XII Ruta Monegros
Domingo, 3 de febrero de 2019
Érase que se era
una ciudad dormida,
un monte dormido,
un sol dormido,
un viento dormido.
Un viento dormido, sí,
que lo hacía acurrucado
en cada una de ellas
en cada una de las matas,
de las olorosas matas de romero,
vestidas ya de nata y flor,
de incipiente flor morada.
El día amanecía despacio,
silencioso, como lo hace siempre, no le gustan las estridencias. No quería
molestar, ni a la ciudad, ni al monte, ni al viento, pero éste, que duerme con
un ojo cerrado y otro abierto, despertó. De cada una de esas matas despertó, y
lo hizo acompasado con el sol. Enseguida fue animando al más cercano, y al más
lejano también. Pronto corrió la noticia, y de todos lugares del amplio valle
del Ebro vino. Y poco a poco todos llegaron, se agolparon, se hicieron fuertes.
Todos querían tener su espacio, pero no había para tanto. Insistían, insistían,
empujaban, barrían los montes, los caminos y los caminantes.
Al turrón... |
Para ser la primera cuesta, no está mal |
Porque de eso va hoy de caminos y
de caminantes. Hoy, una docena de andarines del Club Atletismo Jaca nos
desplazamos a las ricas y poco valoradas tierras monegrinas para echarnos al
monte y dejarnos acariciar por esas matas de romero que quieren enseñar al
mundo que ya están de fiesta, que ya se engalanan con sus moradas flores. Y
para dejarnos acariciar también, por ese viento que todo lo corre, aunque en
realidad somos bastante benévolos, porque más que caricias fueron azotes,
verdaderos azotes los que padecimos, pero es lo que tocaba hoy.
Momento de recogida de credenciales |
Los primeros compases |
La XII Ruta Monegros abre el
Calendario de Andadas Populares de Aragón, que cada año, y van 14, el Comité de
Andadas Populares de Aragón, perteneciente a la Federación Aragonesa de
Montañismo, pone en marcha, y que recoge casi sesenta pruebas repartidas por
todo el vasto territorio aragonés. Pruebas organizadas por clubes,
ayuntamientos o comarcas, para dar vida a ese Aragón interior, en general más
alejado de las zonas turísticas. Unas pruebas en las que se dan cita centenares
de andarines para disfrutar de los caminos, de los paisajes, de la hospitalidad
de los convocantes. El club decano en estas lides, Os Andarines d’Aragón, de
hecho es el que coordina el calendario, pero además se ocupa de organizar
varias de las pruebas en él incluidas. Concretamente, ésta es una de ellas. Un
club que cuenta con una legión de voluntarios que se afanan en tener todo a
punto para que el participante solo se preocupe de eso, de andar y de
disfrutar. Y se entregan, y lo hacen bien, porque también disfrutan, y eso se
nota.
En marcha ya por los montes |
Las cuestas se suceden |
El equipo del Club Atletismo Jaca
irrumpía a las siete y media de la mañana en el Pabellón de Deportes de Nuez de
Ebro, antes de que llegara el sol, antes de que llegara el viento. Tras la
recogida de credenciales y degustar el primero de los avituallamientos de la
mañana, sobre las ocho, ya con sol y con viento, nos poníamos a andar por unas
desiertas calles del pueblo, que nos llevaban a un paso por debajo de la
carretera, para meternos ya de lleno en el monte… con más sol y más viento,
mucho más viento.
Por el barranco, al abrigo de los vientos |
Al paso por la ermita de la Virgen de la Peña |
La definición habitual de los
Monegros como “desierto”, además de ser simplona y poco elaborada, es
tremendamente injusta, porque el terreno estepario es mucho más que todo eso,
es mucho más rico que todo eso, y un mínimo de cultura que tuviéramos al
respecto, que no la tenemos, nos haría ver que es un ecosistema en el que
multitud de especies, tanto animales como vegetales, se han adaptado, se han
esforzado, para sobrevivir en un ambiente extremo, con unos rigores climáticos
que van de los fríos y vientos invernales a los calores sofocantes estivales,
con niveles muy bajos de humedad. Y eso hay que verlo, valorarlo, reconocerlo y
agradecerlo, porque si no hubieran sido capaces de hacer ese tremendo esfuerzo,
sí que estaríamos hablando de desierto.
Vista de Alfajarín, a los pies del castillo de los Cornel |
Ah del castillo!!! |
Y para verlo, valorarlo,
reconocerlo, agradecerlo y, cómo no, disfrutarlo, hemos venido, y lo hacemos a
lo largo de todo el recorrido, con unas subidas y bajadas con gran desnivel que,
ayudadas por el fuerte viento, ponía a prueba hasta el propio equilibrio. A
menos de una hora del arranque, las marcas nos llevan al seno de un barranco,
donde nos da una tregua nuestro volátil compañero de viaje. Veinte minutos
serpenteando por el fondo al ritmo que marca el sorprendente barranco y salimos
a un lugar urbanizado, en los aledaños de la ermita de la Virgen de la Peña,
junto a las ruinas del castillo de los Cornel, construido por los musulmanes en
el siglo XI, y que fue cambiando de bando según los escarceos del momento.
Desde el mirador de Dª Nicolasa Bernal se tiene una amplia vista sobre la
localidad de Alfajarín, y el valle del Ebro.
Caminos de asfalto |
Camino del toro |
Subida al castillo, entrada por
un puente de fábrica reciente y por otra puerta paso a la umbría, desde donde
ya se divisa el siguiente hito de la mañana, ese toro enamorado del viento, al
que poco a poco nos vamos acercando hasta que nos tiene entre sus garras y bajo
su viril dotación. Inevitable foto y desandamos el corto trecho de la loma para
acercarnos ya al avituallamiento principal, en el que varios voluntarios se
afanan en la confección de bocadillos de chicha braseada, que va entrando con
el vino del porrón, cuyo chorrete vuela al compás del viento. Alguna foto más,
y al camino. De nuevo, sube y bajas nos esperan, campos dormidos unos,
trabajados otros, bordeamos para dar un amplio bucle y volver al mismo avituallamiento,
pero ya sin bocadillo.
Reponiendo fuerzas |
Cuestas brutales |
Tomamos decidida dirección hacia
Nuez de Ebro, no sin antes pasar por otros dos avituallamientos de recuerdo,
para cerrar la circular poco antes del paso subterráneo y volver al pueblo, en
cuya plaza del ayuntamiento nos aguardan unas cervezas, gentileza también de la
organización, y tras algo más de cinco horas desde la partida, para recorrer más
de 25 km, con un desnivel acumulado cercano a los 800 metros D+/-. La mañana
terminaba compartiendo mesa y mantel… y comida, claro con gran parte de los más
de 400 inscritos, que lo iban haciendo conforme iban llegando.
La merecida comida |
Una mañana diez, con una compañía
diez, en un ambiente diez, tanto medioambiental como deportivo.
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