IXOS MONS
Atarés - Atarés
Sábado, 23 de febrero de 2019
“Don Juan de Atarés era un respetado
caballero cristiano que perteneciente a una noble y prestigiosa familia que
tenía su casa solariega en Atarés, pueblecito cercano a Jaca, donde fundamentalmente
se dedicaba a la agricultura y a la ganadería. Un día, a fines del siglo VII,
movido por su profunda vocación religiosa, decidió renunciar a sus cuantiosos
bienes y a su familia y se hizo penitente. Se estableció en solitario en una
cueva del monte llamado Pano, en un aislado paraje de la sierra de San Juan,
cerca de Jaca, donde pasaba las horas orando...”.
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Santos Voto y Félix, de alfayomega.es |
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Grabado de Juan de Atarés |
Con
estas palabras que nos deja la leyenda, y que bien se ven relatadas en:
https://carlosperulan.files.wordpress.com/2018/03/san-juan-de-la-pena.pdf,
comenzamos nuestras andanzas de hoy por tierras jacetanas, tomando como punto
de salida y de llegada Atarés, localidad pedánea de Jaca y muy próxima al monte
Pano, posiblemente siguiendo los legendarios pasos de este hombre, que decidió
colgar el arado y el cayado para vestir los hábitos de la penitencia y de la
beatitud, en los oscuros años previos a la invasión musulmana, y que se data
como origen del Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, y que la tradición y
la leyenda continúa con el conocido episodio de los santos Voto y Félix, de los
que se dice:
“… que Voto, perteneciente a la nobleza y gran
amante de la caza, persiguía a un ciervo al que había herido, y en la
persecución éste se despeñó. Se dio cuenta de que su caballo se había desbocado
e iba a precipitarse igualmente, encomendándose entonces a san Juan Bautista y
su caballo se detuvo sobre una peña, al borde del precipicio. Alterado, se bajó
del caballo y decidió tumbarse unos momentos para reponerse del susto, y al
apartar unos arbustos muy crecidos vio una ermitilla dedicada a San Juan
Bautista y dentro de ella el cuerpo del ermitaño Juan de Atarés. Volvió a
Zaragoza, y le contó el hecho a su hermano Félix y entre ambos decidieron
vender sus posesiones, darles el dinero a los pobres y construirse dos ermitas
donde retirarse y hacer oración…”.
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Atarés, principio y fin de la ruta |
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Caricias de la mañana que dan calidez a los helados campos |
Bueno,
pero nosotros a lo nuestro, que es huir de las masificaciones que la nieve y el
buen tiempo concentran y acudir a la Media Montaña que tenemos cerca para
disfrutar del ambiente soleado y de todos los beneficios que nos da nuestra
amada naturaleza. Nos acercamos a la milenaria Atarés, para comenzar hoy
nuestra ruta, y lo hacemos adentrándonos por el barranco del Orcal, para abrir
la circular al cabo de diez minutos. Lo hacemos en sentido horario, es decir,
que seguimos por la pista acompañando al barranco, y lo cruzamos por puente de
madera. Cinco minutos más y tomamos un sendero señalizado a la izquierda.
Decimos señalizado porque desde el inicio seguimos el curso del GR 65.3.2, un
ramal del Camino de Santiago que sube a los monasterios.
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Carretera de Bernués a los monasterios |
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Arranque del camino definitivo |
Es
el barranco Albor el que llevamos ahora del brazo, y en un punto determinado se
funde el sendero con él. Se trata de una zona enfangada, que hay que cruzar
como se puede. Continuamos, y ya comienza a salvarse desnivel, hasta que al
cabo de casi una hora de sendero se alcanza la carretera A-1603, que va de
Bernués al mismo sitio que nosotros. Nos acompaña unas decenas de metros y nos
subimos al talud para eludirla, de modo que vamos muy cerca de ella pero no por
ella, durante veinticinco minutos, hasta que llegamos ya a la entrada hacia los
monasterios, que a nuestro juicio no está bien señalizada, ya que indica al de
San Juan de la Peña por la carretera, y al de Santa Cruz de la Serós por donde
nos metemos. A los dos se llega por el camino, de hecho es lo que vamos a hacer
nosotros, por lo que consideramos impropio el uso de la carretera.
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Solitarios y deliciosos rincones |
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Mirador de San Vicente |
Por
ancho camino y entre bosque, con buen pisar, llegamos al punto más alto de la
ruta, que es a lo que sale a las antenas. Continuamos por el sendero próximo a
la cornisa, y en poco alcanzamos el mirador de San Vicente, donde aprovechamos
para echar un bocado y contemplar el panorama, que es muy amplio. Pasamos lista
a todos los montes que nos alcanza la vista, que no son pocos. Sí, están todos.
Bajamos a la pradera de San Indalecio, donde se ubica el Monasterio Nuevo,
construido a raíz del incendio de 1675 en el Viejo, y que alberga el Centro de
Interpretación del Monasterio de San Juan de la Peña, y el Centro de
Interpretación del Reino de Aragón. También se halla una hospedería en franco declive, y en edificio aparte el Centro de
Interpretación del Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel, en
la antigua casa de forestales.
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Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña |
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Robles centenarios |
Junto
a ella pasamos para dirigirnos hacia el sendero que nos baja al Monasterio
Viejo, quecon unas escaleras metálicas que dan acceso a la
carretera, junto al propio monasterio. Hay un paso de peatones para continuar
el sendero, que llega hasta el que viene del propio monasterio, pero si lo hiciéramos
así, o bien no lo visitaríamos, o bien haríamos el trayecto de ida y vuelta, de
modo que recorremos por la carretera los escasos 200 metros que nos separan del
monasterio. Llegamos a él, siempre acompañado de visitantes que quieren conocer
un hito importante de la historia de Aragón.
concluye
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Monasterio Viejo de San Juan de la Peña |
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En Santa Cruz de la Serós |
Tomamos
el sendero que nos conduce a Santa Cruz de la Serós. En veinte minutos llegamos
al cruce de Cuatro Caminos. Seguimos descendiendo hasta la localidad, donde se
encuentra la iglesia del monasterio benedictino que albergaba a las monjas que le
dan nombre al pueblo. Pasamos por la pequeña rotonda que da juego a la pista
asfaltada que sube a los monasterios, y a unos cincuenta metros nos metemos por
una urbanización para continuar por pista. En este lugar abandonamos el GR 65.3.2 que va a Binacua. Como en diez minutos tomamos ya la
pista definitiva que nos dirige decididamente hacia Atarés, que la
recorremos como media hora, hasta tomar un sendero a la izquierda que, en veinte
minutos más nos deja en el punto donde hemos abierto la circular.
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No perdamos la memoria |
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Las grullas en su migrar |
Solo
resta ya volver a Atarés, que lo hacemos en otros diez minutos más, habiendo
invertido en total un tiempo de 5h 40’, del que 4h 40’ ha sido en
movimiento, para recorrer los casi 19 km, con un desnivel acumulado que ronda los 770 metros D+/-. Un recorrido que se puede hacer en menos tiempo, pero también
menos sería el disfrute, y hoy lo hemos hecho mucho, especialmente viendo pasar
incontables agrupaciones de grullas, que en su típica formación de punta de
lanza se dirigían hacia el norte. Miles de ellas.
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