de Los Galachos, en Pastriz.
Canal Imperial, a su paso por La Cartuja |
Pero eso será para otro día. Cruzamos la pasarela, y llegamos a La Cartuja, y al tentón acertamos a salir de ella en la correcta dirección, que no es otra que la de abrazarnos a otra vena de agua, en esta ocasión el Canal Imperial de Aragón, esa gran obra de la ingeniería hidráulica aragonesa, que permite el suministro de agua de boca y riego a toda la huerta de Zaragoza, a cuya capital llegó el agua el 8 de octubre de 1784, el agua y seis barcas, en las que iba D. Ramón de Pignatelli y las máximas autoridades locales, con la expectación de unas 20.000 personas, la mitad de la población de la ciudad, según las crónicas de la época. A este hombre, Pignatelli, digo, no le impidió su condición de clérigo para tener una intensa y variada actividad, siendo excelente gestor y hábil político. Protector del Canal, a instancias del Conde de Aranda, ostentando entre otros cargos el de Rector de la Universidad de Zaragoza. Su sueño fue hacer un canal que uniera el Cantábrico con el Mediterráneo, pero condicionantes económicos y enfrentamientos entre la nobleza y la Iglesia hicieron que se quedara en lo que hoy es esta magnífica obra. Indudablemente, su pensamiento social y político fue avanzado a la época.
Esclusas de Valdegurriana |
Ya sin dejarlo, lo entretejemos por su margen izquierda hasta Valdegurriana, donde topamos con las esclusas, ese ingenio hidráulico destinado a salvar un desnivel, en este caso de 13 metros. Están en el km 89, construidas en sillería, y se conservan en buen estado. Cruzamos al margen derecho, donde hay una pequeña área recreativa y unos desvíos que te llevan al monte, y que no nos resistimos lo más mínimo. Volvemos a salir al canal, y nos encontramos un panel informativo, y que comparte la historia de uno de los primeros grupos Scout de España y pionero en Zaragoza, que se creó aquí, en estos montes de Torrero, en 1913, hace casi 100 años. Cuánto por descubrir, no?
Casi 100 años de escultismo |
Bueno, dejémonos de romanticismos, que queda mucho tajo aún. Seguimos aguas arriba luchando contra el cierzo. Se pasa por debajo de la Z-40. Ya estamos cerca del barrio de La Paz, y del Barranco de La Muerte, cuyo nombre le viene por una batalla ocurrida años antes de la construcción del canal, en 1710, cuando se enfrentaron fuerzas borbónicas contra las del Archiduque de Austria. Se habla de más de 5.000 muertos. El actual trazado de la Z-30 ha obligado a desviar unas decenas de metros el cauce.
Ocas ociosas en la orilla del canal |
El canal está plagado de patos, ocas y demás fauna acuática y de ribera. También de sus depredadores, esos homus cañapescatum, que apostados en sus orillas esperan pacientemente para robarles el alimento a las ánades. Llegamos al barrio de Torrero, en cuya entrada está la magnífica Iglesia de San Fernando, de estilo neoclásico, obra auspiciada también por Pignatelli, que sirvió de parroquia para los trabajadores del canal, y que ahora está militarizada.
Piscinas de Casablanca |
Entramos ya en el Paseo del Canal, que nos lleva hasta Casablanca, y nos sobreponemos a la Fuente de los Incrédulos, que con la inscripción de "para convencimiento de los incrédulos y alivio de los caminantes", quiso Pignatelli demostrar que había sido posible traer las aguas desde Tudela hasta Zaragoza. Pero seguimos a lo nuestro. Otro paraje nuevo a descubrir, las piscinas de Casablanca, donde se depura el agua antes de su distribución a todos los hogares de la ciudad, que cuenta con herbosas riberas donde descansar plácidamente, o navegarlas en barca.
Bueno, a partir de aquí seguimos y seguimos, y cuando nos parece que ya nos hemos salido del mapa, preguntamos, y efectivamente, casi nos salimos. Estamos cerca de PlaZa! Qué fuerte. No debe de haber buena conexión entre Valdefierro y Oliver, así es que vuelta para atrás hasta Casablanca de nuevo, para coger la Z-30 hasta Vadorrey, donde enfrente hay un camino que nos lleva al Gállego, luego Cobasa y Santa Isabel.
Han sido 4 horas cabalgando sobre dos ruedas, y kilómetros ni lo sé, pero seguro que en torno a 40. Seguro que no está terminado este Anillo Verde. Seguro que pusieron la primera piedra, pero no la última, pero seguro también que lo podemos hacer mejor. Se intentará de nuevo.
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