Año XIII. Entrega nº 854
“Todo el mundo aprende a limpiar recipientes en su cocina: cuando hay que verter agua limpia en un cazo sucio, se limpia primero el cazo. Pero, cuando se trata de verter algo nuevo en su mente, o en su corazón, el ser humano nunca se limpia: ¡no ha comprendido que debe aplicar en su interior las mismas reglas que en la cocina! El año que comienza es como un recipiente nuevo. Pero al mismo tiempo se encuentra en unos humanos que continúan estancados en los mismos pensamientos, en los mismos sentimientos, en los mismos hábitos insanos. No se han molestado en limpiar los recipientes con los que iban a recoger los elementos puros del nuevo año. Así pues, si queréis que el nuevo año sea para vosotros verdaderamente nuevo, consideradlo como un ser vivo y rico que os trae grandes regalos. Y para recibir estos regalos, debéis prepararle numerosos espacios en vuestro interior y limpiarlos incansablemente con el fin de expulsar las viejas cosas acumuladas en vuestra cabeza y en vuestro corazón. Antes incluso de su llegada, es preciso haber preparado ya en uno mismo un espacio al nuevo año”. Omraam Mikhaël Aïvanhov.
Fragmento extraído de una de las publicaciones de un gran filósofo del siglo XX que, desde luego, abrazamos, igual que queremos abrazar a este amanecer de un nuevo día, de una nueva semana, de un nuevo mes… y de un nuevo año que, por cierto, nos regala un día más. Y queremos hacerlo subiendo a la Peña Oroel, montaña emblemática de Jaca, con su centenaria ya cruz, cargada de simbolismo, y a la que se accede tras retorcerse el camino a lo largo de 33 curvas para, tras ellas, enderezar la aproximación y llegada final a los 1769 msnm de sus faldas, pensando en la eterna duda de si habremos limpiado bien nuestro cazo.
Andando, corriendo, con raquetas, escalando… por unos caminos, por otros… son ya decenas de veces las que hemos visitado esta extraordinaria atalaya, verdadero sinclinal colgado de las Sierras Exteriores del Pirineo, al igual que el de San Juan de la Peña, con el que forman el Espacio Natural Protegido del Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel.
Con una luna menguando, aunque sin llegar a su cuarto, emprendemos la marcha en el Parador antes de las siete de la mañana que, entre que está velada y el ir emboscados, hace necesario el uso de frontales, que prescindimos al llegar al collado de las Neveras antes de las ocho, y con nuestro objetivo ya a la vista, con esa cruz recortando el horizonte, vamos llegando a ella, lo que hacemos en hora y cuarto, un poco menos de lo que nos costaba corriendo desde Jaca hace unos añicos.
La protección del bosque nos había ocultado el viento que nos esperaba por la cornisa, y que se tornaba más bien frío ya en la cima, con un ambiente en las montañas del Gran Norte bastante desolador, apenas hay nieve, y no parece que la vaya a haber en los próximos días. Ya ha amanecido, pero el sol se oculta entre las nubes. Un sol que sale por el este y se acuesta por el oeste, lo que es sabido, pero que sólo ocurre en dos fechas concretas del año, en los equinoccios, escorando al SE y SW en el solsticio de invierno, y al NE y NW en el de verano. Pues ahí nos tienes, mirando e imaginando cómo acaricia al espeso manto nuboso.
El sol aporta luz, calor y vida. Quizá los dos primeros no hayan terminado de llegar, pero el tercero no se nos escapa. Y con ello, emprendemos el descenso, habiendo superado un desnivel acumulado en torno a los 590 m D+/-, en dos horas y tres cuartos, con un recorrido de 6,5 km, culminando así la primera salida del año, desde la que os deseamos para este año que comienza, lo que nos merezcamos, más es vicio.
Bibliografía:
Navidad y Pascua en la tradición iniciática. Omraam Mikhaël Aïvanhov. Ed. Prosveta (1984)
Web:
Las fotos, con sus comentarios y el track
*La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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