IXOS MONS
Alto de la Rapeda (1374 m)
Viernes, 21 de diciembre de 2018
Por su origen, todos los acontecimientos,
por muy diversa índole que tengan, se pueden clasificar en dos grandes grupos, los
biológicos y los culturales. Dicho de otro modo, los que son consecuencia de
los ciclos naturales, o aquellos en los que interviene la mano del hombre, es
decir, lo que está inventado ya de serie en el planeta, y lo que inventamos
nosotros a través de los usos y costumbres.
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Alegoría de Capricornio |
Dentro de los del primer grupo,
podemos decir que la vida es cíclica, que es algo que está fuera de toda duda, el
Gran Libro de la Naturaleza Viviente así nos lo indica una y mil veces. Y en
esta noria permanente de las estaciones, llegamos hoy a un punto culminante, el
solsticio de invierno, que entre otras cosas marca un punto de inflexión en la
duración de las horas de luz y de oscuridad, comenzando a alargar el día más
corto del año y consecuentemente comenzando a acortar la noche más larga del
año. Todo ello, naturalmente, en el hemisferio norte, porque en el sur ocurre
lo contrario, que por aquellos lares empieza el verano… aunque por aquí tampoco
nos podemos quejar de temperaturas.
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La fuerza de las montañas |
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Fiesta en el planeta |
Y en los del segundo grupo, en
los culturales, también son días señalados en el mundo de fe cristiana porque
se conmemora el nacimiento de Jesús, el Cristo, con la
Pascua de Navidad, en
este comienzo de Capricornio, vinculado al elemento tierra, a las montañas, a
las grutas, a lo oculto, a lo interior, ahí donde se recoge buena parte de la
fauna y la savia de los vegetales para pasar el invierno. Con ello se pone de
manifiesto que, al igual que en las otras tres fiestas cardinales del año, equinoccio
de primavera, solsticio de verano y equinoccio de otoño, en ésta del comienzo
del invierno, la tradición, la costumbre, la religión en este caso, ha corrido
un velo para poner delante su telón. Pero no importa, si lo ha hecho así es
porque reconoce la importancia, reconoce la fuerza, reconoce la influencia de
esos momentos en los seres vivos, y eso es algo que no se nos debe pasar por alto. Son
momentos, pues, en los que converge el origen natural, biológico, con el cultural,
de las costumbres, pero no debemos olvidar la dimensión de cada uno de ellos.
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Al tajo |
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Urbanización la Espata |
Puafff, vaya chapa solo para
decir que hemos salido al monte en el día más corto del año, pero que aún nos
ha sobrado tiempo, porque en poco más de dos horas nos hemos despachado con una
ruta al alcance de casi todo el mundo, por un monte de Villanúa, concretamente
por el cerro de la Sayeta, alcanzando el alto de la Rapeda. Una solitaria ruta
por un pinar que hemos encontrado solitario, como deseoso de la presencia
humana. Y ahí hemos estado, para celebrar con estos lugares esa muda de
estación, en este caso también acompañada de otra, la de la luna, que llena
sale a su encuentro, y que como la noche, va a comenzar a menguar en menos de
24 horas.
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Empinada senda |
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Carrascas a la vera del sendero |
Pero nosotros a lo nuestro.
Dejando el vehículo en Villanúa, hay que subir hasta el punto más alto de la
urbanización de la Espata, para tomar un sendero que coge el gancho para
subirnos sin respiro hasta el refugio del Monte Lierde, justo en la muga con el
término de Borao, que alcanzamos en media hora. Dejamos que la pista vaya a lo
suyo para nosotros seguir el sendero por detrás del refugio. Un sendero que nos
baja hasta el fondo del barranco de Lierde, dando comienzo a otra subida
siguiendo las marcas blancas y amarillas de un antiguo PR. En llegando a un
cruce, debidamente señalizado, se calma ya la cuesta y el sendero toma rumbo al
sur, hasta dar en pocas decenas de metros con nuestro objetivo de la mañana, el
Alto de la Rapeda, volviendo de nuevo al término de Villanúa, donde aprovechamos para echar un bocado, en la confianza de
que en el descenso tengamos mejores oportunidades de asomarnos sobre la cuenca
de Villanúa y las gigantescas montañas que la amparan.
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Refugio de Lierde |
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Tránsito por el bosque |
Pues efectivamente, el sentido
contra horario de nuestra marcha nos empuja a bajar por la vertiente sur, por otro sendero dotado también de bastante inclinación, dándonos al pronto esa buena ocasión el bosque para asomarnos sobre esa gran muralla que representa el cierre por el sur del circo de Ip, esa Collarada, Collaradeta, Somolas…y esa Punta Espata, que se aúpa para dejarse
ver por encima de una buena capa de nubes bajas. Casi a dos mil metros más
abajo del punto más alto de la Jacetania, habita Villanúa, súper desarrollada
urbanísticamente, y que aún aspira a más.
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Collarada, sobre la cuenca de Villanúa |
Nuestro descenso se ve cortado
por unos árboles cruzados en el sendero, que dificultan el paso, pero que con
cuidado se pueden sobrepasar. También encontramos a lo largo del camino unos
bloques de piedras como queriendo testificar que hubo por aquí vida vinculada
al terreno, y que languidecen al amor del musgo.
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La Punta Espata se aúpa para respirar |
En menos de dos horas alcanzamos
los depósitos de agua potable de la población, situados en otro de los puntos
altos de la urbanización, que recorremos hasta el punto de partida, dando así
por finalizada una media mañana pasada como nos gusta, invirtiendo poco más de
dos horas de tiempo total, del que 1h 35’ han sido en movimiento, para recorrer
4,9 km y un desnivel acumulado en torno a los 490 m D+/-. Este ha sido nuestro
solsticio de este año.
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