Barranco de Merdazero (hasta 1588 m)
Miércoles, 19 de diciembre de 2018
“Una caminata por la mañana temprano es una bendición para todo el
día”.
El escritor, filósofo y poeta
estadounidense Henry David Thoreau, nos dejó este pensamiento que, por otra
parte, podría ser de cualquiera de nosotros, pero como no somos ni escritores,
ni filósofos ni poetas, pues no se nos ocurre. Eso sí, lo sentimos, lo sentimos
como nuestro. Es más, pensamos que no hace falta esperar al resto del día para
sentirnos bendecidos, porque en sí mismo, ese momento de la caminata, ya es pura
bendición. Siempre que sales a la montaña tienes tu propia cima, hay días que
es una cumbre, los hay que son una larga caminata, y los hay que pueden ser un
ligero paseo. Todo es cima si cumples tu objetivo, que no es otro que el de
disfrutar con lo que se tiene, disfrutar de los valles, disfrutar del paisaje, de los caminos, de
los bosques y su aroma, de los arroyos, del aire, de la luz, de todos los seres
vivos que encuentras a tu paso, y que también disfrutan de esa bendición que
supone estar permanentemente en el medio natural.
Hoy era un buen día para
disfrutar. Y lo ha sido.
A punto de arrancar |
Nieves venteadas |
Campos de San Martín |
Restos de la canalización de agua |
Pues por esas tierras hemos
andado hoy, apurando los últimos días de este otoño que se va sin pena ni
gloria, y que veremos si hace bueno al invierno que cubra su puesto. En estos
días, los más cortos del año, vamos aprovechando para hacer salidas más ajustadas,
pero provechosas en cualquier caso. Partiendo de la pequeña capilla de Santa
Elena, a pie de carretera, la cruzamos para meternos de lleno en el sendero
que, vestido de bosque, nos va subiendo inmisericorde para calladamente ir ganando
altura con facilidad, pero también con esfuerzo. Se pasa por la trasera de una
caseta junto a los campos de San Martín*, donde dicen fue abatido el último oso*
de Biescas. Continuamos camino, que a tramos va descubriendo una vieja
canalización de agua, para esas campas y para los huertos de l’Arguala de
Francho Sanz*.
Progresando por el bosque |
Plan d'Isús |
El sendero va coqueteando junto
al barranco. En poco más de media hora se pasa por el costado de unas campas,
con caseta arreglada, de nombre Plan d’Isús* para, en pocos pasos, salir a la
pista que viene de la carretera de los pueblos del Sobremonte. Una pista que en
poco burlamos para tomar el sendero que la va cruzando. Este sendero nos va
introduciendo en las entrañas de un bosque que va ofreciendo lo mejor de sí
mismo, un bosque encantado… encantado de acogernos en su seno, y se nota, sus
pinos, sus hayas, sus piedras tapizadas de musgo, que invitan a ver lo que no
se ve, a sentir lo que ello siente, a contagiar toda su vitalidad.
El bosque callado habla a nuestro paso |
Cruzando el barranco |
El último alcorce es
sencillamente brutal, por ahorrarse unas decenas de metros de pista hay que
subir por un tramo en el que hay que echar las manos para progresar por un
terreno totalmente descompuesto. Nos deja de nuevo en la pista, que a los pocos
metros nos lleva hasta la entrada a puerto, con ese primer refugio, el del
Barranco del Puerto en los mapas, llamado localmente de Furcunfiecho*.
Actualmente está en buen estado, y preside unas campas de buenos pastos, y unos
corrales donde se hace triaje del ganado. Está justo al salir del bosque, donde
se abre el barranco, teniendo a nuestra izquierda toda la sierra de Limes, con
sus alturas, Faceras, Burrambalo, las Peñas de Aso, con nieves venteadas y
acurrucadas en las vaguadas. Y a nuestra derecha, al norte, los aledaños de esa
sierra de la Partacua, que altiva se muestra hacia el valle de Tena.
Refugio de Furcunfiecho |
Juegos de velos |
El suelo cruje bajo nuestras
pisadas en los veinte minutos que continuamos subiendo por la pista, por cuyo
vado de cemento se cruza el barranco, llegando hasta casi los 1600 metros,
donde damos la vuelta desandando lo andado. Para otro día quedará el
profundizar más en este recóndito valle. Para otro día de mejor tiempo, con más
horas de luz, quedará el recorrerlo hasta el mismísimo puerto, y quizá más
allá, ¿quién sabe?, porque nos gusta subir valles, nos gusta cruzar puertos,
nos gusta intercambiar sentimientos con la montaña y, si se nos permite, lo
seguiremos haciendo.
La magia del bosque |
Ermita de Santa Elena y su legendaria cascada |
Poco más, por el mismo
itinerario, vamos bajando y viendo cómo las nieblas hacen su juego corriendo
sus velos entre nuestra mirada y el paisaje, hasta que llegamos al punto de
partida, habiendo recorrido 10,7 km, en 3h 40’ de tiempo total, del que 3h 5’
han sido en movimiento, para un desnivel acumulado aproximado de 730 metros
D+/-. No siempre hay cumbre, como decimos, pero siempre hay una cima, siempre
hay un camino. El de hoy muy bien aprovechado y en buena compañía.
Las fotos aquí.
Lo señalado con * se refiere a informaciones facilitadas por José Miguel Navarro, estudioso en tradiciones y gran conocedor de esta tierra.
Magnífica reseña de una andada corta, de media montaña, pero con mucho sabor pirenaico. Fantástico, Chema!
ResponderEliminarSí, sabor pirenaico del bueno. Muchas gracias.
EliminarGracias Chema!! Un placer compartir con vosotros esta ruta. Vistas preciosas.
ResponderEliminarGracias, Miguel. El placer ha sido mío.
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