lunes, 31 de diciembre de 2018

Ermita de la Espelunga, refugio de San Beturián

IXOS MONS
Ermita de la Espelunga (1350 m)
Domingo, 30 de diciembre de 2018


            Terminamos el año con otra ruta en olor de santidad. En este caso vamos tras los pasos de San Beturián, que de joven cruzó los Pirineos desde su Italia natal huyendo de los pecados de la carne y de la fama de santón que había adquirido. Buscó en nuestras montañas un lugar de soledad y recogimiento, y lo halló a los pies de la Sierra Ferrera,  que tiene en la Peña Montañesa su máximo exponente. Allí, en la ermita de la Espelunga (cueva en castellano), uno de los mejores ejemplos de ermita rupestre del Alto Aragón, vivió, hasta que lo hicieron abad del monasterio de San Martín de Asán, que posteriormente le dio nombre el susodicho Beturián, o Victorián, durante siglos considerado como centro político, económico y espiritual, controlando más de 50 localidades cercanas y menos cercanas, dotado también de panteón real.

Monasterio de San Beturián

Petronila y Ramón Berenguer IV
            Uno, que no cree en las casualidades no sabe cómo llamar a esta visita que a través de una, aparentemente, fortuita llamada telefónica un amigo le propuso ayer. Ayer, que nos hacíamos presentes en San Juan de la Peña, auténtico símbolo del Reino de Aragón, hoy lo hemos hecho en San Beturián, su homólogo en el Sobrarbe, otra tierra de pasado convulso y del que están orgullosos no solo los sobrarbenses, sino Aragón entero. Así es que… hoy también de reyes y clérigos, que hicieron posible la reunión entre Ramiro el Monje y Ramón de Berenguer IV para pactar la unión entre éste y la hija de aquél, doña Petronila, lo que posteriormente daría lugar a la Corona de Aragón.

Al comienzo de la ruta

Progresando por las margas
            Pero dejemos la historia a los historiadores. Nosotros a lo nuestro. Hay que confesar que la salida de hoy era mucho más ambiciosa, ya que desde la ermita se pretendía conectar con lo alto de la Sierra Ferrera, pero ha sido imposible debido a lo vestido del supuesto sendero. De modo que nos hemos tenido que conformar con la mística visita, que no ha sido poco, aunque nos ha sabido a poco. Del monasterio de San Beturián parte el PR-HU 43, que en buen estado, nos conduce al rupestre eremitorio del santo que dejó su huella por estos dominios.

Ermita de San Antón

La Fueva se despereza poco a poco
          Tras una breve rampa encementada, el sendero comienza con un tramo guarreado por los  barros, siguiendo por otro que atraviesa unas margas. A los diez minutos se alcanza la ermita de San Antón, de reciente restauración, donde parte otro sendero para visitar O Castellar, un cabezo que corona el lugar. Nuestro sendero nos viste de bosque, la magia de las carrascas nos inunda y nos transporta en el discurrir por él. Cruzamos el barranco de la Banera, para continuar por el bosque. Pasamos por un lugar señalado como de la Piedra de San Beturián o de la Espelunga, conocida como “la campaneta” que tiene su leyenda basada en el uso que le daba nuestro santo del día.

Carrasca, las dueñas del lugar

La magia del bosque
            El camino, que hasta ahora venía calmo, se empieza a empinar. Se pasa por el “corral de los caballos”, que no hay que explicar mucho de qué va, y tras superar unas cortas zetas se alcanza ya la ermita rupestre de la Espelunga, donde se dice que vivió San Beturián antes de ser nombrado abad del monasterio que luego llevó su nombre. Consta de dos edificios contiguos. El primero es la casa del ermitaño y el siguiente el recinto sacro. Las vistas que nos ofrece este lugar sobre la Fueva, son tan espectaculares como el propio entorno. Fácil es de ver alguna pareja de buitres a la espera de las térmicas que les hacen ascender sin esfuerzo en busca del pan nuestro de cada día.

En busca del imposible horizonte

Ermita de la Espelunga
            Nuestras intenciones de continuar barranco arriba en busca de la loma de la Sierra Ferrera se ven frustradas por la imposibilidad de hacernos con el supuesto camino que emprendemos y que pronto abandonamos ante la dificultad de progresar por él, de modo que de nuevo al místico lugar para seguir disfrutando de él y del sol de estos primeros días de invierno. La mañana va avanzando, y mucha es la gente que se ha puesto hoy como objetivo llegar hasta aquí, ya van llegando, así que hay que ir dejando sitio.

O Castellar, amparando la ermita de San Antón

            Una feliz mañana, pasada entre lo divino y lo humano, en buena compañía por caminos de santidad, en la que hemos recorrido algo menos de cinco kilómetros en hora cuarenta minutos, con 360 metros D+/- de desnivel acumulado, por las benditas tierras del Sobrarbe, al amparo de la montaña mítica de las Sierras Interiores de sus Pirineos.


Las fotos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario